Todos estudiantes de la Universidad de las Artes, pero no todos se conocían, pues pertenecen a varios semestres, carreras y escuelas. No obstante, respondieron en conjunto a la invitación de participar en el “Ejercicio de vínculo N˚ 4: Transferencia emocional”, propuesto por el docente y artista Ruslán Torres, director de la Escuela de Artes Visuales.
La actividad tuvo lugar en la Plaza Pública del MZ14 Centro de Producción e Innovación y constó en la agenda de la V edición de Inter[•]actos, los encuentros públicos de artes. Allí, alrededor de una alfombra ovalada, en forma de elipse, los estudiantes fueron saliendo de dos en dos al centro de ese escenario para una exploración corporal, sensorial y emocional; uno debía guiar al otro, y viceversa, llevándolo a realizar movimientos de extremidades, cabeza, tronco. Todo el cuerpo, sin poner resistencia. Solo debía dejarse guiar.
La propuesta resultó un laboratorio en vivo, donde en pareja los participantes –guiados por instrucciones mínimas– exploraron el acto de dirigir y ser dirigidos desde el cuerpo. A través del tacto, el movimiento improvisado y la atención plena, propiciándose una atmósfera de confianza y entrega mutua.
La “Transferencia emocional” ejecutada no era un juego de dominio, sino un acto profundo de exploración entre dos cuerpos para moldear, conducir, descubrir. El énfasis estuvo en lo sensorial: los dedos guiaron, no se impusieron; los ojos observaron, no juzgaron; el cuerpo se convirtió en un territorio abierto al encuentro.

El ejercicio dejaba en evidencia las capas invisibles que constituyen nuestras relaciones: la confianza, la resistencia, la duda, la curiosidad. Cada gesto se volvió un micro-relato emocional, una forma de lenguaje sin palabras que permitiera sentir al otro no desde la distancia, sino desde la cercanía tangible. Los asistentes a la Plaza Pública no solo fueron testigos, sino también parte activa de una práctica que desestabilizó las jerarquías del escenario.
Douglas Macharet, quien está en Nivelación de Artes Visuales y participó en la escena, dijo haber estado en talleres de danza contemporánea de la UArtes, pero el ejercicio que ejecutó permitió una interacción de emoción y subjetividad tanto suya como de quien lo acompañó. Por eso, cada uno en la interacción, sacó movimientos diferentes y de diferentes calidades.
Eleinn Rivera, de la Escuela de Literatura, también intervino en el ejercicio que tuvo la consigna de no interactuar verbalmente con el compañero o la compañera con quien se lo ejecute. Ella participó dos veces, pues en la primera hizo justamente eso, hablar con la persona que guiaba sus movimientos. Ya en la segunda oportunidad que tuvo cumplió la consigna: generar una conexión de movimiento fluido sin necesariamente conocerse y dejarse llevar por la manipulación. “Descubrí en el ejercicio que tengo bastante inconformidad con mi cuerpo y que debo confiar más en el otro”, expresó.
De su experiencia con “Transferencia emocional”, la estudiante subrayó que, en esencia, fue un acto radical de escucha corporal: “De dejarse tocar y tocar sin invadir, de abrir el cuerpo como canal de diálogo sin necesidad de palabras. Un ejercicio que confirma que el arte también puede ser un espacio de cuidado y reparación”.

