Este reporte recoge los resultados de la encuesta de condiciones
laborales en trabajadores de las artes y la cultura.

Esta es la primera entrega de “Termómetro cultural”, resultado de un trabajo que busca abrir la ruta para la puesta en marcha del Observatorio de Políticas y Economías de la Cultura en el centro de la Universidad de las Artes y de su Instituto Latinoamericano de Investigación en Artes-ILIA.

Las desfavorables circunstancias del confinamiento revelaron, paradójicamente con singular claridad, la forma en la que este proyecto debe estructurarse. Es decir, con la mirada situada en el pasado, a la vez que en el presente. Atendiendo, de forma paralela, los requerimientos de generación de información relativos a las problemáticas estructurales del área de la cultura y, correlativamente, a aquellos elementos que surgen en la coyuntura como realidades a tomar en cuenta en un inmediato futuro.

De igual manera, el método de trabajo utilizado surgió con manifiesta naturalidad a partir del interés expresado por actores de diversa índole en el proceso de levantamiento de información propuesto por el ILIA. Esta dinámica induce una forma de trabajo que trataremos de replicar para toda iniciativa de construcción de información estadística que emprendamos en el futuro.

Así, partiremos de la identificación de diversos temas de investigación de relevancia para las artes, la cultura o el patrimonio, para proponer procesos de levantamiento colectivo de información, elaboración y entrega de los resultados, que buscaremos se presenten en diferentes formatos de acceso abierto para el mayor y mejor aprovechamiento de estos esfuerzos.

En esta primera ocasión, percibimos y nos congratulamos por el gran interés que despertó, así como el apoyo obtenido en la tarea de aplicación de la encuesta realizada para la “Medición de condiciones laborales e ingresos de trabajadores de la cultura”. Este es un tema que ha concitado nuestra atención desde hace tiempo y alrededor del cual se ciernen diversas especulaciones e hipótesis, a pesar de lo cual la escasez de datos ha impedido que se elaboren estudios concretos y, consiguientemente, se formulen y definan políticas atinentes a su fomento y estímulos más efectivos.

En un periodo muy corto (de mes y medio), y durante la insospechada trayectoria de la pandemia de COVID-19, logramos recolectar 2 500 respuestas de trabajadores de la cultura, utilizando un muestreo no probabilístico por conveniencia. Ello nos ha permitido tener una referencia sobre la realidad de algunas de las características estructurales más importantes relacionadas con el empleo cultural: la multiplicidad de fuentes de aprendizaje de las personas que trabajan en el ámbito cultural y la vigencia del pluriempleo como práctica adoptada por la mayoría. Es decir, la frecuencia de recurrir a simultáneos empleos y labores —por dentro y fuera del ámbito cultural— aparece como un recurso generalizado para sostener el ejercicio de las actividades artísticas y culturales.

Evidentemente, por emergencia de la coyuntura, aquellas cifras que visibilizan la fragilidad y vulnerabilidad de los trabajadores de la cultura son aquellas que mayores alertas generan. Antes de la pandemia, 7 de cada 10 trabajadores de la cultura ya se encontraban en una peor situación que la de hace tres años. Lo cual resulta más preocupante si se toma en cuenta que el ingreso promedio mensual de 1 de cada 3 encuestados es inferior al salario básico unificado, que la mitad de trabajadores encuestados no tiene un sistema de seguro médico (ni público, ni privado) y que la mayoría no dispone de ahorros por sus limitaciones de ingresos.

La crisis actual ha acentuado, en consecuencia, varios de los problemas que afectaban previamente al empleo en el sector cultural. Por un lado, una modificación casi generalizada en las formas de trabajar y, por otro, una reducción de sus ingresos. Además, se constata un marcado pesimismo respecto a las posibilidades de recuperación en el futuro inmediato. Los encuestados estiman sus pérdidas de ingreso promedio en USD 1.350 durante el primer mes y medio de confinamiento y un 72% piensa que las pérdidas son definitivas.

Estos son algunos de los datos presentados en el reporte, mismos que han sido seleccionados para motivar a los lectores en la comprensión del fenómeno y despertar su interés en la lectura de este documento. En efecto, el objetivo de esta publicación es propiciar múltiples interpretaciones, suscitar debates y estimular el estudio de los datos que se presentan.

Partimos de la idea de que la generación de información estadística no es sino un paso para el dimensionamiento y la interpretación de los fenómenos sociales, a la vez de ser instrumento ineludible la enunciación de diagnósticos sustentados. Y, por ende, aumentar la posibilidad de contar con mejores políticas públicas, estrategias privadas, acciones independientes o iniciativas comunitarias. Asimismo, reconocemos las limitaciones de los instrumentos estadísticos para interpretar fenómenos culturales y, en general, sociales, por lo que será inexcusable ahondar en el conocimiento de la realidad de nuestros objetos de estudio y sus circunstancias mediante análisis enriquecidos con otras perspectivas y métodos de investigación interdisciplinarios, que den cuenta de la complejidad y multiformidad del fenómeno cultural.

Finalizo esta nota extendiendo mi agradecimiento a las instituciones que han apoyado la realización de este estudio: la Universidad de las Artes y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), las que, a partir de la firma de un convenio específico, hicieron posible el nacimiento del Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura. También debo agradecer a la amalgama de organizaciones e instituciones que apoyaron con el trabajo de diseño de la encuesta y de recolección de estadísticas: el Sistema Integrado de Información Cultural del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador (SIIC), Arte Actual de FLACSO, Centro de Investigaciones Económicas de la ESPOL (CIEC), Casa de la Cultura del Ecuador Núcleo del Azuay, y Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP).

Mención especial y mi gratitud al equipo del ILIA, que ha trabajado incansablemente conjugando el rigor y la creatividad para poner a disposición de los lectores este primer número de “Termómetro Cultural”.

Pablo Cardoso
Director del Instituto Latinoamericano de Investigación en Artes (ILIA)