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En “Esa mujer es la muerte”, Ángela Arboleda, su autora, revisita cuentos de miedo de la tradición ecuatoriana

En la Feria Internacional del Libro (FIL) Guayaquil 2022, realizada en septiembre pasado, en el stand de UArtes Ediciones de la Universidad de las Artes uno de los libros recién salido de imprenta fue “Esa mujer es la muerte. Representaciones femeninas en cuentos de miedo de la tradición ecuatoriana”, escrito en género ensayo por Ángela Arboleda Jiménez.

Tan recién llegada estaba la obra, que su autora, quien en la FIL estuvo en el espacio “Cuenta Cuentos” y es, justamente, reconocida como narradora oral, confiesa que se sorprendió y emocionó al hallarla en el stand del sello editorial de la UArtes. Sentimientos compartidos por lectores que, como constató InfoUArtes en el recorrido que hizo por el recinto ferial, se sintieron atraídos por la temática y su titular, sacado de un dicho bastante popular.  

Conocer del libro y sus procesos a través de la escritora, docente y alumna de pre y posgrado de la UArtes, era un diálogo pendiente finalmente concretado y su publicación en este día, en que el Ecuador recuerda a los difuntos, resulta propicio.

Por qué “Esa mujer es la muerte”. Muchos de los cuentos de miedo, anota Arboleda, tienen que ver con el miedo que tenemos de morir, con el miedo que tenemos a las figuras espectrales, a nuestras leyendas llenas de personajes monstruosos y abyectos. Por lo general, en los cuentos populares la muerte es femenina y figurada como La Dama Tapada, La Dama del Tamarindo, La Tacona, La Viuda del Farolito…

Libro nació como tesina de una maestría de su autora en la UB

Antes de continuar, vale insertar la respuesta de Arboleda sobre el origen de la obra, su sexta sin contar las antologías en las que ha sido considerada. La escribió en el 2016, revela, como la tesina de una maestría que hizo en la Universidad de Barcelona (UB), especialidad Género e Identidad.

Desarrollarla le “sacó canas verdes” porque, más allá de un proceso investigativo que conoce de sobra, tenía años sin hacer estudios universitarios y el lenguaje académico nunca fue el que mayormente había ido desarrollando, pues lo suyo son el lenguaje literario y los temas de oralidad. Lo asumió como un reto y como resultado obtuvo la calificación de matrícula de honor, lo cual le daba paso directo a un repositorio. Esto, sin embargo, tenía sus condiciones, como no poder utilizar su trabajo durante cinco años.

Hasta la fecha, confiesa Arboleda, no logra entender qué le pasó, pues su respuesta fue que si no lo podía publicar, modificar, ni fragmentar en cinco años desistía de estar en ese repositorio de la UB. Intentos hicieron por convencerla de lo contrario, mas ella fue tajante. Ahora reconoce que debió aceptar porque si bien pensó que podía publicarlo en Ecuador en menos de un lustro, nunca se propuso hacerlo.

La razón es que siempre está en muchas actividades, como señala Jorge Izquierdo en el prólogo que escribió para “Esa mujer es la muerte”: Ángela Arboleda no para. Es escritora de literatura contemporánea, estudiante de danza (séptimo semestre en la UArtes), profesora de temáticas en gestión cultural y, ante todo, articuladora de uno de los encuentros de oralidad más importantes de nuestro medio: Un cerro de cuentos.

Respuesta a convocatoria que UArtes Ediciones hizo a docentes

Con el cargo de conciencia de no haber permitido que su tesina estuviera en el repositorio de la UB, Arboleda halló un posible alivio en la convocatoria que UArtes Ediciones hizo para que los docentes enviaran textos para publicación. Si bien envío su trabajo, la docente/estudiante confiesa que lo hizo sin esperanzas, pues considera que “la universidad tiene un cuerpo docente magnífico e investigadores y teóricos fabulosos con mucha experiencia en publicaciones académicas”.