Al término del ejercicio, Ruslán Torres analizó con los estudiantes el resultado del ejercicio. Su primer cuestionamiento fue por qué se opuso a seguir patrones en torno al movimiento del cuerpo. “Nadie dijo no”, precisó formulándoles a los participantes una segunda pregunta: ¿Cómo se sintieron más cómodos, siendo manipulados o manipulando al otro?
Una de las alumnas respondió que, para ella, fue más fácil ser dirigida y/o manipulada que tomar las responsabilidades de dirigir o manipular la situación. Torres explicó que en el “Ejercicio de vínculo N˚ 4” desarrollado el cuerpo fue la herramienta fundamental porque conectó desde los lenguajes visuales y la performance, el teatro, la danza, la escritura, todo.
Agregó también que el ejercicio y sus resultados serán parte de un taller que dictará el próximo semestre y que se enfocará en el arte y la experiencia. Será una propuesta más compleja, adelantó, pues lo presentado era solo un preview.
La “Transferencia emocional” tiene que ver con el cuerpo, pero también con la toma de decisiones más allá de un acto de conciencia, expresó el docente y director de escuela, quien obtuvo más respuestas en torno a la pregunta de la comodidad percibida siendo manipulados o manipulando.
Explicó que el evento, simbólico, tenía que ver con el arte, porque básicamente lo pensó como una obra de artes visuales más performática y participativa. “Tiene que ver con una toma de conciencia de procesos. Hay que romper la idea de la manipulación y tomar la iniciativa y hay que tomar participación de las cosas y no dejar que la gente influya de la manera en que puede influir, porque el primer punto del ejercicio era cómo actuamos a partir de cómo actúan sobre nosotros. Ese era el primer ejercicio y el patrón se repitió”.

Ante la repregunta planteada por InfoUArtes de qué hubiera pasado si alguien se oponía al patrón no permitiendo la manipulación y tomar las riendas para no ser manipulados, Ruslán Torres respondió que lo siguiente era pedir un nuevo patrón o la creación de una nueva forma de continuar el ejercicio. El participante tenía la libertad de tomar la decisión, pero también debía ser creativo y continuar con la práctica.
A los estudiantes, InfoUArtes también preguntó por qué no cambiaron el patrón. Uno de los participantes admitió que le resultó más fácil dejarse manipular y manipular el cuerpo del otro que, en su caso, sí le era conocido y tuvo la confianza de que iba a respetar su cuerpo. Añadió que por la carrera que cursa, una de las premisas básicas es desarrollar confianza con el otro, que es aprender también a dejarse llevar.
Otro estudiante señaló que, en ambos casos, ser guiado y ser guía, había que respetar el cuerpo y ser empático, tratándolo con el cuidado que se tiene de uno mismo y que se espera del otro. Añadió, no obstante, que hubo movimientos que tuvo que adaptar a su cuerpo porque eran muy rápidos y no es tan flexible.
El docente indicó que cuando se actúa sobre el otro hay que desdoblarse y transformarse para poder transformar el otro. “(…) Nosotros en cada momento, día, clase y obra pensamos que estamos transformándonos para llegar a un algo, llámese música, teatro, danza. Es importante que más allá de que exista confianza también debe existir la desconfianza de todo. Estamos participando en un ejercicio de manipulación que lleva a la reflexión sobre las relaciones de poder, de la construcción del otro, de cómo participamos de situaciones en las que somos objeto de manipulación. Todo eso también está en el ejercicio, incluyendo la reflexión sobre los lenguajes del arte, todo lo que podamos hablar, son debates más extensos”.


Torres consideró fundamente tener conciencia de los procesos que se viven para poder tener conciencia de los procesos que se van a crear. Si no vivimos nada, no tenemos nada que decir, somos gente vacía.
En diálogo con InfoUArtes, el director de la Escuela de Artes Visuales indicó que el ejercicio se creó a partir de un proyecto mayor, denominado Laboratorio de la conducta. “Ese ejercicio, que mezcla mucho la pedagogía, tiene una sección que se llama ejercicio de vínculo, que son experimentaciones en espacios culturales, puesto que hay varios ejercicios. Me gustó mucho el ejercicio porque hubo estudiantes de todas las disciplinas y todos los cuerpos posibles y cuando digo cuerpo me refiero no solamente al físico, sino también al intelectual, a los lenguajes que están manejando y de dónde vienen”.
Es un ejercicio que hizo hace unos diez años, agregó Ruslán Torres, indicando también que se mezcló la alfombra en forma de elipse, como símbolo de espacio vital.
Texto: Carmen Cortez/Dircom.







