Alexandra Sánchez, artísticamente Alets, y la experiencia que ganó en su movilidad académica hacia la Javeriana de Bogotá

“Llevo un buen tiempo pensando qué escribir sobre esta experiencia. Me atraviesa mucha alegría, pero también inquietud. Creo que después de todo, estas zonas de turbulencias nos transforman, nos impulsan a soñar más alto, a descubrirnos, a apasionarnos por las cosas que mueven nuestra existencia y a permitir que ‘el corazón recuerde mucho’. No puedo decir nada más que, con cariño, espero puedan participar de esta experiencia conmigo y las personas que han hecho que esto sea posible”.

Lo escribió Alexandra Sánchez Alarcón, artista visual que firma como Alets y estudia en la Universidad de las Artes, quien dos días después de esta publicación en su cuenta de Instagram (el 24 de septiembre de 2024) inauguró en el Project Room del MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes una muestra individual a la que tituló “Llevarte siempre, hasta la raíz”. Este repaso es necesario, puesto que, aunque no precisamente reseña lo que fue la exposición (que se mantuvo hasta el 25 de octubre), abona a un diálogo en el que da cuenta de su experiencia en el programa de movilidad académica internacional del que fue parte.

Lo realizó en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, institución de educación superior que mantiene un convenio con la Universidad de las Artes y a la que postuló luego de que la Dirección de Relaciones Internacionales de nuestra institución lanzara una convocatoria para ese intercambio. Empezando de cero, en una especie de autobiografía para narrar sus inicios en el arte, Alets comenta que nació en Huila, Colombia, y que encontró en las artes visuales un refugio y una forma de expresión, llevándola a recorrer dos países y a construir su identidad artística.

Alets creció en un entorno rural donde las oportunidades para acceder a la educación superior eran limitadas. Aunque su pasión por el arte estuvo presente desde temprana edad, las circunstancias la llevaron a estudiar contabilidad y finanzas en Cali. Sin embargo, esa etapa no logró apagar su sed de aprender sobre arte. “Dibujaba todos los días, pero quería saber más”, comenta.

El destino la trajo a Ecuador en 2019, cuando su madre decidió apoyarla en su deseo de estudiar en la Universidad de las Artes, esto tras pasar por la separación de sus padres y problemas de salud. A pesar de los retos iniciales, como la adaptación cultural y académica, Alets asegura haber encontrado en la UArtes el espacio para explorar sus inquietudes creativas y redefinir su concepto de arte.

La convocatoria del programa de movilidad académica antes mencionado cambió su rumbo nuevamente. Gracias a un convenio entre la UArtes y la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Alets regresó a Colombia para continuar su formación. Esta experiencia no solo le permitió reconectarse con sus raíces, sino también profundizar en técnicas y enfoques innovadores.

“Vi una publicación de la Dirección de Relaciones Internacionales de la UArtes para un intercambio en la Pontificia Universidad Javeriana, que para nosotros los colombianos es una de las instituciones de educación superior privadas de prestigio y me dije voy allá para estudiar artes en mi país y sentir que soy parte otra vez de Colombia. Así que le comenté a mi mamá que por el convenio entre ambas instituciones podía estudiar en la Javeriana, cuyo costo es altísimo, pero solo tenía que pagar comida y hospedaje. Me dijo vaya, yo hablo con su papá y ahí le ayudamos y apoyamos. Así fue como hicimos toda la gestión, desde renovar la visa y me fui con mis papás. Yo estaba súper contenta porque era volver a vivir otra vez en mi país y estar con familia también”.

Añadió que el arte en Bogotá funciona de formas diferentes, por lo tanto, las clases de etnografía y lenguajes pictóricos que tomó con reconocidos profesores como Maritza Díaz y Matías Quintero marcaron un antes y un después en su proceso creativo. “La etnografía que aprendí no es intrusiva, sino que genera vínculos entre las personas”, explica, destacando cómo este enfoque influyó en su forma de crear arte.

Uno de los momentos más reveladores de su paso por la Javeriana fue enfrentarse a sus propias obras y reconocer que muchas de ellas no reflejaban su verdadera esencia. “Sentía que eran puras mentiras”, confesó. Guiada por sus profesores, Alets comenzó a explorar materiales que representaran su conexión con Huila y sus experiencias personales. Este viaje introspectivo le permitió descubrir la importancia de escuchar su interior y abordar su práctica artística como un acto sagrado.

Un evento crucial en este proceso fue su decisión de volver a los cafetales de su infancia. Este punto de inflexión llegó cuando Matías Quintero, uno de sus mentores, la retó a explorar más allá de los materiales convencionales en su arte. “Tú pintas con café, pero comprando el café en la tienda no logras reconectar con la tierra”, le dijo. Motivada por la observación, Alets decidió ir a recolectar café con su familia. “Me puse las botas de mi abuela y me metí al cafetal. Fue una experiencia transformadora volver al silencio del campo, al ritmo de la naturaleza”.  Este gesto le infundió a su obra un significado más profundo. “No se trata solo de pintar, sino de transmitir lo que llevas dentro”, dijo.

Para la artista visual en formación académica, el proceso creativo va más allá del lienzo. La madera, el café y otros materiales naturales se han convertido en aliados fundamentales de su obra. “Cada material tiene su propia historia y conexión con la tierra”, comentó. Este enfoque le permitió fusionar sus conocimientos etnográficos con su práctica artística, tomando inspiración de autores como Sebastián Anzolas, quien reiteró en la importancia de vivir las experiencias en el cuerpo para comprenderlas plenamente.

Una lección fundamental que Alets, expresó es no ver al arte como una simple obligación. “Matías siempre nos decía: No vean las consignas como deberes, sino como oportunidades para hacer obra. Ese consejo cambió mi perspectiva y ahora mi trabajo trasciende los límites académicos y se convierte en un reflejo constante de mi pasión por crear”.

Desde que comenzó a reconectarse con sus raíces, aseguró haber encontrado una nueva fluidez en su proceso artístico. “Antes, al terminar un semestre, dejaba todo a un lado. Ahora no puedo parar. Trabajo con café, madera, fotografía… el amor hacia el hacer ha regresado a mi vida”. Hoy ve el arte no solo como una profesión, sino como una filosofía de vida y una forma de entender el mundo. Su práctica artística es un acto sagrado en el que cada detalle, desde la elección de materiales hasta el ambiente de trabajo, adquiere un significado especial.

A través de exposiciones y proyectos creativos, Alets continúa construyendo un legado que celebra sus raíces y su pasión por la expresión artística. Su historia nos recuerda que las raíces no son cadenas, sino fuentes de inspiración que nutren el alma y el arte, trascendiendo fronteras y generaciones.

Fotos: cortesía de Alets Sánchez Alarcón, corresponden a las actividades que ha desarrollado en el marco de su preparación académica, en la Universidad de las Artes y en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

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