Everardo González trató las bondades del azar en el cine y trajo documentales que retratan la violencia desde el testimonio

El taller “El cine: las bondades del azar” y la proyección de los documentales “Una jauría llamada Ernesto” y “La libertad del diablo” trajeron a Inter[•]actos al director mexicano Everardo González, cuya obra se caracteriza por plasmar problemáticas sociales, retratar a los más vulnerables de su país, abordar temas sobre el territorio, la migración y las fronteras, víctimas y perpetradores. Las dos producciones cinematográficas con las que participó en los encuentros públicos de artes, en su V edición, enfocaron la violencia desde el testimonio de las víctimas y los victimarios.

Del 16 al 18 de julio, el taller se desarrolló en la Sala de Experimentación Sonora del MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes. El mismo miércoles 16, en la Sala de Cine se presentó “Una jauría llamada Ernesto” y el jueves 17, “La libertad del diablo”; en ambas proyecciones, su director estuvo presente y dialogó con la audiencia en foros que contaron con la moderación de la cineasta Priscilla Aguirre, docente y coordinadora de la maestría de Cine Documental.

“Una jauría llamada Ernesto” fue estrenada en el 2023 y hasta la fecha ha sido nominada a Mejor Largometraje, Mejor Música, Mejor Película; obtuvo también el premio especial en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara. En el documental, González enfoca la vida de los jóvenes que participan en el crimen organizado.

De cómo surge la interacción en las formas de habitar el cuerpo y el diálogo fueron algunas de las inquietudes planteadas. Estudiantes de la Escuela de Literatura expresaron que, al principio, el lenguaje y la forma de proyectar los diálogos de los personajes ocasionó cierta incomodidad, sin embargo, al final de la proyección, esa incomodidad terminó siendo el “yo” dentro de la película.

Everardo González habló de las diferentes situaciones de intimidación que se cultiva o glorifica en comunidades de América Latina. Por lo cual, y con absoluta pericia dentro del foro, relató las cualidades, desafíos e inspiraciones que lo llevaron a presentar la idea que se llevaría a cabo para en su momento una nueva proyección cinematográfica.

“Nada fue inmediato, pero todo tiene que ver con tener las llaves de acceso, tuvimos dentro a personajes que venían de ese mundo y gracias a ellos se pudo lograr tomas, diálogos y lo más importante que nuestros equipos estuvieran a salvo, porque al final ellos se protegían y se cuidaban”, dijo González. Señaló, además, que su objetivo no era buscar hacer una apología sobre este tipo de violencia criminal que estaba ya para este momento muy visto.

Por el contrario, se trató de contar esas experiencias de vida que pueden comenzar desde un niño y concluir hasta un anciano, quienes pueden verse envueltos en una serie de riesgos. “Cuando nos llegaron los equipos, después de semanas de estar recorriendo estos lugares a los que queríamos llegar, yo tenía claro que no quería una mirada fuera de lo humanitario. Tuvimos mucho material. Entre ellos contaban cómo torturaban, secuestraban e incluso mataban, entonces mi decisión fue tomar la visión de alguien que debía cumplir con lo impuesto, pero que en el camino rezaba para no encontrar a su víctima, que aún mantenía esa parte humanitaria”.

La audiencia hizo preguntas en torno al documental y a las situaciones tras cámaras y lo que pudo haber pasado Everardo González al tratar de filmar las escenas que se visualizan en la película. Su respuesta fue únicamente confianza. “Tener confianza y dar confianza, ya habíamos trabajado con dos muchachos y uno de ellos era hijo de uno de los duros, entonces, cuando se presenta este proyecto él fue nuestro intermediario e hizo llegar el mensaje de: En él puedes confiar”.

A pesar de las dificultades en torno a este proyecto o las dudas de las que el mismo Everardo Gonzáles dio cuenta durante el foro, las cuales ahondaron en que si se llegaría o no a terminar la película, el cineasta mexicano reiteró que había que tener confianza, confiar en el grupo de trabajo que lo acompañó de principio a fin y en buscar, en todo momento, ver el lado de una historia que es escuchada por todos, pero muy poco vista desde una seria realidad.

Con igual detalle y tras la proyección de “La libertad del diablo”, un documental ​enfocado en el fenómeno de violencia en México y que recoge el testimonio de las víctimas y de quienes perdieron a sus fami​liares, desaparecidos tras ser secuestrados y torturados, pero así también a los victimarios. El propósito, se anotó, fue ahondar en los motivos y las consecuencias que generan y acarrean los actos de violencia, aunque no es una producción de denuncia.

En “La libertad del diablo”, víctimas y victimarios hablan con máscaras que cubren sus rostros porque, anotó el director, el anonimato permite libertad de discurso y hurgar en las emociones. Quebranta también la idea del rostro de la maldad.

El cineasta tiene una trayectoria de dos décadas en la cinematografía y su obra de documentalista es considerada como una de las más sólidas en América Latina. Durante sus años como director ha acumulado diversos premios, entre ellos un Ariel de Plata, premios en los Festivales de Toulouse, Montreal, Locarno, BAFICI, Guadalajara, CRFIC y el FICM. Es miembro de la Academy of Motion Picture and Sciences y de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.

Texto: Allison Espinoza, estudiante de Literatura. Edición: Carmen Cortez/Dircom.

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