Como tesis de grado Sergio Mendoza Serrano, quien acaba de concluir la carrera de Creación Teatral, en la Escuela de Artes Escénicas, trabajó en un proyecto interdisciplinario al que tituló “En busca de un método de entrenamiento actoral a partir de la improvisación teatral basada en las técnicas de la Danza de Contacto y la Payasería”.
En el contenido de su trabajo final explica que con el interés de configurar un espacio en el que puedan circular reflexiones sobre el crecimiento del ser en escena y fuera de ella, estructuró su proyecto artístico integrando su experiencia en la profesionalización en las Artes Escénicas con diferentes visiones, como la de Keith Johnstone, en la improvisación teatral; la de Jacques Lecoq, quien plantea un estudio exhaustivo sobre el Payaso o Clown; y, la de Steve Paxton que propicia el camino para integrar una noción de cuerpo como productor de conocimiento, pensamiento y cambio.
Agrega que el programa para el mejoramiento de la capacidad de improvisación teatral basado en estas técnicas establece una reflexión sobre los vínculos filosóficos, políticos, pedagógicos y técnicos entre estas prácticas y la formación del actor-actriz; planteando, además, técnicas de improvisación como puente vinculador entre las capacidades investigativas y artísticas. “Se propone la inclusión de estas disciplinas en el entrenamiento profesional, en este caso de estudiantes de primeros semestres de la carrera de Artes Escénicas y personas vinculadas con pedagogías experimentales en artes, fomentando la creación de espacios de aprendizaje, además de contribuir al pensamiento crítico-político sobre la formación actoral.
La idea de plantear un trabajo que combinara la Danza de Contacto Improvisación y la Payasería, refiere, nació a partir de su experiencia en el Proyecto Respiral, dirigido por Santiago Harris, docente de la Universidad de las Artes, con quien junto a otros tres compañeros atravesaron un proceso de investigación y práctica de estas dos áreas. “Previo a esto mi primera confrontación con estas disciplinas había sido a nivel institucional con la Payasería desde la cátedra establecida en la malla curricular y con la Danza de Contacto a partir de un curso propuesto por Harris en el área de vinculación, todo entre el 2017 y el 2018. Dentro del proyecto, ahondando durante el proceso investigativo en espacios reflexivos, me encontré con diversos cuestionamientos que surgían en cuanto a la formación profesional de un actor/actriz en nuestro contexto”.
Encuentro así, desde su experiencia y como testigo de los procesos de sus compañeros condicionantes que se presentan como dificultades al momento de confrontar situaciones específicas del campo teatral. Aquí se me ha permitido reconocer al cuerpo como territorio, donde diferentes fuerzas conviven y colisionan constantemente, fuerzas que pueden ser reveladas a partir de prácticas de improvisación vinculadas con la búsqueda de la libertad del cuerpo y sus lenguajes en el contacto con el otro o con el enriquecimiento de capacidades emocionales y relacionales desde su individualidad.
“En el cuerpo de los estudiantes de actuación, cargado de dinámicas y circunstancias restrictivas, y que al verse desprovistos de herramientas que potencien sus capacidades en escena, se encuentran con situaciones externas que, a mí parecer, pueden ser de dos tipos: una sobre exigencia por parte del docente que puede llevar a un trauma físico o psicológico al estudiante o una descontextualización de un ejercicio que al no estar preparado para ejecutarlo lo más probable es que tenga una dificultad para reaccionar”.
En este trabajo se presenta la premisa de que a través de un entrenamiento basado en la práctica constante de ejercicios de improvisación vinculados con la Danza de Contacto y la Payasería se propiciaría el alcance de cierta libertad y fluidez interpretativa; poseyendo un cuerpo alerta, preparado y listo para reaccionar con condiciones necesarias que el actor/actriz pueda enfocar individualmente a sus intereses profesionales.