Se inició el pasado 2 de mayo y extenderá hasta el 12 de septiembre próximo. Es el taller “Indagar lo propio”, una capacitación docente colectiva programada por la Escuela de Artes Visuales de la Universidad de las Artes que se inscribe en un proceso situado, contextualizado y de análisis sobre los elementos que conforman la relación entre el Modelo Educativo Pedagógico de la UArtes y los procesos inherentes de la enseñanza de la carrera.
En las 55 horas y 20 sesiones programadas para el taller se busca trabajar y poner en debate las reflexiones críticas, creativas y pedagógicas de la malla curricular, que responda a las exigencias de la producción artística y la comprensión del Arte Contemporáneo, en correspondencia con las necesidades propias de la carrera. Los docentes Saidel Brito y Ruslán Torres, también director de la Escuela de Artes Visuales, aparecen como coordinadores y facilitadores, pero todos son responsables de dirigir en algún momento la presentación de lo que se expone.
En diálogo con InfoUArtes, Ruslán Torres indicó que el título “Indagar lo propio” surgió en La Habana cuando él era decano de la Facultad de Artes Visuales en el ISA (Instituto Superior de Arte/Universidad de las Artes) y que en su concepto plantea que todos los procesos a realizar en la pedagogía, en la excelencia del arte y en la investigación deben salir intrínsecamente, tanto de la facultad, de la escuela –en este caso–, como de la creación de las artes visuales.

Acreditación y modelo pedagógico
“Sabemos que estamos en un proceso de evaluación para la acreditación llevado por el CACES (Consejo de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior) y en medio de revisar documentos que antes no teníamos. Analizar los modelos de evaluación de 2019 y 2023 ha sido fundamental, cosas que se plantean, incluso diferencias entre sí”.
Ruslán Torres reflexiona acerca del Modelo Pedagógico Educativo que rige la enseñanza en artes de cada escuela de la universidad y sostiene que cuando se trata de arte los procesos cambian, son mucho más amplios porque tienen que estar en consonancia con la producción del arte contemporáneo. El modelo educativo tiene que ser un organismo vivo, un documento flexible.
Por esa razón y con el objetivo de mejorar el procedimiento educacional “Indagar lo propio” pretende defender esa autonomía, libertad y singularidad que debe tener la creación desde las diferentes áreas, en este caso, desde las artes visuales. El director de Artes Visuales y también docente de la carrera cita al pedagogo y psicólogo John Dewey, quien expresa que “la experiencia es la conformación de vivencias que se van dando a partir de la afirmación y la conciencia que uno tiene de esas vivencias”
Entonces, la experiencia va creciendo, decreciendo, aumentando, disminuyendo, se va transformando. Este modelo educativo tiene que estar en consonancia con eso. Tiene que ser un organismo vivo que esté alimentándose de toda esa relación que se da en un contexto tanto universitario como guayaquileño, como del Guayas, como de Ecuador, como de Latinoamérica, como del mundo.

