“Danzamos en una historia donde me aferro a un abrazo que ya no existe. Las máscaras cayeron y las cadenas aparecieron, me quiero ir, pero me abrazas y regreso al laberinto. Ayuda, no encuentro la salida”. “Yaya” es una obra que aborda la violencia y el abuso físico y emocional en un vínculo, y que mediante un lenguaje de movimiento expresa la complejidad del apego y la manipulación en una relación nociva.
Nadia Shupingahua Neira, graduada de la carrera de Danza de la Escuela de Artes Escénicas de la UArtes, trabaja junto a otros alumni y estudiantes en la producción de”Yaya”, de la cual es su directora. Su estreno será este sábado 5 de abril, a las 19:00, en el Teatro Zona Escena, ubicado en Imbabura 204 y Panamá.
Sobre su concepción y procesos, así como los pasos dados para su realización, es Nadia quien responde en primera persona las inquietudes de InfoUArtes. El largo recorrido para presentar el montaje les ha dejado significativas experiencias y el enfrentar obstáculos y hacer sacrificios ya tiene su recompensa, pues adelantó que han sido seleccionados para participar en el Festival Internacional de Danza A Cielo Abierto que se realizará en Quito.

Para Nadia Shupingahua, la obra es la tercera que produce. Las anteriores fueron “IRNI”, que realizó de manera independiente, y “Danzando los candados”, resultado de su proyecto de titulación. Por ello considera que “Yaya” es su segundo trabajo artístico con gestión propia y su primera creación como licenciada en Danza. Aquí su narrativa:
“’Nace del deseo de crear una obra que aborde la violencia en una pareja amorosa, aquello me llevó a indagar por meses sobre el narcisismo en las personas, tópico bastante sugestivo y relevante para llevar a escena. Yaya en Perú, el país donde nací, significa ‘herida’ y decidí ponerle así a esta creación escénica porque me agrada como suena y las personas al leerla pueden sentir curiosidad; denota, además, el tema que se aborda en la obra de una manera no literal”.
“(…) Estuve semanas reflexionando lo que quería transmitir al público y concluí que quería algo bastante crudo en escena, naciendo en mí la pulsión de visibilizar no solo el abuso que viven las mujeres, sino también los hombres. Decidí mostrar la historia de dos parejas, donde uno de los dos sería el agresor y el otro la víctima”.

“Encontrar el elenco no me fue difícil, escogí a cuatro grandes bailarines: Joao Robayo y Cristhian Loor, de la carrera de Danza y próximos a entrar a titulación; Dagmar Naranjo, que se graduó conmigo en diciembre de 2024; y Doménica Alcívar, quien en enero sustentó su proyecto de titulación. Para la música recurrí a mi gran amigo Mauricio Bombón, músico graduado en la Escuela de Artes Sonoras y actual estudiante de Danza. Con todos ya había trabajado, así es que sabía se iban a comprometer seriamente con el proyecto”.
“Atreverme a ejecutar este proceso ha sido una excusa para desafiarme en el ámbito profesional, económico y creativo, pues desde el principio fui consciente de que no sería sencillo porque, al abordarse un tema tan delicado como la violencia, debía encontrar las premisas adecuadas para mis intérpretes, sin descuidar las fibras que la investigación corporal podía llegar a palpar. No obstante, los bailarines siempre se encontraron predispuestos a mi guía, facilitando la composición. No puedo negar que tuvimos momentos de bloqueos creativos debido a las largas horas de ensayo que debíamos cumplir, pero fuimos hallando los caminos y ellos fueron encontrando su personaje”.
La autogestión
“’Yaya’ está siendo producida con mucho esfuerzo y dedicación por todo un equipo desde la autogestión. Ha sido bastante complejo sostener este proceso porque nos ha tocado enfrentar realidades, como la búsqueda de espacios para ensayar, un teatro dónde presentarnos, autofinanciar la vestimenta y gestionar la venta de boletos”.

