Jornadas de cine para jóvenes apuntaron a despertar memoria y sensibilidad; también a explorar historias íntimas y poéticas

Dos nuevas jornadas de proyecciones cinematográficas dirigidas a jóvenes de 15 años en adelante tuvieron lugar ayer, martes 15 de julio, y la mañana de hoy, miércoles 16, en la Sala de Cine del MZ14 Centro de Producción e Innovación de la Universidad de las Artes. En el marco de la V edición de Inter[•]actos, la selección de los cortometrajes apuntaron a promover en las nuevas generaciones el pensamiento crítico y la empatía, y también a explorar historias íntimas y poéticas.

En la sesión de ayer se presentó “La pequeña vendedora de fósforos”, de la directora Kyoko Yamashita (Brasil), una reinterpretación animada del clásico cuento de Hans Christian Andersen, que mezcla delicadeza visual con una crítica social silenciosa, pero punzante.

A esta proyección le siguió el corto “Chatarra” (2025), del reconocido animador uruguayo Walter Tournier, quien una vez más sorprendió con su dominio del stop motion en un relato breve de apenas cinco minutos, cargado de metáforas sobre consumo, desecho y resistencia.

La cita cinematográfica, que dio paso a un foro, cerró con “Magnética” (2020), de Marco Arruda (Brasil), una obra experimental que juega con lo visual y lo sonoro para abordar los temas de la atracción, el caos y la identidad juvenil.

Estas piezas, desarrolladas desde la visión infantil sobre la guerra, logran traspasar la pantalla con una fuerza emocional que impacta a cualquier espectador. Cada corto fue elaborado con diversas técnicas visuales: acuarela, escultura, animación tradicional y stop motion, reflejando la manera en que el arte puede ser un vehículo para narrar el trauma, la memoria y la esperanza.

Las historias, aunque breves, abrieron preguntas sobre la violencia, la infancia y la forma en que las imágenes pueden representar –y sanar– las heridas del pasado.

Cine para pensar y sentir

Al igual que ayer, los tres cortos que se presentaron hoy abrieron el diálogo de lo sensible y estético con “Elo” (Portugal, 2020) de Alexandra Ramires, “Vicenta” (Ecuador, 2014) de Carla Valencia y “Soberano papeleo” (Uruguay, 2015) de Lala Severi. Cada producción abordó temáticas propias como la identidad, la memoria familiar y la crítica social. Todo desde lenguajes visuales innovadores y altamente simbólicos.

“Elo”, con una animación expresionista y monocroma, recoge el encuentro entre dos seres marginales que, al unir sus cuerpos y cicatrices, logran un vínculo de redención silenciosa. La directora portuguesa Alexandra Ramires logra construir en solo once minutos un universo oscuro, poético y profundamente humano, donde la empatía nace desde la diferencia.

“Vicenta”, por su parte, es una animación documental con la cual su directora, la ecuatoriana Carla Valencia, reconstruye a través de la técnica del recorte y el collage la historia de su abuela, una curandera que vivió en un entorno atravesado por la violencia y el poder. Con apenas seis minutos, el corto convoca la ternura, la memoria y la resistencia femenina en un relato íntimo y poderoso.

Las proyecciones cerraron con “Soberano papeleo” de Lala Severi (Uruguay). Con tono irónico y crítico, la animación de tres minutos pone en evidencia el absurdo de la burocracia estatal y cómo esta puede aplastar, con trámites y sellos, las vidas cotidianas de los ciudadanos.

La selección curada para este público juvenil abre un espacio vital para la reflexión y la sensibilidad desde el arte audiovisual, demostrando que el cine corto puede ser una herramienta potente para conectar con temas complejos desde lo estético, lo político y lo emocional, porque estas proyecciones juegan con las palabras de manera visual y percute en los valores.

Las jornadas, concebidas en el marco de Inter[•]actos, reafirmó el compromiso de nuestra institución de brindar una programación plural, reflexiva y profundamente humana, capaz de dialogar con las realidades de los jóvenes a través de lenguajes sensibles y universales como el cine y las artes visuales.

Texto: Eleinn Rivera, estudiante de la Escuela de Literatura. Edición: Carmen Cortez/Dircom.

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