Con la exposición “The Animal Human Project”, María Portaluppi, su autora, magíster en Cine Documental por la Universidad de las Artes, se propuso llevar al público a cuestionarse acerca de la forma en que nos relacionamos con los animales en zoológicos, museos y espacios urbanos.
La muestra fotográfica se inauguró el pasado 24 de abril en la galería y las bóvedas del CIF del MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes (Panamá y 9 de Octubre), donde permanecerá hasta el 27 de junio próximo. María Portaluppi ha estado al frente de las varias visitas guiadas que se han organizado y en las que ha manifestado al público cómo surgió su propuesta y el tiempo que le tomó desarrollarla.
La componen series que interpelan la relación entre humanos y animales en contextos urbanos, museográficos y recreativos. Son fotografías que cuestionan prácticas normalizadas, como el encierro, la exhibición o la simulación de hábitats, y que abren la reflexión sobre formas más éticas de convivencia con otras especies. Son fotografías que en su composición y como están presentadas llevan a cuestionar sobre el maltrato y de cómo transformamos nuestras costumbres frente a una crisis ecológica global.

Justamente, el recorrido de “The Animal Human Project” se inicia con un texto de sala –cada serie tiene uno– que hace referencia al calentamiento global, el cual alerta sobre la urgencia de conservar lo que queda de la naturaleza. “Ciertos comportamientos se transforman progresivamente para preservar el planeta; la supremacía del ser humano sobre los animales y el mundo produce una devastación acelerada”, indica.
En el texto que abre la exposición, su autora señala también que, por un lado, se cuestiona la mirada educativa sobre la naturaleza; en zoológicos y en museos se recrean hábitats, escenarios ficticios que involucran el uso y tráfico de animales, con el fin de educar y entretener a la sociedad. ¿Son todavía necesarias estas prácticas? Considerando los avances tecnológicos en la actualidad, estas formas obsoletas podrían ser reemplazadas por procedimientos más amigables con la naturaleza y quienes viven en ella.
Por otro lado, el crecimiento de la ciudad provoca la desaparición de los espacios verdes y sus habitantes. Frente a esta problemática y a un deficiente manejo ambiental de parte de las autoridades, “The Animal Human Project” entiende la necesidad de preservación de las especies y resalta el trabajo comprometido de una fundación de rescate y de fauna silvestre. Esta exposición aspira a modificar la mirada sobre los no humanos; a provocar una reflexión sobre un maltrato animal, a veces menos evidente; a alertarnos sobre de la participación jerárquica en la relación compleja con otras especies.

A la izquierda del texto y bajo el título “Había una vez” se muestra en secuencia fotografías del proceso de taxidermia de un halcón peregrino, expuesto en el Museo de Historia Natural Ciudad de México. Al fondo de la sala, otras 18 imágenes igualmente de exposiciones museográficas, centradas en la experiencia del observador. Portaluppi detalla que fueron creadas en épocas de información limitada en comparación con la actualidad, estos museos permitían explorar lugares exóticos o de difícil acceso que, más tarde, se pudieron conocer también a través de enciclopedias especializadas o programas de televisión.
“Las fotografías destacan la ficción de los hábitats creados y subrayan la construcción de una teatralidad con una escena y un guion. Si en los zoológicos, la mediación humana muestra una ficción con tintes documentales, los museos de historia natural proponen una narrativa ficticia que define una pose característica del animal y condiciona el entendimiento sobre las especies”. Las imágenes a las que hace referencia el texto son de: Leopardo de las nieves, Huesos, Aves de Perú, Mono congelado, Jaguar, Tigres, Manos de mono en estudio de taxidermia, Cabezas, Jirafa, Antílopes, Zarigüeya, Llama en estudio de taxidermia, Cabeza de camero en estudio de taxidermia, Cráneos, Nandú, Monos de Perú, Zorro y Piel de llama en estudio de taxidermia.

A continuación, bajo el título “Esto no es un paraíso”, otra serie documenta visitas regulares a zoológicos: La observación sostenida del comportamiento de los animales en encierro permite entender cómo el entorno altera su conducta. Estos espacios artificiales buscan recrear hábitats con elementos, pinturas en las paredes, rocas de cemento; los animales, al no conocer otra realidad, adoptan esta ficción. Vale interrogarse sobre esta costumbre de recreación y reclusión que para los animales es una gran limitante y podría ser reemplazada por formas menos invasivas.
La serie “Estado paralelo” aborda lo que nos provoca horror, los límites de lo considerado como la normalidad; lo extraño se presenta como objeto de exhibición. No se trata de una representación ficticia sino de una realidad cruda, mediada por un frasco o una vitrina. El observador contempla el horror desde una distancia segura. Es una invitación a reflexionar sobre lo perturbador, la percepción de lo inusual y la manera en que se experimenta el horror es un contexto expositivo. La mediación de los objetos y la separación física entre el observador y lo exhibido incitan a la reflexión sobre los límites de lo aceptable y lo desconocido.


Como “La espera” tituló María Portaluppi a un análisis de lo que ocurre en Guayaquil, “ciudad de gran biodiversidad donde varias especies endémicas están ahora mismo en peligro de extinción. La construcción desmesurada de nuevas ciudades devasta el Bosque Seco y el Estero Salado y afecta a las especies que viven en estos ecosistemas. Frente a esta urgencia, se creó la Fundación de Rescate de Fauna Silvestre Proyecto Sacha que recibe especies como mapaches, zarigüeyas, distintos tipos de monos, ocelotes, osos hormiguero, venados, garzas, loros, y otros”.
Con donaciones y acciones de voluntariado, se cuida a una gran cantidad de animales. Algunos provienen del tráfico o la domesticación ilegal, sin embargo, la mayoría derivan de la expansión urbana, industrial y agrícola. Los animales llegan en circunstancias variadas y permanecen en la fundación el tiempo requerido para retornar a su hábitat natural o ser trasladados a santuarios de preservación. Este proceso de reubicación presenta dificultades, encontrar un sitio adecuado o contar con los permisos pertinentes extiende el tiempo de confinamiento de los animales. Gracias a los constantes esfuerzo de la fundación, hay animales que logran ser exitosamente reubicados, otros tantos permanecen a la espera de un futuro.
Al terminar de recorrer “The Animal Human Project”, tanto la galería como las bóvedas del CIF, su propuesta se ahonda: hay que repensar, sin dudarlo, en nuestra relación con los animales y en prácticas enquistadas, como el encierro, la exhibición educativa o la domesticación. Urgente es considerar formas de convivencia más respetuosas con otras especies.


Fotos: las imágenes corresponden a la muestra en su inauguración y en las varias series que la componen; su autora en la presentación de su trabajo y junto a quienes la visitaron en su apertura. En portada, la visita guiada en Plan de Viernes, con la participación de autoridades UArtes y funcionarios administrativos.