“En el camino se nos han presentado dificultades y también oportunidades que hemos aprovechado al máximo. Una de ellas es el auspicio de Katarsis.ec, academia dirigida por Khrystel Ortiz, alumnus UArtes, quien nos ha permitido ensayar en su espacio. También agradezco a Emilio Llerena, estudiante de Cine, quien nos apoyó con la sesión de fotos, dejándonos un excelente material para difusión y para el portafolio de los intérpretes creadores. Corporación Zona Escena también forma parte de todos los hilos que nos están ayudando a tejer ‘Yaya’”.
“Agradezco al elenco porque ha sabido adaptarse a las adversidades. La entrega y responsabilidad demostrada a lo largo del montaje motivó a que ‘Yaya’ siguiera adelante. Los bailarines que conforman esta puesta en escena no solo son muy talentosos, sino también apasionados; es un honor para mí trabajar con ellos. Gracias a Joao, Dagmar, Cristhian y Doménica esta ha sido una experiencia que reafirma mi postura con las personas adecuadas; los problemas no pesan, motivan”.
“Han sido meses de esfuerzo y sacrificio, pero vale la pena apostar por nuestra danza”, concluye Nadia Shupingahua su narración y da paso a las expresiones de los intérpretes de “Yaya”.
El sentir de los intérpretes
Doménica Alcívar: “Yaya” ha sido uno de los procesos más retadores en los que he participado. La temática que aborda es bastante ajena a mi realidad, por lo que la personificación de esta vulnerabilidad que atraviesan los cuerpos se volvió compleja para mí. Siempre intento mantenerme en sintonía con el contexto en el que habito, por lo que no podría decir que esta era una problemática que ignorara. No obstante, al atravesar con mi cuerpo esas historias convertidas en consignas pude sentir la ira, el dolor, la tristeza de aquellos que se van, de quienes se quedan, deciden seguir y deciden irse.


Cristhian Loor: En mi participación, el desafío de personificar algo tan crudo y real como la violencia me ha llevado a experimentar nuevas sensaciones que han marcado un antes y un después en mi manera de dar intención a un movimiento. El proceso de investigación puede quedarse algo corto al momento de recrear o crear una secuencia, ya que, al ejecutarla, es inevitable que algo de tu propia esencia se vea reflejado en el hacer. No basta con imaginar cómo será, porque cada fuerza en el detalle de la intención es única para el intérprete. Este proceso me ha hecho replantear todas las posibilidades que existen a la hora de componer y coreografiar al abordar un tema tan delicado.
Joao Robayo: El proceso de creación de la obra ha sido profundamente reflexivo e inmersivo, permitiéndome empatizar con realidades que ignoramos. Me ha confrontado con la complejidad de los roles en la violencia, mostrando que cualquier persona puede ser víctima o agresor según el contexto. Romper estereotipos es clave para reconocer estas dinámicas y transformar nuestras relaciones. Ha sido un reto construir un personaje y compartir escena con otros cuerpos, enfrentando la falta de espacios y recursos para artistas emergentes. Esta experiencia me ha llevado a repensar mi propio cuerpo en la danza y las limitaciones que enfrentamos en la creación artística.
Dagmar Naranjo: Mi experiencia dentro del proceso de creación de “Yaya” ha sido reflexivo e inmersivo, me ha permitido conectar y empatizar con situaciones que sabemos que existen, pero en ocasiones pasamos por alto, creyendo que no las vivimos, no nos afectan. También debo resaltar el juego de roles en el que se amplía el panorama de quienes pueden ser víctimas, quienes ejercen violencia. Salir de ciertos moldes y estereotipos que hay en la sociedad es fundamental para saber reconocer situaciones que fracturan nuestras formas de relacionarnos.

Fotos: Emilio Llerena, estudiante de la Universidad de las Artes.
Texto: colaboración Nadia Shupingahua, directora de la obra. Edición: Carmen Cortez/Dircom







