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Gerardo Bautista expuso en muestra el retrato que hizo de su abuela como un tributo a sus raíces y cultura afro

“Siento que encontraré mi camino en el arte visual”. Gerardo Mejía resume así sus expectativas frente a la carrera en la Escuela de Artes Visuales de la Universidad de las Artes que está por iniciar, una vez concluido el semestre de Nivelación. Junto con los demás estudiantes que cumplieron el proceso, él participó en la jornada creativa y artística que se desarrolló en el MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes, donde el 21 de marzo se vieron los resultados de lo trabajado.  

Con los nombres de Gerardo Bautista, que dice adoptó porque en el ámbito musical ya hay un Gerardo Mejía, el joven artista firmó propuestas que atrajeron la atención de quienes recorrieron la Galería del CIF en el MZ14. Casi a la entrada estaba el retrato de una mujer de la tercera edad pintada en carboncillo. Verlo generó la incógnita de saber quién era y sus porqué.

Pues, como muchos, Gerardo Bautista tiene su historia. La octogenaria que dibujó es su abuela Carmen Ana Lajones Castillo, de 86 años, a quien decidió plasmar como un homenaje a su lucha. A la obra la tituló “Reina” y la trabajó con carbón de parrilla sobre cartulina. En su casa hicieron un asado y él tomó ese combustible fósil para crear arte.

En la descripción de su propuesta expositiva, Gerardo Bautista escribió: “Ella es de las personas que más admiro, respeto y quiero. Como mujer afroecuatoriana ha pasado por mucho y este es un pequeño homenaje a su gran persona”.

Su historia de vida ha sido de lucha y sacrificio, y también herencia de saberes, de lo que es y representa ser afroecuatoriano, anotó con respecto a la progenitora de su mamá. Ella se llama Juana de Jesús Nazareno Lajones y Gerardo la señala como la mejor mamá del mundo, puesto que siempre lo ha apoyado. El día de la exposición también estuvieron sus hermanas: Lady, Nayla y Nayarí, y dos excompañeros del colegio, Jonathan Valarezo y Carlos Santana, con quienes empezó a dibujar y hasta a competir sanamente por ello.

Antes de revelar cómo llegó a la UArtes y los pasos que dio para ese proceso, Gerardo reveló como anécdota que su abuela no supo que la estaba dibujando y cuando le mostró la obra terminada su emoción no fue tanta, hasta pensó que no le había gustado, mas luego entendió que como era de noche y ella no tiene buena visión, no pudo apreciarla. Al día siguiente, “claro y con luz” la observó mejor y le gustó tanto que fue a la inauguración de la muestra colectiva “incluso con el sombrero con el que la dibujé”.

Gerardo confesó que tras graduarse del colegio dejó de pintar. Hubo muchos factores, como la pandemia y falta de seguridad en sí mismo de lo que quería. Añadió que de la nada le empezó a interesar nuevamente el dibujo y que practicó muchísimo durante dos años, llegando a realizar entre 15 a 20 retratos de forma rápida, a fin de soltarse.

De la Universidad de las Artes supo antes de cumplir 15 años, pues participó en un curso gratuito de tinta china que impartió el entonces estudiante Daniel Ochoa, cuyo trabajo admira. Él hablaba de la UArtes y lo inquietó y como luego algunos compañeros de esa capacitación se inscribieron “decidí respetar mis sueños y postulé el año pasado”.

El proceso de admisión no le resultó fácil por la prueba de creatividad. “Era la primera vez que hacía hago algo con una consigna detrás, como representar el cuento Ante la ley de Kafka de manera no literal. Fue complicado, pero se pudo y en Nivelación siento que me desbloqueé creativamente porque me atreví a hacer cosas que no me imaginaba hacer. Mis expectativas son grandes, en la malla curricular veo todas las materias interesantes y siento que serán muy formativas para la carrera artística que quiero formar”.

En la exposición del CIF, Gerardo participa en una instalación grupal de dibujos de los autores de cómo llegaron a la UArtes y los cambios que fueron dando durante la Nivelación, lo hizo en la asignatura Introducción al dibujo artístico, a cargo de Michelle Ulloa Landívar.

También tiene dos trabajos. Uno al que tituló “Sabiduría ancestral” y que desarrolló junto a su amigo Carlos Ayala con retazos de tela, pintura acrílica y plastilina sobre lienzo. “Hace referencia a la espiritualidad universal con la rica herencia cultural afro, con pinceladas que trascienden fronteras. La pieza abraza la diversidad espiritual de la humanidad, confeccionada con una variedad de materiales simbólicos, como tejidos tradicionales y elementos con significados. Se convierte en un tapiz visual que celebra la conexión espiritual entre las culturas afro y el cosmos, transmitiendo un mensaje de unidad y trascendencia”, dijo. Lo trabajó en la materia Operación Artística, a cargo de la docente Tamia Sánchez.

El segundo trabajo es “Abollado”, trabajado con retazos y material sintético de balones sobre cartón. “Esta obra representa parte de mi identidad. Por varios años de mi niñez y adolescencia practiqué el indor. Fueron mañanas, tardes y noches en las que jugaba, peleaba, me lesionaba y pasaba tiempo con mis panas. Por salud no pude seguir. Caminé por las canchas en las que jugué, para encontrar balones reventados y usar su material para esta propuesta. Es un autorretrato lleno de memorias buenas, malas y no tan malas. Lo que sentía jugando un partido de indor, puede compararse con lo que siento al terminar una obra”. La desarrolló en la materia Práctica Disciplinar, a cargo de Michelle Ulloa Landívar.

Fotos: Cortesía Gerardo Bautista y Carmen Cortez/Dircom

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