Lo que no ha muerto es un retrato íntimo del artista plástico Augusto Lucero, un pintor hermético que desarrolló su obra en el Quito de los años 70. Es a partir de material de archivo y de entrevistas que se reconstruye el universo personal del artesano. Este es un relato fragmentario y conmovedor sobre la construcción de la memoria y la compleja relación entre el arte y la vida familiar.
Diego Andrés Lucero Rivas, ya licenciado de la carrera de Cine de la Universidad de las Artes y nieto del protagonista, presentó el documental como proyecto de tesis, a la que tituló “La memoria, el archivo y la subjetividad: investigación y creación del cortometraje documental Lo que no ha muerto”.
La investigación, detalla, expone los procesos de estudio y creación que permitieron producir del cortometraje documental, concebido como un retrato de la intimidad familiar del artista plástico Augusto Lucero.
Crear el documental Lo que no ha muerto, agrega, surge de lo familiar hacia lo social. “El hecho de que Augusto Lucero forme parte de mi familia es mi principal motivación para realizar este proyecto que busca esclarecer algunas dudas sobre su quehacer artístico y el porqué de su hermetismo a la hora de dar a conocer sus obras”.
De igual manera, manifiesta, el interés de este trabajo radica en la exploración de los vínculos que existen entre la memoria colectiva, la subjetividad y la historia al crear un documental. A través de la investigación del material de archivo, y de la relación entre lo personal y lo colectivo, se explora la intimidad familiar de un artista que desarrolló su obra en un momento social complejo.
Realizar el trabajo investigativo le tomó aproximadamente seis meses, refiere Diego Lucero. “Los primeros tres meses consistieron en la recopilación y organización del material de archivo perteneciente al artista Augusto Lucero. Los siguientes dos meses se centraron en la búsqueda y observación de material de archivo de la Cinemateca Nacional perteneciente al periodo 1969-1981. Finalmente, en el último mes, correspondió a la etapa de planteamiento narrativo y rodaje. Este periodo fue quizá el más corto, pero, a su vez, el más complejo, ya que consistió en conjunción de los elementos antes recopilados con las narraciones de los participantes del documental”.

Diego Lucero sustentó su tesis desde Quito, vía videoconferencia. El tribunal de defensa lo conformaron los docentes Andrés Dávila, Manolo Sarmiento y Libertad Gills. Le hicieron varias preguntas y observaciones, señala. “La mayoría centradas al uso del archivo público en el documental y otras en el contexto histórico del mismo. Ambos tópicos de amplio interés no solo para el estudio del cortometraje, sino también del trabajo escrito donde se detalla de mejor manera los antecedentes que permitieron llegar a la forma narrativa final. En imágenes, fotograbas del documental, del rodaje y la sinopsis corta del documental Lo que no ha muerto.







