“Espejos de vida express” y “Acuarela”, talleres del proyecto de vínculo Escuela de las Artes, mostraron sus resultados

El cierre de los talleres “Espejos de vida express” y de “Acuarela”, desarrollados en el Museo Nahim Isaías, se convirtió en un encuentro de emociones tanto para sus facilitadores y participantes como para los familiares que acudieron a ver los productos que resultaron de un aprendizaje que, según se indicó, fue de doble vía por el compartir de saberes.

El acto de clausura de los dos talleres en mención se desarrolló en el mismo lugar donde fueron dictados, el pasado 27 de noviembre, con una muestra de audiovisuales que resultó de la propuesta concretada por el cineasta César Galarza, graduado en la UArtes.

Asimismo, el taller de acuarela presentó en una exposición los trabajos realizados por sus participantes, quienes guiados por la alumnus Vanessa Aray aprendieron técnicas básicas y avanzadas. La graduada en Artes Visuales contó que fue un recorrido en el que se enseñó desde la preparación de materiales hasta la aplicación de la acuarela (mojado sobre mojado, mojado sobre seco y degradado), los cuales derivaron en creaciones pictóricas varias.

Dos fases de “Espejos de vida”

Vale anotar que, “Espejos de vida” tuvo dos fases. La primera, de nueve sesiones y dirigida a adultos y adultos mayores. La segunda, denominada “Espejos de vida express”, cuatro sesiones e impartida a niños, adolescentes y adultos. Hubo un tercer taller también a cargo de César Galarza: “Écrans de Cinéma”, el cual compartió en ocho sesiones con adolescentes, jóvenes y adultos. De los talleres mencionados, el primero y el tercero tuvieron su cierre un día antes, es decir, el miércoles 28 de noviembre.

Con respecto a “Espejos de vida express”, Galarza comentó que solo había concebido un taller para que las personas adultas mayores pudieran redescubrir su voz, liberar emociones y activar su creatividad a través del arte de la actuación para cine, pero luego el proyecto Escuela de las Artes le pidió hacer una versión para un público más adolescente, a partir de un trabajo coordinado con la Prefectura del Guayas y la Fundación FUSE.

Se hizo la convocatoria y si bien llegaron muchas personas, el número fue bajando hasta quedarse con cinco, “que es el grupo con el que pudimos trabajar los monólogos y cortometrajes que hemos presentado en este cierre”, indicó. En el proceso, la participación de estudiantes UArtes en prácticas preprofesionales permitió una dinámica de uno a uno.

En los dos talleres propició la creación de productos audiovisuales. Y es que, en su concepción, “Espejo de vida” planteó transformar la experiencia frente a la cámara en una herramienta de bienestar, memoria y alegría compartida, donde la sabiduría y vivencias acumuladas se resignifican en un ejercicio de empoderamiento creativo.

“Partimos del ejercicio de escribir una historia personal y de ello se elaboró un monólogo y creó un personaje. Junto con los practicantes se tomaron esos textos, pulieron, revisaron y escribieron guiones para cortometrajes, coordinados con los estudiantes en PPP de Cine y Creación Teatral”, dijo, señalando también que ellos pusieron sus equipos –la mayoría–. “Yo hice fotografía en algunos y edité dos o tres, así como la torta de cortometrajes. Igual para el cierre de la versión express del taller armé los monólogos y cortos”.

A los talleres, la mayoría de sus participantes llegaron con cero conocimientos del proceso, ajenos totalmente de la producción, aunque también hubo quienes llegaron con cierta experiencia, lo cual enriqueció mucho al taller porque aportaron generosamente.

“Nos dijeron que el taller les pareció muy corto y quieren regresar. Los practicantes también quedaron complacidos. Para mí es el mejor indicador”, expresó César Galarza, quien destacó la preparación académica de la UArtes. “Nos especializamos en la formación de artistas y profesionales del arte en potencia, y eso se reflejó en el trabajo. Con los compañeros de Cine y Creación Teatral, que colaboraron con sus equipos y luces, logramos rodar siete cortos en dos horas y media en las instalaciones del Museo Nahim Isaías, lo cual es un récord”.

