La obra “Cimarrón”, creada y dirigida por la graduada Khrystel Ortiz, se mantiene en la escena y en una permanente evolución

Creada y dirigida por Khrystel Ortiz, licenciada en Artes Escénicas por la Universidad de las Artes, la obra “Cimarrón” ha estado ya en varios escenarios. El más reciente fue el Pasaje Illingworth del antiguo Palacio de la Gobernación, nuestra sede matriz, donde se presentó en el marco de la 2.ª Casa Abierta de la UArtes, desarrollada los pasados 19 y 20 de agosto. La propuesta abraza la danza y música afro e invita a conocer más sobre su composición y cada uno de los movimientos de sus intérpretes, los cuales tienen su propio significado.

Desde su primera presentación, como tesis de grado de su autora, hasta la actualidad, ¿cuánto ha evolucionado la propuesta? Khrystel Ortiz respondió esta y otras inquietudes partiendo en lo que es “Cimarrón”: “Una obra que dentro de la composición dancística y musical se fusiona con la danza afroesmeraldeña y contemporánea. No puede ser denominada solo como danza contemporánea ni tampoco ciento por ciento afroesmeraldeña”.

La palabra cimarrón tiene varios significados. Hace referencia a un animal salvaje y también a que estos animales –que estaban encerrados en algún punto– se escapaban, dándosele por ello la palabra como apelativo a los negros que huían y se levantaban contra los esclavistas porque no estaban dispuestos a ser sometidos.

Khrystel se propuso a contar la historia para ir educando a los públicos la forma correcta en que se debería ver la libertad en este país. “En su historia, los negros de la provincia de Esmeraldas se manifestaron siempre libres y no estar sujetos a jefes ni amos a quienes rendirles cuentas y servirles”. De allí que quiso contar la historia desde el inicio, desde cuándo y cómo llegaron los negros al Ecuador, a fin de a futuro ir más a fondo, pues tiene mucha información, resultado de una investigación profunda y de mucho tiempo que realizó.

Indagó desde el último semestre se su carrera y por ello tiene muchísimos temas para abordar, como la forma de llevar el cabello las mujeres negras y del por qué y para qué del trenzado y del cuidado. “La victimización a la que han estado sometidos a lo largo de los años, a pesar de ser libres. Supuestamente en la actualidad se respeta mucho la forma de pensar y de vivir, las costumbres y creencias de las personas afro de este país y yo tenía muchas ganas de contar. No sabía por dónde comenzar y en algún punto me senté y pregunté cuál y cómo sería la mejor forma de comenzar y opté hacerlo desde la llegada y cómo se desarrolló la cultura”.

Además de la obra completa, de “Cimarrón” tiene algunas versiones, medidas estas por el tiempo. Las estructuró por fragmentos, refiere Khrytel, anotando que hizo una corta para la producción de una videodanza que le propuso hacer Mullu TV, de Quito, para mostrar en festivales. “La primera versión fue la de mi tesis de grado, con el objetivo de mostrar las danzas como símbolo de resistencia del cimarrón, y duró 30 minutos. La solicitada por Mullu TV tiene 22 minutos y la versión oficial, que es la que realicé con el equipo de intérpretes y, en gran parte, creadores es de 45 minutos, tiene texto, música y recopilación de las danzas”.

Para la Casa Abierta UArtes, Khrystel y el elenco de intérpretes que la acompañó presentaron una danza de 17 minutos. “Les pareció pertinente mostrarla porque es una obra que recopila música y danza, que tiene un trabajo de iluminación muy bien elaborado y los chicos pudieron constatar los alcances o los frutos de estudiar en la universidad. Es una propuesta que abraza la cultura afro, pero también muestra todas las herramientas que tienen la danza y el ámbito contemporáneos. Es una obra que articula estas dos áreas”.

Como creadora, Khrystel reveló que la obra es también el punto de partida de donde comenzó a encontrarse y reencontrarse. “Crecí bajo los brazos de la danza y de la música afrosmeraldeña, pero antes de llegar a la universidad y profesionalizarme no era consciente de la riqueza de mi cultura”.

El salir de su natal Esmeraldas y venir a Guayaquil le permitió ver lo rico e importante que era contar y educar a la gente sobre la realidad y no sobre lo que cuentan los libros de historia. “Significaba reencontrarme con mi negritud, revivir y encarnar lo que vivieron mis ancestros y eso hace que pueda defender con amor y con pasión mi cultura afrosmeraldeña. ‘Cimarrón’ es mi primer trabajo como profesional”.

Cuando comenzó a estudiar Danza y con sus compañeros hacían las investigaciones y conocían obras, los artistas decían que tenían uno, dos, tres y cuatro años de preparación y no entendía de qué se trataba. “‘Cimarrón’ va a cumplir un lustro y sigo indagando y buscando más y más formas de contarles a los espectadores lo que vivimos, lo que fue y es esta lucha por ser respetados y por ser parte también de las comunidades”.

Además de “Cimarrón”, la graduada UArtes trabajó en otra obra que la abordó más desde lo personal, pues habla de los chigualos, una de las prácticas fúnebres de la cultura afroesmeraldeña. “Sé que en otras partes del Pacífico también se realizan y en Ecuador, inclusive, como un acto de la festividad navideña, pero para nosotros es una práctica fúnebre en la que veneramos o tomamos de otra forma la muerte, no como el fin, sino como el inicio de una nueva vida”.

A la obra que menciona la tituló “Chigualo para un angelito” y también nació como una propuesta que le hizo a la Universidad de las Artes, cuyo elenco integraron estudiantes de primero a tercer semestre de la carrera de Danza y como prácticas preprofesionales.

Mientras estudiaba la carrera, Khrystel Ortiz dijo que se había propuesto crearse un espacio en Esmeraldas, a fin de compartir todo lo aprendido con su comunidad, pero la inseguridad que se vive en el país no se lo ha permitido. “No he regresado y como a la par de los estudios me fui desarrollando como bailarina de danzas tropicales, salsa y bachata –siendo profesora, coreógrafa y competidora–, tomé la decisión de abrir mi espacio y con la ayuda de mi madre lo hice”.

Desde allí, aseguró, no solo está dispuesta a compartir sus conocimientos y experiencias en el ámbito escénico como profesional, sino a concebir nuevas piezas dancísticas que hablen de la cultura e historia afroesmeraldeña.

Texto: Carmen Cortez/Dircom.

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