“Arte, Educación y Pedagogía Crítica: el fuego de la vida”. Es el título de la charla magistral que el pedagogo cubano Ramón Cabrera Salort mantuvo en el segundo día del XI Congreso Internacional de Investigación de REDU, que el martes 19 de noviembre se inauguró en la UArtes y mantendrá hasta este viernes 22. La intervención del también investigador en temas sobre arte y educación artística fue una mirada decolonial en la que invitó a reflexionar sobre el rol transformador de la pedagogía y las artes en contextos de desigualdad.
La pedagogía, dijo, no puede ser tratada como un conjunto fijo de principios y prácticas para cualquier contexto. Tampoco es simplemente la competencia o la enseñanza de conocimientos, habilidades y valores. Debe, por el contrario, definirse como un proyecto indeterminado, abierto, sometido a revisiones y en diálogo permanente con sus supuestos, relacionada con la posibilidad de intervención en el mundo como un acto de transformación.
En su exposición, Ramón Cabrera, cuya formación pedagógica dijo fue similar a la de un aprendiz con un maestro, enfatizó la importancia de la sensibilidad en la pedagogía y compartió con la audiencia varios abordajes, mencionando también la influencia de Paulo Freire y la pedagogía freiriana en su pensamiento. Destacó la importancia de la experiencia, la vivencia y el diálogo en el proceso educativo; de la pedagogía crítica y la libertad en la educación artística; y la necesidad de reflexionar críticamente sobre nuestros puntos de partida y la importancia de leer y operar en nuestro mundo.

En el concepto de la “competencia” en la educación, el ponente argumentó que es limitativo y no abarca la totalidad de la experiencia educativa. Anotó la importancia del aula como espacio de comunicación en los procesos de creación artística y cómo la didáctica de las artes debe partir de la práctica artística misma; consideró perspectivas de género y decoloniales en la educación; y la necesidad de incluir voces marginadas en el discurso educativo.
En el concepto de pedagogía decolonial, Cabrea cuestionó las estructuras de poder colonial en la educación y explicó cómo esta pedagogía se relaciona con teorías críticas sociales y culturales, así como con filosofías de liberación y posiciones indígenas de buen vivir.
Expuso, asimismo, cómo el arte puede contribuir a la pedagogía crítica y decolonial, y proporcionó ejemplos de artistas latinoamericanos que han trabajado en esta dirección, como Fernando Bayozun y Luis Camnitzer, artistas que cuestionan las narrativas dominantes y proponen nuevas formas de entender el arte y la educación.
El conferencista señaló que la pedagogía normativa y tecnocrática, enfocada en competencias y resultados instrumentales, limita el potencial transformador de la educación. En contraste, abogó por una pedagogía crítica que fomente el pensamiento independiente y reflexivo, enraizada en las experiencias individuales y colectivas de los estudiantes.

“La escuela, en lugar de ser un espacio para reflexionar críticamente, se convierte muchas veces en un mecanismo que impone valores hegemónicos y perpetúa sistemas de exclusión”, dijo en una crítica directa a la educación tradicional, señalando su rol en la reproducción de desigualdades.
En un llamado a la acción educativa, Cabrera citó a Freinet, de quien destacó que “la pedagogía no debe perpetuar la certidumbre que brinda el criterio de autoridad, sino responder a las necesidades reales de la escuela y de los estudiantes”. Freinet abogaba por una escuela que se alejara del intelectualismo rígido y se centrara en métodos vivenciales y participativos, expresó Cabrera. “Concebía la pedagogía como una ciencia de tanteo experimental. Esto significa que la experiencia es esencial, y la ausencia de diálogo o interacción destruye el proceso de aprendizaje».
En cuanto a la educación artística, Cabrera enfatizó la importancia de contextualizarla y citó el trabajo de Ana Mae Barbosa, cuyo enfoque triangular de hacer arte, leer obras y contextualizar, puede contribuir a una educación artística más crítica y relevante. En su intervención invitó a repensar las prácticas pedagógicas desde una mirada integradora y crítica, capaz de responder a los desafíos de un mundo cada vez más globalizado y desigual.
Hizo también sugerencias a la Universidad de las Artes, como implementar una pedagogía basada en la experiencia y la sensibilidad en la educación artística, integrar el arte como herramienta para la pedagogía crítica y decolonial, y cuestionar y desafiar la pedagogía normativa y colonial de las instituciones educativa. Su exposición concluyó con una sesión de preguntas y respuestas del público, en su mayoría académicos e investigadores.

“Problematizar es un reto extraordinario”
En diálogo con InfoUArtes, Ramón Cabrera anotó que aquella educación de conceptos, teoría y memoria, la cual no se ha desterrado totalmente de las instituciones educativas no solo de Ecuador sino del mundo, es una postura acomodaticia. “Problematizar siempre es un reto extraordinario. Asumir el mundo tal cual está y aprendérselo de memoria es simple. Hay un esfuerzo, pero un esfuerzo menor. El esfuerzo de problematizar y de ver de qué manera la problematización te conduce a caminos difíciles”.
Es ir en contra de la corriente, pero a favor de una autenticidad, de ser, de conocer, de autenticidad, de saber, de liberarte de los modos y modelos, de construirte y de perder el miedo porque todavía vivimos en represión, añadió.
Por eso es que Freire hablaba de introyección, concepto que lo toma de Sigmund Freud “y que tiene que ver con el hecho de que el dominado está poseído por el dominador. Piensa tal cual él y considera que debe estar donde está. Eso es lo que le corresponde, estar abajo”.
Cabrera sostuvo que hay un concepto que se utiliza mucho en los últimos tiempos y que, particularmente a él en el campo de la sociología, le parece extraordinariamente perverso: “el de resiliencia, el cual es totalmente adaptativo y todo concepto adaptativo es un concepto retardatario y retrógrado porque trata de buscar la complacencia en las condiciones que tiene. Es decir, aquiétate, estate abajo, siéntete bien estando abajo, te corresponde estar abajo”.
Es un concepto que se alaba, pero la resiliencia es perversa, reiteró. “¿Cómo que voy a ser resiliente?, ¿cómo puede ser un mérito serlo? No, yo no soy resiliente. Yo estoy en contra de estar abajo. Yo estoy en contra de que las cosas sean como son. Estoy en contra”.
Frente a los modelos educativos y pedagógicos, el pedagogo e investigador Ramón Cabrera opinó que tiene que estos deben ser instituyentes y no instituidos, tienen que estar en proceso y ser constantes, abiertos e ininterrumpidos. “Cuando la configuración es siempre un proceso de construcción, pero tú no participas ahí en la construcción, te conviertes en un ente previamente construido. Toda esa estructura permite que el que no conoce, que el que no sabe pueda dirigir. No sabe del arte, pero sabe de la partitura, es decir, sabe de la norma y se rige por la norma. No saben del contenido, pero saben de la metodología como un proceso de algoritmización del pensamiento”.
Texto: Carmen Cortez/Dircom y Eleinn Rivera, estudiante de la Escuela de Literatura.







