El conversatorio “Prácticas para hackear los modelos económicos dominantes en la creación artística hoy: camuflajes, alternativas, fugas y apuestas periféricas” se dio luego del acto inaugural de la V edición del Encuentro Escénico, el cual desde ya dejó emocionada a una audiencia, en su mayoría compuesta con estudiantes y docentes de la Universidad de las Artes, por las presentaciones que hubo, por los primeros diálogos con los invitados nacionales e internacionales, quienes brindaron un adelanto de lo que brindarían en la cita.
Moderado por Bertha Diaz, docente de la escuela de Artes Escénicas, en el conversatorio estuvieron los invitados. Carolina Bastanho, de Brasil; Daniela Gómez, de Colombia y Édgar Soliz y Paulina Oña, de Bolivia, intercambiaron sus experiencias, prácticas y ensayos dentro del mundo artístico y las distintas posibilidades de financiar los proyectos desde los territorios en que participan: estético, poético o crítico.
Asimismo, Sebastián Pilay y Javier Cárdenas, graduado y alumni de la UArtes, respectivamente; y Lorena Delgado, Pilar Aranda, Julio Huayamave y Omar Aguirre, académicos y artistas, compartieron en el foro sus vivencias.

Las exposiciones de los participantes generaron numerosas inquietudes de entre el público que se congregó ayer, miércoles 23 de octubre, en la Salón Patrimonial del MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes. Qué son las economías alternativas, cómo enfrentarse a modelos de producción dominante y cuáles son las tácticas que se usan para generar economías alternativas fueron las preguntas a las que cada artista fue respondiendo, junto a otras curiosidades manifestadas por los estudiantes en cuanto a sus sentires, a sus propuestas, a sus obras, a lo que habían traído al encuentro.
Crear arte siempre es un reto, pues los discursos dominantes promueven la falsa idea de que los artistas no producen, por lo que es complejo enfrentarse a la economía, se escuchó de los ponentes. “Una producción no es solo el producto, tiene un trabajo detrás que nos interesa sostener, ya que trabajamos con gastos operativos, que abarcan gastos de luz, agua, equipo técnico y el salario de los trabajadores”, anota Lorena Delgado, artista y docente UArtes y colaboradora de Teatro Muégano.
El objetivo principal siempre busca enfocarse en la durabilidad del proyecto a largo plazo, aunque se presente el obstáculo de “dónde”, pues abrir un espacio a formas de producción significa encontrar un modo de sostenerlo, refirió.

Edgar Soliz, representante del Movimiento Maricas Bolivia, quien dijo identificarse orgullosamente marica, pobre e indígena, reveló que su colectivo no es una ONG, ni es una organización legalmente reconocida, no tienen personalidad jurídica, su fuente de ingresos resulta del trabajo que se realiza con fondos de la Cooperación Internacional, gracias a un diálogo horizontal. Han estado trabajando diez años en la autogestión, aunque la autogestión es muy precarizante. “Hemos aprendido de la autogestión, porque al estar precarizados, muchas veces nos hemos acostumbrado que el trabajo de voluntariado es activismo cuando no es así. Es trabajo y debe ser remunerado”. El diálogo horizontal, reiteró Soliz, es una excelente manera para sustentar un proyecto.
Paulina Oña, quien preside el proyecto “Semillero de Arte”, anotó que muchas veces gestionar las economías es complicado y lo atribuyó a la clase social, el contexto y el lugar de dónde es y hacia a dónde va el artista. “Siempre pregunto a quienes están interesados en lo que hago si quieren apadrinarlo, porque si solo se ve como una entrega de dinero no va a funcionar”, dijo.
La representante de Semillero de Arte añadió que en la actualidad vive de su oficio como costurera, el cual heredó de su madre. Es abogada y activista, pero se presenta como artista y costurera.
La participación de los estudiantes tornó interactivo el diálogo, haciendo que el intercambio de vivencias artísticas convirtiera el patrimonial espacio en un lugar donde imaginar las diferentes formas de expandir el arte desde las resonancias, repercusiones y experiencias únicas de cada artista.
Texto: Romina Ramírez, estudiante de la Escuela de Literatura.







