“Puertas a un verdadero infierno”

Kendra Lindao Manrique, estudiante del sexto semestre de la Escuela de Literatura de la Universidad de las Artes, quien ganó con “Puertas a un verdadero infierno” el primer lugar del Concurso Nacional de Crónica Libre Libro, comparte con InfoUArtes las razones que las llevó a escribir el texto ganador y su proceso. Aquí su voz:

Llevo ya casi dos años sintiendo un pesar muy grande cada vez que veo las noticias y enfocan el hospital del IESS Ceibos. Yo sabía que la única manera de sentirme mejor era escribiendo, pero no como un cuento, tenía que ser un relato vivencial que mostrara mi dolor y el de cientos de personas que lamentablemente han pasado por lo mismo.

La primera oportunidad de escribir sobre mi sentir se presentó en la clase de Taller de Crónica, dirigida por Diana Romero. Lo concebí como un perfil sobre mi abuela, quien falleció el 4 de abril del 2019 a causa de una bacteria que adquirió en un hospital del IESS. El perfil abarcaba, sobre todo, su vida, dejando en segundo plano su enfermedad y la denuncia que yo quería realizar ante la negligencia médica que había sufrido. 

El texto reposó por varios meses. Recuerdo que vi el anuncio del concurso de crónica y descargué sus bases con el ánimo de participar, tal y como había intentado hacer en años anteriores, pero siempre sucedía algo que no me permitía terminar mi texto para los plazos establecidos o que no me convencía lo suficiente para enviarlo. Por un momento creí que sucedería lo mismo con este Primer Concurso Nacional de Crónica Libre Libro.

El 22 de octubre revisé Facebook, como de costumbre lo hacía, topándome con una nota de diario El Universo sobre bacterias en el IESS Ceibos, mencionándolo como si fuera un caso reciente, como si la muerte de mi abuela, de las personas que conocí en la sala de espera y de años anteriores, no solo no contaran, sino que fueran olvidadas entre los cientos de muertes que suceden todos los días en los hospitales. Esa noticia fue mi motivación para la escritura de una crónica donde expusiera lo que sucedió con mi abuela y otras víctimas.

Primero me contacté con muchas de las personas que comentaron casos que vivieron en ese post de Facebook de El Universo, el acercamiento fue difícil. Las personas no revisaban mis mensajes o me dejaban en visto, quizás por el miedo al tema. Tuve acercamiento con una señora que me contó su experiencia “por si sirve de algo entre tanto dolor”, dijo antes de revelarme cómo su mamá sufrió por una bacteria y la negligencia de los médicos que dañaron su intestino y no supieron como volver a unirlo.

Luego debía tener el dato duro de mi crónica, que tenía un carácter periodístico. La pandemia me imposibilitaba a salir e insistir para obtener respuestas. Un día pensé que si ni a los medios de comunicación oficiales el director del IESS daba respuestas ni aclaraba la realidad, ¿por qué con una estudiante de Literatura lo haría? Entonces indagué por otros medios. Amigos que estudian medicina me ayudaron a comprender la situación, también la lectura de ensayos clínicos y artículos ya escritos sobre la bacteria. Busqué en Twitter para ver qué se había comentado acerca del tema. Uno de los testimonios claves, para respaldar que todo este problema sucede desde que el hospital está en funcionamiento, surgió de una conversación con mi novio, quien había escuchado hablar a un amigo suyo del tema de los hospitales.

Admito que lloré durante la recolección de datos, porque el tema aún sigue sacando ciertas lágrimas en mí. Sin embargo, los dos días que me senté a darle forma al texto fueron de lo más ameno. Acabé mi primer borrador en la madrugada del día de entrega. Acudí con Rogger Cedeño, quien es mi amigo y pasante en el Centro de Escritura Académica y Traducción (CEAT), a fin de que me diera ciertas indicaciones que pudieran mejorarlo. Acogí sugerencias, reformé mi texto y lo envié minutos antes de que cerrará la convocatoria del concurso.

No quise ilusionarme. Yo no aspiraba a ganar. Mi motivación principal fue lo silenciado que se encuentra el tema. Solo quería que esta rabia saliera de mí y se convirtiera en literatura, para que todos conocieran de la situación.    

“Puertas a un verdadero infierno” es mi manera de sentirme en paz con la mujer que en vida fue mi abuela y que no recibió el trato que merecía durante los meses que estuvo hospitalizada, de sentir que he hecho algo para que esto no se quede en las sombras.

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