En la Sala Experimental Sonora del MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes se abrió una conversación urgente: ¿Cómo entender a las nuevas derechas desde la cultura? Fue la académica Analía Goldentul, de la Universidad de Buenos Aires, quien puso sobre la mesa un debate que ya no puede seguir postergándose.
Su intervención se dio en el taller “Comunidades políticas de derecha: intelectuales, libros y seguidores”, una actividad que, en colaboración con FES-ILDIS, tuvo lugar este martes 30 de septiembre y se desarrolló en el marco del VIII Encuentro Internacional de Investigación en Artes organizado por nuestra universidad y el ILIA (Instituto Latinoamericano de Investigación en Artes). Justamente, su director, Pablo Cardoso, fue quien la presentó ante el público que se inscribió para la cita, en su mayoría estudiantes de la Universidad de las Artes.
Facilitado por Analía Goldentul, el taller abordó el fenómeno contemporáneo de las nuevas derechas desde las lógicas del ámbito cultural e intelectual, uno de los terrenos centrales en la conformación de sociabilidades y comunidades políticas. La intervención de la tallerista internacional no fue una clase magistral, sino una invitación al pensamiento colectivo.
Allí se propuso mirar más allá de las formas tradicionales de la política, para adentrarse en un terreno cada vez más disputado: el de la cultura. Porque si algo ha demostrado el avance de las nuevas derechas en América Latina, y particularmente en Argentina, es que la lucha por el sentido también es una lucha por el poder.

Analí Goldentul habló sin rodeos de un fenómeno que incomoda: el crecimiento de las derechas no solo en el plano electoral, sino también en los discursos, en las redes, en las universidades, en el arte. Ese crecimiento tiene nombres propios, y uno de ellos es “El libro negro de la nueva izquierda”, escrito por Agustín Laje y Nicolás Márquez, convertido en biblia ideológica de muchos jóvenes libertarios.
Ese texto, que acusa al progresismo de haber mutado en un “neocomunismo cultural”, denuncia con tono apocalíptico lo que llama la “ideología de género”, el “indigenismo ecológico” y el “homosexualismo ideológico”. Un cóctel discursivo cargado de odio, que ataca conquistas históricas de los feminismos, de los pueblos originarios, de los movimientos LGBTIQ+, de los defensores del ambiente.
Pero más allá del rechazo que estos discursos puedan generar, lo cierto –como lo planteó la expositora– es que la derecha comprendió algo esencial: la cultura importa. No solo importa, sino que puede ser el campo donde se gane o se pierda una batalla política. Y en Argentina, el caso del presidente Javier Milei es ejemplo de ello.




El mandatario argentino no llegó al poder solo con promesas económicas, sino con una narrativa. Una que deslegitima lo público, que demoniza al feminismo, que se burla del ambientalismo y que convierte la rebeldía en libertarismo. Supo capitalizar un malestar difuso y transformarlo en identidad, en comunidad, en mística.
El taller también propuso mirar hacia Ecuador. Porque lo que pasa allá no es tan distinto de lo que pasa acá. Porque los ataques a la memoria, al arte, a las organizaciones sociales, son parte de un mismo guion. Y porque, como se dijo en una de las intervenciones del público: “la cultura es la historia contada por los vencedores, pero también por los que resisten”.
En un momento donde la incertidumbre política crece, el taller con Analía Goldentul, donde participamos varios estudiantes de las distintas carreras de la UArtes, fue un recordatorio de que el arte, la educación, la memoria y los cuerpos también son trincheras. Y que, frente al avance de discursos de odio, no basta con indignarse: hay que disputar. Disputar el sentido, disputar los símbolos, disputar las palabras.
Porque, como quedó claro en la Sala Experimental Sonora del MZ14, la batalla cultural no es un adorno de la política. Es la política.
Texto e imágenes sobre estas líneas: Eleinn Rivera, estudiante de la Escuela de Literatura UArtes.
Fotos: Tyrone Maridueña/Dircom







