Taller “Historizando la diáspora negra en Guayaquil” por decenio afrodescendiente

El taller “Historizando la diáspora negra en Guayaquil” fue parte de la agenda académica “Casa Afuera” que la Universidad de las Artes organizó en conmemoración al Decenio Internacional para los Afrodescendientes (2015-2024), declarado por la Unesco. Lo dictaron Ibsen Hernández y Yuliana Ortiz, quienes en la práctica lo desarrollaron como un conversatorio, cuyos participantes debatieron y reflexionaron acerca de la brecha de la desigualdad.

Trabajar la historia social y oral de la migración afroecuatoriana hacia Guayaquil a través de productos culturales y textos sobre la movilidad en la ciudad fue la propuesta de la cita, que tuvo dos momentos. Se inició el lunes 17 de junio y mantuvo su diálogo hasta el mediodía de hoy, viernes 21, en la UArtes, programándose un segundo cierre para mañana, sábado 11, tanto en la biblioteca comunitaria Karibuleo, ubicada en Cisne 2 (entre la 17 y la L) como en nuestra institución.

El diálogo con los talleristas  

La historia no es un cuerpo muerto que enterramos y nos olvidamos, la historia es un proceso. En los montes se alzaron los cimarrones huyendo de grilletes y opresión. Con piel de noche y corazón de fuego. Desde la llegada forzada en cadenas durante la época colonial hasta la marginación en las periferias de ciudades como Guayaquil, la violencia ha sido una presencia constante y silenciosa en sus vidas. Con pasos firmes y espíritus libres forjaron su destino en rebelión. En barrios periféricos como Monte Sinaí, suburbios, la entrada la 8 o Isla Trinitaria ven el progreso pasar y no quedarse.

Donde las calles polvorientas son testigos de su espalda sudada diariamente, la violencia se manifiesta de múltiples formas. No es solo la violencia física, palpable en los actos de crimen y abuso, sino también una violencia estructural que se refleja en la falta de oportunidades, en la educación deficiente y en la escasa representación en los espacios de poder. Es una violencia que se perpetúa en la discriminación y el racismo, sutiles, pero profundamente hirientes, que los excluyen y los relegan a los márgenes de la sociedad. La periferia es nuestro hogar impuesto, un margen que no entiende de justicia. Porque en cada calle y en cada esquina hay un niño muerto (ayer y hoy). Guayaquil, no somos solo historias de dolor. Somos cultura, alegría y fuerza, parte integral de tu esencia y color.

Los alabaos son una construcción sonora no solo para el muerto, ni tampoco para la familia que llora, sino para la gente presente, simboliza cantos de sanación porque son un canto alegre lleno de vida. Es necesario construir un proyecto que funcione para las personas no blancas, que inicia con los planes de medicación cultural, y que culmina con un movimiento político en que la gente afroecuatoriana pueda incluirse en diversos espacios, como periodísticos, funciones legales, movimientos sociales, entre otros.

Durante el taller, Ibsen Hernández y Yuliana Ortiz idearon una espiral como línea de tiempo para reflexionar la brecha de desigualdad. Entonces, dado que algunos indígenas eran vasallos del rey, más aún con la intervención de Bartolomé de las Casas y su publicación “Brevísima relación de la destruición de las indias desde 1526”, personas africanas fueron expatriadas para ser esclavos en América, para trabajar en las plantaciones y en las minas.

Aunque Ecuador alcanzó la independencia en 1822, la discriminación racial persistió, Pétion tenía fuertes convicciones antiesclavistas y apoyó activamente a Bolívar en su lucha por la independencia de varios países latinoamericanos, incluyendo Venezuela, Colombia y Ecuador. Su apoyo no solo fue financiero, sino también estratégico y moral, y entre sus condiciones impuso la abolición de la esclavitud en los territorios liberados.

Pero Simón Bolívar no cumplió a plenitud su petición de abolir la discriminación racial y fueron los criollos quienes ocuparon el poder político sin compartir entre los primeros en llegar a América, una vez más, había otras prioridades que resolver que no involucraban a los afroecuatorianos.

La abolición formal de la esclavitud en Ecuador ocurrió el 25 de septiembre de 1851. Este evento marcó el fin oficial de la esclavitud en el país, aunque las prácticas de discriminación racial y social continuaron afectando a la población afrodescendiente en Ecuador en los años siguientes. Para la década del 90 se sumaron movimientos sociales y organizaciones para generar un cambio como fueron: Movimiento Afroecuatoriano (MAE); Red de Organizaciones Afroecuatorianas (ROAFRO); Coordinadora Nacional Afroecuatoriana (CNAE); Consejo Nacional para la Igualdad de Pueblos y Nacionalidades (CNIPN); Fundación Afroamérica XXI.

Estas organizaciones y movimientos han jugado un papel crucial en la lucha por la igualdad y el reconocimiento de los derechos de los afroecuatorianos en la sociedad ecuatoriana, promoviendo la inclusión, la justicia social y el desarrollo de políticas públicas que beneficien a estas comunidades históricamente marginadas.

En la actualidad, nos preguntamos qué identidades gubernamentales pudieran hacer un cambio significativo que aporte a la comunidad afrodescendiente, que esté libre de prejuicios, dado que concluimos que todos los mestizos venimos de cualquier parte y en nuestras venas hay sangre afro. La necesidad de un cambio significativo y sostenido es urgente. Las identidades gubernamentales juegan un papel crucial en este proceso, comenzando por el reconocimiento y la acción frente a la realidad de las comunidades afrodescendientes. Es fundamental que el gobierno ecuatoriano implemente políticas públicas inclusivas que aborden las desigualdades estructurales y promuevan la igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de la sociedad.

Por ejemplo, el Ministerio de Inclusión Económica y Social puede liderar programas que apoyen el desarrollo económico y social de estas comunidades, mientras que el Ministerio de Educación debería asegurar un currículo escolar que refleje y respete la diversidad cultural del país. Además, el Ministerio de Cultura y Patrimonio tiene la responsabilidad de promover y preservar la cultura afroecuatoriana como parte integral del patrimonio nacional.

Es esencial que estas acciones no solo sean superficiales, sino que estén respaldadas por un compromiso genuino con la justicia social y racial. Esto implica no solo abordar los síntomas visibles de la desigualdad, sino también las causas profundas que perpetúan la marginalización y el racismo sistémico en Ecuador.

La historia no es estática ni olvidada; es un proceso dinámico en el que las comunidades afrodescendientes han sido agentes activos de cambio y resistencia. Para construir un futuro más justo y equitativo es imperativo que el gobierno y la sociedad ecuatoriana en su conjunto trabajen juntos para superar las barreras históricas y culturales que continúan limitando el pleno desarrollo de todas las personas, independientemente de su origen étnico o racial.

Texto: Eleinn Rivera, estudiante de la Escuela de Literatura. Fotos: Cortesía

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