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Escritor y docente Roberto Ramírez altera en novela “Tamia, el universo” la historia de la literatura universal

Tamia, el universo es una ucronía que se inserta en la tradición de la novela latinoamericana del dictador, teje con los hilos del tiempo una nueva versión de la historia: altera hechos, lugares y personajes que todos conocemos para recordarnos que la literatura existe también como una posibilidad para invertir la historia, para tomar al fin aquel camino que, en su momento, no nos atrevimos. Es una lucha cuerpo a cuerpo contra el olvido: ¿pero acaso puede la literatura perpetuar la memoria más allá de lo que nace y muere sobre esta diminuta roca azul que flota en el espacio?”

El sitio web planetadelibros.com.ec reseña así la obra Tamia, el universo (editorial Seix Barral), del escritor ecuatoriano Roberto Ramírez, docente de la Escuela de Literatura de la Universidad de las Artes, a quien señala como una de las nuevas voces ecuatorianas con mayor resonancia del continente, publicado en Ecuador, México y Colombia. Cita también sus novelas:  La ruta de las imprentas (2012), No somos tu clase de gente (2018), que ganó el Premio Nacional de Literatura Aurelio Espinosa Pólit, y Evangelio del detective formidable (2021).

A continuación, reproducimos una publicación que sobre Roberto Ramírez y su obra hizo recientemente diario El Universo con el título: “Las dictaduras quieren aplastar cualquier idea progresista”: Roberto Ramírez altera la historia de la literatura universal en “Tamia, el universo”.

Un universo sin Gabriel García Márquez, donde Ernest Hemingway no se suicidó, Mario Vargas Llosa no ganó nunca un Nobel y muere en un accidente de tránsito y la mejor escritora de la mitad del siglo XXI es una mujer ecuatoriana; esta es la reconstrucción histórica que propone Roberto Ramírez en su libro Tamia, el universo, donde la Unión Soviética lleva la delantera tras ganar la Segunda Guerra Mundial.

Ramírez tiene 41 años, es de Quito y desde septiembre vive en la urbe porteña. El escritor cuenta que este nuevo libro surgió de esa afición de poder jugar con la literatura, “un juego casi de cómic”. Tuvo como referencia a la novela El hombre en el castillo, una ucronía en que Philip K. Dick plantea un Estados Unidos controlado por Alemania y Japón, luego de que la Segunda Guerra Mundial fue ganada por las fuerzas del Eje.

“Lo que me movía era descubrir qué hubiese pasado con la literatura latinoamericana si durante la Guerra fría habría sido más fuerte la presencia de la Unión Soviética en nuestra región”, afirma Ramírez.

Su libro presenta a Tamia Torres, una escritora que regresa a ver la tradición de las novelas que se escribían durante este periodo. Escribe una nueva versión de la historia: altera hechos, lugares y personajes. “Esa tonalidad sigue el resto de la novela. De repente, hay los escritores del boom que son diferentes”, dice el autor.

Tamia “termina haciendo una obra que quizás ningún hombre ha logrado hacer”. Ramírez describe a este personaje como una genia que se embarca en la tarea de lograr lo imposible: “lograr que la memoria humana permanezca por siempre, y se descubre a sí misma con el tiempo”.

Es por esta razón que más allá del juego de alterar los hechos que todos conocemos, el gran motor narrativo de Tamia es combatir el olvido, inspirada en su recuerdo más grande, Aída, su abuela. La idea es que a partir de su muerte quiere dar cuenta en su obra de ella para que no se la olvide y no se le olvide a la humanidad. “A medida que pasa la novela se va dando cuenta de cuán fácil va a ser esta tarea de no permitir que alguien olvide a alguien…”, explica.

Este personaje trata de encontrar un montón de escritores que son olvidados. “Más allá de que hable de muchas literaturas inventadas, muchos escritores inventados. Yo creo que la novela trata sobre la memoria, las ganas que tenemos de que no nos olviden”, apunta.

La presencia femenina de este libro la lidera Tamia, sin embargo, son los nombres masculinos los que continúan resonando en la literatura, como Enrique Vila-Matas, Carlos Fuentes, Carl Sagan. “Si es que la Unión Soviética tenía mayor supremacía en Latinoamérica, ¿habría sido más inclusivo con el género femenino? La respuesta es que no (…) las dictaduras quieren aplastar cualquier idea progresista”, reflexiona Ramírez.

El nombre de Tamia fue elegido principalmente por un tema de gustos. “Tamia me parecía un nombre muy simpático, muy melancólico, porque significa lluvia. Me parecía bonito dotarle de ese rasgo”, dice.

El libro lo terminó de escribir en seis meses. “Los primeros tres meses me la gocé mucho, y los segundos tres, me deprimí bastante… me absorbía lo que estaba narrando… y eso de cierta forma le dio una dimensión que no había planeado, porque le dio a mi personaje una dimensión profundamente humana”, declara.

Tamia, el universo se encuentra disponible en todas las librerías del país y en digital por Amazon.

Foto: Cortesía El Universo

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