Indica que en el taller “Indagar lo propio” se retoma la idea de entrar en los procesos más singulares de las artes visuales y desde ahí empezar a trabajar un taller de capacitación acorde a lo que estamos abocados a hacer en este momento con relación al CACES, pero, sobre todo, con lo que debe ser la escuela hacia el futuro.
“El semestre pasado se hizo de fotografía, de elementos, pero yo dije: vamos a definir qué es especializado; porque si armamos debate sobre la transformación de la malla curricular en consonancia con el arte contemporáneo desde las artes visuales, es un taller especializado. Todos tienen que estar en el proceso de conformación de las ideas que se debaten, incluidos los estudiantes”, dijo.
Estudiantes, el mejor termómetro
Precisamente, incluyendo a los estudiantes es que decidió no dejar de dar su clase, sino mantenerla porque no hay otro mejor termómetro de cómo están sucediendo las cosas que lo que pasa en el aula “y cómo los estudiantes ven tus clases en relación con otras clases y fenómenos”.
La materia que Torres dicta en octavo semestre es Clínica de Proyectos, la cual prepara a los estudiantes para su tesis de titulación. Es una asignatura que tiene que analizar todo lo que ha hecho el estudiante en los semestres anteriores, conformar una línea de investigación a partir de lo que ha venido trabajando. “Me gusta porque no es el resultado final como tesis, aunque la tesis tampoco es el resultado final, es el comienzo de su vida profesional”.
En Clínica de Proyectos conversa mucho con los estudiantes, no solo de arte. “Tienes que conversar sobre cómo viven, dónde viven, qué les afecta, cuáles son sus sufrimientos más fuertes, para eso llevarlo a una obra –visual, sonora–, porque las artes visuales comprenden todos estos lenguajes. Son clases muy intensas y eso es lo que he hecho por 20 años”.
El producto que sale es una combinación de anteproyectos para su vida, mezclados con anexos donde llevan todas sus experiencias. “Aunque hay una evaluación con la que tenemos que cumplir, estoy en contra de las rúbricas con relación a la producción y a la enseñanza del arte porque encasillan y dogmatizan hasta cierto punto la evaluación”, anota Torres y asegura que a los estudiantes no les pide leer un mismo libro. Son 17 caminos, en ese momento diferentes, a los que debe dedicarle tiempo para ver qué bibliografía les envía, analizar sus documentos, sus esquemas y los ejercicios a realizar.
Terminan con ese documento –como inicio de su proceso de titulación– para escribir su anteproyecto de tesis, pero también deben terminar con una producción sincera, ampliada y personalizada. “Quizás esa misma metodología es la que hemos tratado de llevar al taller, pues lo que estamos haciendo en estas primeras sesiones es un diagnóstico de lo que ha pasado con nuestra carrera, con nuestra malla curricular”.
El arte debe ser el centro
Refiere que otra de las cuestiones que plantea el taller, que está en el nuevo modelo y se pide a los directores y unidades, es crear métodos para la articulación a las funciones sustantivas. “Considero que no hemos pensado en el arte desde sus orígenes como ente que unifica todo. Estamos mirando la vinculación, la investigación y la docencia por separado, como elementos distantes que hay que unir, pero el arte debe ser el centro y desde él desprender esas articulaciones para decir qué tanto de vinculación, investigación y docencia tiene el arte, porque el arte tiene también una función educativa”.
Estamos en un espacio académico que responde a la institucionalización, a la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES), y dentro de esto cómo entendemos las leyes establecidas, qué podemos incorporar a ese relacionamiento para que cumpla con esos estándares sin desprenderse de esa vinculación inicial que ya tiene el arte, cuestiona Torres y destaca que “ahí es donde cabe la idea de trabajar con contextos vulnerables, vamos a los territorios, a trabajar con necesidades especiales, a ubicar públicos específicos. La socialización de las mismas producciones artísticas sería lo primero y a partir de ahí se daría todo lo demás, eso en cuestión de vinculación”.
Si vamos a investigación es lo mismo, sostiene Torres y explica: el arte ya tiene un componente investigativo, intrínsecamente ya tiene un sentido investigativo. El artista crea metodologías y procesos, observa, experimenta, instituye, se cuestiona cosas, duda, representa más que una conclusión, siempre una nueva pregunta.

“Luego viene el qué, el para qué, el cómo, el cuándo, el dónde y todas esas preguntas que nos torturan a los artistas, a veces. Esto es una cosa y otra es ver el fenómeno desde las posiciones más académicas (lo que es entendido académicamente como investigación en arte, desde el arte, a través del arte, para el arte) y en la educación volvemos a lo mismo, tenemos un proceso intrínseco de la obra de arte, de formación, de enseñanza, que no es enseñar a pintar a alguien, es lo que tú aprendes viendo una obra o leyendo un libro o viendo una película. Esto es solo una idea simple, la relación entre arte y educación en muchísima más compleja, por supuesto”, explica.
“El taller lo que pretende es buscar formas, visibilizar las que ya tenemos en las escuelas para presentarlas como nos están pidiendo. Yo digo que el taller es como crear una especie de antivirus, es para que todos estemos conscientes. Hay un ejercicio que ya le mandé a todos los docentes es que cada uno se lea el modelo educativo y vea cuál es su correspondencia la materia que imparte o, mejor dicho, la relación entre su materia y el modelo educativo”, precisa Torres, quien considera, además, que la dirección a su cargo no puede ser vertical, tiene que ser consensuada con todos los docentes.
También compartió algunas de las lecturas que se planea examinar a lo largo del taller, entre estas: “El Ojo del Observador” de Paul Watzslawick y Peter krieg (Comps.), un texto fundamental para entender la idea de lo objetivo y lo subjetivo, y cómo la ciencia contemporánea está validando al sujeto; otro libro igual de importante es “La objetividad, un argumento para obligar» de Humberto Maturana, que trata de la concepción del mundo que cada uno se construye y la relación con la que aparentemente ya existe; “Arte como experiencia estética” de la mano de John Dewey; y, por último, «Conceptos Viajeros en las Humanidades» de Mieke Bal, cuya tesis afirma que los conceptos no tienen un lugar específico, sino que van de un lugar a otro dependiendo de las funciones que se quiere ver cumplidas.
Fotos: Cortesía Escuela de Artes Visuales UArtes







