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Cecilia Salazar: El clown va más allá de una nariz roja

El diálogo con Cecilia Salazar se dio por las dos funciones que el grupo Arca Clown, integrado por estudiantes de la carrera de Creación Teatral, ofrecerá este jueves 2 de septiembre, a las 09:30 y 16:30, en el tercer piso del patrimonial edificio El Telégrafo. Ella dirige el montaje, titulado Sobrevivientes a bordo, que es el mismo para las dos presentaciones, según comenta.

Ante lo experimentado por la pandemia por COVID-19 (emergencia sanitaria, confinamiento y distanciamiento social) parecería una obviedad preguntar las razones del título, pero había que hacerlo. Chechi, como se conoce a la directora de esta puesta en escena, quien está en proceso de titulación, comparte una sinopsis: “En un momento crítico para la especie humana, donde todo parecía estar a la deriva, seis payasos forjan este tejido de historias en donde se interrogan sobre sus propios anhelos y destinos, abriendo sus corazones al juego como un bálsamo para su propia existencia y permitiéndose navegar más allá de las aguas de la desesperación”.

En Sobrevivientes a bordo intervienen, por orden de aparición: Josué Marín, Melanie Padilla, María Isabel Ramón, Mabel Campoverde, María Paulet Arévalo y Sheyla Vargas. “Y aunque Miriam Carbo no logró estar en el montaje, ella fue parte de todo el proceso”, explica Chechi.

Y para poder responder interrogantes en torno al proceso, al grupo, su formación y la propuesta escénica, Chechi rebobina. Sobrevivientes a bordo es el resultado de las inquietudes individuales de sus ejecutantes. Cada uno tenía un tema que tratar, uno que les hiciera sentido e interesara dentro del contexto en que vivimos, exactamente los más o menos críticos de la pandemia (de octubre de 2020 a marzo de 2021).

Los estudiantes son el segundo grupo de Laboratorio V de la carrera de Creación Teatral con los que Chechi compartió sus conocimientos (del 27 de octubre de 2020 al 6 de marzo de este año). Antes tuvo un intensivo (también de Laboratorio), como ayudante de la cátedra Clown, compartida con el docente Marcelo Leyton. “Fue de julio a septiembre y como iniciaba mi tesis, se me dio la oportunidad de tomar un segundo grupo para tener un proceso completo, ya que mi tema se relaciona con ello”.

Chechi lleva 17 años recorriendo lo que denomina “el camino del payaso”. Primero empíricamente y luego desde la academia. A la UArtes llegó en el 2016 y la preparación que ha recibido, además de poderla compartir, le ha permitido ordenar su experiencia a través de una sistematización pedagógica, con un pensamiento más crítico y reflexivo sobre su vocación. En 2002 se integró al grupo Teatro Arawa y en 2004 participó en el primer taller de clown que se realizó. Lo dio el argentino Víctor Stivelman. “No he parado porque siento que me descubrí. Me gusta el contacto con la gente que se encuentra en situaciones frágiles de la vida”, anota. Como ama estar en escena, en 2011 formó el Grupo Romboche, que ha brindado presentaciones en escenarios varios; uno de ellos la Sala Ría de la Biblioteca de las Artes. 

Desarrollar una investigación sobre el arte del clown, que no siempre es conocido, es la propuesta de Chechi, considerando que las herramientas van más allá de la puesta en escena. “Mi objetivo principal, siempre lo he dicho, es que el proceso vaya de lo humano a lo técnico, planteándolo y aplicándolo de manera práctica como acompañamiento pedagógico”. Son tres las fases de enseñanza que determina. La primera es la introductoria, el contacto del estudiante con esta nueva experiencia que gira en torno a las narices rojas. La segunda, la profundización metodológica. Y, la tercera, la creación, una propuesta escénica propia para presentar en una muestra pública lo que se hizo y se logró. 

La directora de Sobrevivientes a bordo sostiene que fueron cinco los meses en los que estuvo compartiendo con los estudiantes ejecutantes de manera presencial, con estrictas medidas de bioseguridad. “Los chicos tuvieron una participación predispuesta, entregada y honesta. Haber estado encerrados en una cuarentena y tener luego la recomendación constante de seguir quedándose en casa, salir fue una liberación”, dice. Y justamente de las reflexiones mantenidas se concluyó que eran sobrevivientes, que tenían la posibilidad de verse y abrazarse; adquirieron la responsabilidad de cuidar uno del otro.

Chechi reitera y agradece la oportunidad que la UArtes le dio de sistematizar la experiencia adquirida en este proceso pedagógico, y hace votos porque ello se mantenga y fortalezca. “Y no lo digo porque me apasiona el payaso y sea payasa, sino porque estas oportunidades se les pueden dar a otros estudiantes que estén, asimismo, necesitando tener conocimientos argumentados. La universidad me aterrizó con los conocimientos precisos de mi recorrido y experiencia-aprendizaje a través de talleres”.

Los ha dado a nivel público y empresarial, encontrándose con seres humanos maravillosos que logran, más allá de una nariz roja, redescubrirse y darle sentido a muchas situaciones. “Fracasar para el payaso es lo mejor que le puede pasar; es reírme de mí con los demás. (…) Cuando tienes la nariz de payaso sientes libertad y puedes cambiar muchas cosas de tu vida, siempre que exista predisposición. Puede aliviar ciertas cargas, pero la decisión es de uno”.

El arte que aprendió en el camino y luego en la academia, Chechi lo ha puesto al servicio de la comunidad. Por el proyecto “Contar contando”, también de la UArtes, visitaron colegios y utilizaba herramientas del clown. “No tenía la nariz, pero sí el juego que lleva a navegar por las emociones y formar historias mágicas para volar y soñar en grande”. También ha estado en centros gerontológicos y en la frontera, presentándose ante los refugiados. “El payaso abre todas las puertas y posibilidades para trabajar y no es preciso tener la nariz roja”, insiste.  

Su visión del payaso, del clown, va más allá de una nariz roja, gira en torno a un redescubrirse como humanos, a la sensibilidad de mirar, estar y conocer al otro respetando sus espacios y pensamientos. “La nariz roja es como el pretexto de esa libertad de poder ser tú mismo, pero es decisión propia soltar las etiquetas y empezar a creer en uno mismo y reafirmarse como el ser valioso que es, tan lleno de potencialidades. Es también ponerse al servicio del otro. No es llegar a idolatrar una nariz, sino que la nariz te aliviane ciertas cargas”.

Entrevista: Carmen Cortez
Fotos: Cortesía, Cecilia Salazar (Chechi).

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