Se olvidó del tema y vinieron la pandemia y otras circunstancias. Entonces, una docente que había integrado el jurado de selección de obras le señaló que su trabajo gustó y hasta le refirió un fragmento. Arboleda solo se preguntó dónde lo habría leído ella, pero no ahondó, sino que lo atribuyó a que quizás el par de colegas a quienes había compartido su tesina se la reenviaron.

Por sus varias actividades, Arboleda cayó nuevamente en el olvido -esta vez del comentario-, hasta que le llegó un correo que indicaba que su obra había sido seleccionada para publicación “y, además, física”, dice emocionada, admitiendo que ama la idea del libro en papel, del olor a tinta y de recién salido de imprenta.

Pero, para llegar a la impresión, la obra siguió un largo proceso, pues tras la selección vino la lectura de pares, quienes se tomaron su tiempo, y Arboleda, acorde a los comentarios recibidos, la replanteó y dio un nuevo orden para que se entendiera mejor lo que quería contar. Finalmente, la sometió a consideración de UArtes Ediciones, llegándole el esperado “se imprime”.

Para la tesina, lo que propuso e hizo en la UB fue revisar a los personajes femeninos figurados en los cuentos de miedo, los que, dependiendo de la leyenda, tuvieron diferentes análisis. Al respecto, en el prólogo Izquierdo señala: Con destreza, Ángela hace un repaso caleidoscópico por relatos fundamentales de las memorias históricas de comunidades locales.

Revisitar cuentos donde la mujer aparece como simbología de la muerte

“Pensé, la mujer como la muerte es esa mirada que se tiene al respecto en nuestras culturas. No en todos ha calado la idea occidental de la muerte como algo negativo, sino que es parte de un ciclo. En las visiones andinas, prehispánicas y comunitarias de nuestros pueblos ancestrales su relación con la muerte es distinta. Por ello, la celebración del Día de Difuntos es diferente y se lleva comida. La figura de la mujer no es negativa, sino que tiene relación con aquello de que la muerte es el otro lado de la moneda, la otra cara es la vida y están en perfecta relación”.

En su texto, Arboleda hace referencia a los principios Heideggerianos, del filósofo alemán Martin Heidegger (1889-1976), de que “somos seres para la muerte y lo que nos hace humanos es nuestra mortalidad”. Añade que le pareció hermoso revisitar cuentos donde la mujer aparece como una simbología de muerte y mirarlo desde por qué ocupa ese lugar. “Revisitar los cuentos para cuando se los vuelva a contar, se lo haga desde esa otra mirada y no necesariamente de una forma negativa que niegue el saber popular de las comunidades. No por ser tradición está correcta, pero tengo que entender en qué momento histórico, social y geográfico se figura a la mujer de determinada manera”.

Cada cuento, sostiene, requirió una lectura distinta y diferentes teorías: literaria, feminista, sociológica. En su obra lo analiza, respetando la idea de que tiene una mirada occidental. El título “Esa mujer es la muerte” para su obra lo tomó del argot popular porque quiere decir algo bueno, en realidad; que es lo máximo.

Además de la maestría que cursó en la UB, Ángela Arboleda tiene un diplomado y trabaja en la tesis de una segunda maestría, la de Escritura Creativa que estudia en la UArtes. “Esa mujer es la muerte” tiene 183 páginas y su portada e ilustraciones son de Alisa Pincay. También ha publicado: “Tuétano”, “Había una vez en Samborondón”, “Historias de abuelos y cirgüelas”, “Nadie sabe qué hará mañana” y “Leyendas y tradiciones orales del Ecuador”.

Cuenta con obras incluidas en antologías: “Mensaje en una botella”; “Vol. I Terror ecuatoriano, Siglo XIX y leyendas”; “VIU 2013 III Encuentro de creadores, visiones urbanas Entrelíneas”; “El desafío de lo imaginario e “Historias bajo el Sol”, en los libros binacionales de narrativa contemporánea Perú-Ecuador, 2011 y 2008, respectivamente.

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