Galarza confía en poder seguir trabajando con el Museo Nahim Isaías con otras propuestas, “como los talleres de dispositivos precinematográficos, el cine antes del cine, dirigido a niños. También en un taller de libro-álbum cinematográfico para contar historias; es decir, vamos a hacer labor de encuadernación e ilustración para adolescentes. Nos gustaría también tener un ciclo de cineforo para niños y niñas, ahora que se vienen las vacaciones. Y ver si hacemos una nueva versión de ‘Espejos de vida’ porque nos lo han pedido”.

Que propuso “Espejos de vida” por la metodología, dijo, la cual es llevar un proceso de formación actoral. “Algo complejo porque son algunas teorías, ideas y tesis. La noción que manejé fue construir un personaje desde el yo. Entender que cuando vemos nuestro reflejo en un espejo, se parece a nosotros, pero no somos nosotros, aunque tiene mucho de nosotros”.

Acuarela, una técnica complicada

Vanessa Aray, quien dictó el taller de acuarela estudió Artes Visuales en la Universidad de las Artes y hace seis años obtuvo su licenciatura. Recuerda que cuando inició sus estudios en el ITAE (Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador) participó en proyectos de vinculación con la comunidad y que durante su vida universitaria hizo muchas pasantías, pero en el ámbito profesional se estrenó en la Escuela de las Artes.

El taller que dictó fue una propuesta de Formación Continua, “un proyecto muy bonito del que agradezco la oportunidad de ser su tallerista. Me siento contenta con los resultados. Son personas que no tenían conocimiento ni de la técnica ni dominio del pigmento; en cada clase se pudo ver realmente una evolución, se pudo ver una constancia por parte de ellos”.

Anotó que las clases fueron muy bien recibidas y que sus participantes quedaron contentos con el resultado y ella, como instructora, se siente más que satisfecha con eso. Acerca de las facilidades y dificultades del proceso, Vanessa Aray anotó que pictóricamente la acuarela es una técnica complicada, pues no hay control sobre el agua, la cual es impredecible. “Tener el dominio para llegar al nivel pictórico se necesita de mucha paciencia, determinación y, sobre todo, ganas y eso fue lo que demostraron quienes participaron del taller”.

Los resultados fueron expuestos en el Museo Nahim Isaías de manera segmentada. Hubo planos de colores, que permitieron ver lo aprendido en torno al control y dominio del agua. En un espacio conjunto, texturas, que evidenció lo experimentado por los participantes sobre la respuesta de la acuarela a ciertos estímulos naturales, como trabajar con arroz, alcohol y esponja, creando efectos que hacen que la pintura tenga formas diversas. Las propuestas finales fueron en base a un tema personal; cada participante eligió contar un momento memorable de su vida de manera pictórica, reflejándose en cuadros de pequeños formatos.

A través de las acuarelas contaron quiénes fueron y son. Los relatos pictóricos estuvieron acompañados por textos que escribieron y ubicaron como las cédulas de obra que se colocan al pie o cerca. “Fuimos un grupo bastante unido y determinado, teníamos un bien común que era el de trabajar, participar, ser puntuales; los participantes respondieron ciento por ciento y han quedado tan contentos que nos piden más talleres. Para mí es un logro enorme”.

Agregó que quienes asistieron al taller de acuarela fueron, en su mayoría, adultos mayores. “Estaba dirigido a ellos, pero también asistieron jóvenes y formamos un grupo de 20 personas. Lo que más agradecen es la paciencia que hemos tenido y cómo no tenerla si todos han sido maravillosos y nos han tratado con muchísimo respeto. Son personas que trabajaron y ahora, jubilados, están teniendo tiempo de calidad. Además, son representantes de la Patria porque participaron militares en servicio pasivo. Ha sido gratificante haber sido parte de este proceso”, refirió Vanessa Aray.

Comparte esta nota