“Como si habitáramos una tierra incógnita” y “Archivo de lo mínimo”, dos propuestas expositivas de estudiantes de Visuales

Del itinerario de Prácticas Tridimensionales, en la Sala de Exposiciones de La Rotativa, ubicada en el patrimonial edificio El Telégrafo, se inauguraron dos muestras con trabajos de los estudiantes de la Escuela de Artes Visuales, aunque en la agenda de la V edición de Inter[•]actos conste como una.

Y es que el docente Daniel Alvarado inauguró junto con sus alumnos de Artes Visuales una exposición colectiva a la que denominaron “Como si habitáramos una tierra incógnita”, conformada por piezas de variadas temáticas y técnicas, y a la vez mantuvieron un conversatorio acerca de “Archivo de lo mínimo”, que igualmente mostraba trabajos de prácticas escultóricas en el espacio.

En el diálogo, el artista y docente comentó haberles propuesto a seis de sus estudiantes juntarse en pareja para hacer una especie de análisis de sus respectivos procesos creativos; en la práctica, los detalles sobre lo que están desarrollando como propuesta artística. Uno intervino para hacer observaciones y comentarios del trabajo del otro, y viceversa. De esa manera, dijo, estoy elaborando y apalabrando unos sentidos que todos tienen que ver con mi propio proceso creativo.

Agregó que con la propuesta quiso que salieran de la cierta rigidez que suele haber en el proceso. “(…) Hay cosas que domino y conozco sobre mi proceso, pero hay muchas otras que se me escapan y estos diálogos permiten una retroalimentación desde otra perspectiva sobre lo que cada uno ha venido a proponer”, explicó al público que acudió a la inauguración de obras, en su mayoría estudiantes y administrativos.

Se dieron a conocer entonces criterios de ida y vuelta de lo que cada uno reconoció del trabajo del compañero. El docente anunció que los primeros en realizar el análisis procesual y de bosquejo de ideas de su compañero serían Christian Jara y Jeffrey Zambrano, aclarando que el análisis era de carácter procesual y de bosquejo de ideas. Hizo también alusión a la temática de Inter[•]actos en su quinta edición: “Habitares, espacios donde se desarrolla la vida” y apuntó que la idea era habitar. “Cada uno, de alguna manera, al compartir su proceso con el otro no solo abre una puerta para que el compañero pueda interiorizar cuestiones que puedan ser de su interés, sino que también habita ese proceso”.

“Todo este proceso artístico que se centra más en el proceso metodológico que va a la creación de obra”, dijo Jara de la propuesta de Zambrano, quien no pudo asistir al diálogo. Que habían mantenido conversaciones, agregó, precisando que la obra en proceso tenía aspectos muy personales. Hay una parte que conocemos como la actividad normal de las personas en un colectivo, pero también una más onírica, como lo son los sueños y pesadillas, y cómo mediante distintas conexiones, que serían lo alambres que el prototipo se mostraba. Alambre por ser un material maleable”, añadió, ahondando en detalles de sus apreciaciones sobre los procesos de Zambrano y los suyos propios.

Igualmente, en pareja, analizaron los procesos de las propuestas de sus compañeros y de sí mismos: Carolina Narváez, Elizabeth Estupiñán, Jennifer Criollo y Miguel León. En La Rotativa, sus obras aún en ejecución y acompañadas por bitácoras, gráficos, anotaciones, fueron ubicadas en mesas en el lado izquierdo de la sala.  

De la muestra “Como su habitáramos una tierra incógnita”, expuesta en simultáneo, el docente Daniel Alvarado señaló que fue curada por Arianna Aragundi, del itinerario de Curaduría, y que sus expositores eran estudiantes de la asignatura de Procesos de Creación II.

Reiteró que, considerando la premisa de la V edición de Inter[•]actos: Habitares, con sus estudiantes se plantearon la idea de recorrer la ciudad y habitar sus espacios personales. Así, a lo largo de La Rotativa se pondrán observar hasta el miércoles 23 de julio los trabajos de siete estudiantes: Melissa Lucas (Melon Mystic), que tituló a su obra “Cartografía personal”; Miguel León, con “Encapsular lo que resta”;  Cristina Avellán, con “Pieza #1, 2, 3, 4, 5”; William Mena, con “Cartografía latente de un cuerpo vegetal”; Óscar Martínez, con “S/t”; John Molina, con “Lo que se quiebra también habla”; y Gustavo Synch, con “El sujeto escindido G.G, un encuentro cruzado”.

De “Como su habitáramos una tierra incógnita”, su curadora señaló en el texto de sala: Hay lugares que ya no hablan, pero siguen escuchando. Espacios donde el silencio no es ausencia, sino espera. La ciudad, a veces, se revela ahí: en la madera astillada que alguna vez sostuvo un techo, en la raíz que avanza sin tocar, en el gesto frágil que insiste, aunque nadie lo vea. Nada se construye desde lo evidente, sino desde lo que se filtra. No se levanta sobre lo sólido, sino sobre lo que quedó: lo que parecía inservible, lo que se apartó, lo que se consideró demasiado pequeño o demasiado tarde. ¿Qué formas pueden nacer del resto? ¿Qué cuerpos tienen lugar en lo que fue desecho?

Este espacio guarda una vibración dormida. Ya no imprime palabras, pero todavía respira. Aquí, no se busca ocupar, sino acompañar. Aparecen como memorias sin nombre, como fragmentos que encuentran otro ritmo. Nada se impone. Todo se sostiene en su duda. Hay en este gesto algo de arqueología emocional. No se trata de rescatar por nostalgia, sino de reconocer que lo roto también tiene temperatura, que lo que fue tocado por el tiempo todavía puede ser cuerpo. Se in-tenta reordenar sin clausurar. De habitar sin cerrar la puerta.

Entre luces que apenas iluminan, ramas suspendidas, texturas encontradas, lo doméstico y lo urbano se confunden. Lo mínimo se vuelve paisaje. Lo invisible, territorio común. Tal vez la pregunta no sea cómo construir, sino cómo cuidar. Cómo volver a mirar lo que ya está. Cómo habitar lo que no se dice.

¿Y si el futuro se parece más a un retazo que a un plano? ¿Y si todo esto estas materias, estas formas, estas pausas fuera ya una forma de permanecer?

Texto: Carmen Cortez/Dircom.

Comparte esta nota