Para el taller Circo de Luz, que formó parte del VI Encuentro de Vinculación con la Sociedad, Feria de Prácticas Profesionales y Encuentro de Graduados, una delegación artística proveniente de Quito compartió con la comunidad universitaria una experiencia que combinó acrobacia, expresión corporal y conciencia escénica, generando un espacio de aprendizaje y conexión entre el arte y el movimiento.
El gimnasio de la Universidad de las Artes, ubicado en la terraza del edificio Enrique Tábara, se transformó en un escenario para el juego, la energía y la exploración corporal. La capacitación, dictada por el tallerista de acrobacias Ricardo Quintana, tuvo dos días de duración (jueves 23 y viernes 24 de octubre), mostrándose en un tercer día (sábado 25) los resultados del trabajo efectuado.
Los inscritos fueron, en su mayoría, estudiantes de las carreras de Creación Teatral y Danza, a quienes se sumaron integrantes del proyecto de vínculo Bibliotricimoteca y el relator de esta nota, egresado de Literatura que gusta de la disciplina y las expresiones escénicas, viviendo todos jornadas intensivas de aprendizajes.
Desde su inicio, el taller invitó a repensar el cuerpo no solo como instrumento artístico, sino como territorio de comunicación y confianza. Las primeras actividades incluyeron estiramientos de cuello, hombros y cadera, junto con ejercicios de fuerza en brazos y tobillos.

Luego se desarrollaron juegos de coordinación y atención, donde los participantes debían atrapar pelotas lanzadas al azar y responder con saltos o giros improvisados, fomentando la agilidad y la respuesta escénica.
Uno de los momentos más significativos fue el trabajo de acrobacias en pareja, en el que un participante hacía de “base” y el otro de “acróbata”. Con equilibrio, sincronía y fuerza, los grupos ejecutaron figuras que simulaban el vuelo de un ave o el sostén de una cruz humana, reforzando la noción de apoyo mutuo.
El tallerista de acrobacias explicó que “la coordinación grupal se logra mirando a los ojos del compañero: esa mirada crea vínculo, y el vínculo genera movimiento seguro”. Añadió que la práctica constante del movimiento del cuerpo va a permitir que, con el tiempo, improvisemos. “¿Qué podemos hacer después de una media luna? ¿Tal vez una figura de rombo? ¿Un salto de tijera, tal vez? Todo está en ustedes: aprender a combinar movimientos para romper esquemas”.
Estos esquemas se convierten en herramientas básicas que pueden utilizar con el tiempo en sus presentaciones y ensayos, subrayó, añadiendo que estas partituras corporales ayudan a hacer un gran montaje de todo lo que hemos practicado hoy, para futuras presentaciones. “Así que muchas gracias por haber venido y espero que vengan a las demás sesiones”.


La jornada continuó con ruedas laterales (medias lunas) y saltos acrobáticos, donde se enfatizó la seguridad postural, la ubicación de muñecas y la protección del cuello y la espalda. El enfoque del taller priorizó la consciencia corporal, la técnica y la confianza como ejes del trabajo circense.
Participar en el taller Circo de Luz me permitió comprender que el cuerpo es una herramienta en constante transformación. Al igual que los bailarines o actores, los acróbatas desarrollan fuerza, flexibilidad y control comparables a los de un atleta profesional.
Cada ejercicio implicó no solo un reto físico, sino también un desafío mental: improvisar, confiar y adaptarse.
Mi formación previa en los programas de Educación Continua de la Universidad de las Artes y el colectivo El Teatro de la Polisofía –con docentes, graduados y estudiantes talleristas–, impartidos por Bryan Calderón, Mario Correa, Juan Carlos Haro, Jonathan Tacuri y Vanessa Guamán, fue fundamental para asumir los retos del taller. Gracias a esa base, pude integrarme con seguridad en las acrobacias y adaptarme a la dinámica grupal, disfrutando de la creación de nuevas narrativas corporales.
Aunque ya no cuento con la misma juventud de mis compañeros, mi voluntad me recordó que el cuerpo funcional no se mide por la edad, sino por la conexión entre cuerpo, voz y mente, pilares esenciales del artista interdisciplinar.
Agradezco profundamente la gestión del docente Marcelo Leyton, quien hizo posible la llegada de la delegación del taller Circo de Luz a nuestra universidad. Este tipo de iniciativas fortalecen los lazos entre comunidades artísticas del país y fomentan la construcción de redes creativas que transforman los espacios públicos e institucionales.
Texto: Michael Medina, egresado de la Escuela de Literatura UArtes. Fotos: Paula Alcívar Mosquera, estudiante de la carrera de Cine/UArtes y Joel Álvarez, estudiante de MKT Digital/TECSU.