La poesía “forajida” y de versos libres de Paola Salazar; la estudiante de Literatura ganó del concurso Ileana Espinel Cedeño

Paola Andrea Salazar Cubillo, quien cursa el tercer semestre de la carrera de Literatura, es la primera estudiante de la Universidad de las Artes en ganar el concurso nacional de poesía Ileana Espinel Cedeño, el cual se realiza en el marco internacional del festival homónimo que desde el 10 de noviembre reúne en Guayaquil a 70 poetas de diez países.

El comentario lo hizo Augusto Rodríguez, director del Festival Internacional de Poesía de Guayaquil Ileana Espinel Cedeño, en el acto de premiación del certamen poético que tuvo lugar en la Biblioteca de las Artes y fue el preevento inaugural de una cita que en este año llegó a su edición número 18 y cuyas actividades se desarrollarán hasta el 14 de noviembre en varios escenarios de la ciudad.

La docente Siomara España, hizo la presentación del acto y es una de las poetas nacionales invitadas al festival. Con ella, nuestros también profesores de Literatura, Maritza Cino, María Paulina Briones y Jorge Tigrero; de entre los estudiantes, la ganadora del concurso y Gabriel Delgado, director-fundador de Editorial Entrópica; y Tyrone Maridueña Guerrero, funcionario de la Dirección de Comunicación UArtes.  

Cabe anotar que en el evento preinaugural hubo mesas de lectura de poemas con autores internacionales y nacionales, así como una integrada totalmente por nuestros estudiantes, lo cual Siomara España mencionó con mucha satisfacción. Junto con Gabriel Delgado los convocados a ese compartir fueron Thais Mendoza, Valeria Martillo y Cecibel Cortez.

“La escritura de un poema tiene que ser corpórea”

Antes de la premiación, InfoUArtes dialogó con Paola Salazar para conocer en detalle del poemario con el que intervino en el concurso Ileana Espinel Cedeño, así como de otras intervenciones en certámenes literarios, su producción artística y preparación académica.

Comenta que desde el 2019 empezó a enviar sus trabajos a ciertos concursos. En ese año participó por primera vez en un certamen de poesía y lo ganó. Fue el Josep Carner i Puig-Oriol del Casal Catalá, cuya entrega de reconocimiento fue virtual debido a la pandemia. Sin embargo, en la edición 2021 del mismo evento la invitaron a la premiación presencial; en el 2023 volvió a concursar y quedó finalista.

Igualmente, en el 2023 participó en el certamen de narrativa Allan Coronel Salazar, de la Fundación Édgar Palacio de Quito, el cual ganó; también concursó el año pasado con el cuento “Herencia” y este 2025 con el cuento postapocalíptico “El Día E”, en ambas intervenciones obtuvo Mención de Honor. 

“Creo que desde que entré a la Universidad de las Artes estoy experimentando más con mi narrativa”, comenta Salazar y revela que escribir le viene desde la infancia, cuando inventaba cuentos y se los contaba a sus profesores. También es collagista, pues hace collage análogo con recortes de revistas y con lo que se encuentra. Recuerda que de niña se ponía a recortar y hacía sus propias revistas, sus propios libros; se ponía a recortar e inventar historias.

Siempre le llamó la atención la literatura, pero la poesía en sí entre los 16 y 19 años, cuando en el bachillerato escogió la especialización de Ciencias Sociales. Sin embargo, al graduarse se decidió por el Periodismo, carrera que cursó en la Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil. “Lo estudié para hacer periodismo cultural o enfocado en las artes. Siempre tuve esa pasión y vocación por las artes, pero no fue algo que quedó suspendido”.

Suspendido, pero no olvidado porque siguió leyendo y escribiendo. La poesía siempre estuvo con ella, incluso cuando experimentó una época en que no podía escribir narrativa nunca la abandonó porque era un refugio, una manera de entenderse a sí misma, de entender sus emociones y lo que sucede a su alrededor. 

Su poesía es de versos libres y tienen algo de musicalidad. Justamente, en este año ha experimentado más con sus versos, pero en un accidente con su laptop perdió archivos con abundante material creado. Pese a los intentos por recuperarlos, sencillamente se eliminaron. Logró salvar sí una novela a medio escribir, pero el poemario que trabajó y quería enviar al concurso Ileana Espinel Cedeño se perdió.

Revela haberle comentado el incidente a Solange Rodríguez, escritora y docente titular UArtes, y ante la imposibilidad de recuperar lo perdido la animó a continuar escribiendo y tomarse su tiempo, porque para un autor la pérdida de su creación es como un duelo.

El semestre pasado vio la materia de Lírica, donde se habló mucho sobre lo qué es la poesía. Se leyeron a algunos nuevos poetas y al hacerlo descubrió que la poesía es lo que quiere escribir, pero una poesía convulsionada, lo cual visibilizó en el poemario que envió al concurso con el título de “Forajidas”.

Para Paola Salazar “la escritura de un poema tiene que ser corpórea”, pues algo se tiene que sentir en el cuerpo. “Si no te hace temblar, estremece ni provoca una reacción es porque no te ha llegado y yo quiero sentirme con el cuerpo convulsionado cuando escribo y me leo”.

Son diez los poemas que envió al concurso del festival poético, escritos todos en este año. Son frescos y forajidos porque son existenciales y apuntan a la búsqueda de un significado que no dicen. “Son como un reflejo, como un espasmo. Son reacciones de cómo me siento en ese momento porque, justamente, busco reacciones en los otros”.

«Forajidas» la convierte en intérprete

Con y a través de su poesía, Paola Salazar anota sentirse viva y presente. “Siento que algo fluye por dentro y quiero provocar con mi poesía tristeza, incomodidad, pasión, un dejarse llevar… Es por ello el título de ‘Forajidas’, pues abarca todo y a la vez nada, y no tienen solo una voz, sino varias y soy la intérprete”.

Manifiesta también que cuando escribe un poema lo hace de corrido. “Si estoy haciendo algo y alguna palabra me resuena la escribo. Me resuena una figura, la escribo. Después me siento y comienzo a relacionar. Es parecido al collage que hago. En mi escritura, las palabras y frases no están incluso en el diccionario porque son resultado de mi inventiva, surgen de pronto. Gusto de ellas porque me parecen atractivas, son provocativas y seductoras. Entro en un estado poseso y comienzo a escribir y de repente hablo desde una perspectiva tal vez femenina”.

Coincidentemente, fue también en el 2019 que Paola Salazar se propuso poner en práctica lo que de verdad quería hacer. A la Universidad de las Artes la había admirado desde lejos e incluso desde que se inauguró la Biblioteca de las Artes fue una usuaria recurrente e iba también a los eventos y charlas de la UArtes, como Libre Libro; siendo incluso tallerista, pues propuso y dictó un taller de collage.

En el 2024, la novel poeta tomó la decisión de cursar una nueva carrera, Literatura. Siento que la universidad me ha ayudado a encontrar mi voz y a quitarme muchos conceptos erróneos que tenía sobre cómo escribir poesía. “Me ha abierto creativamente”, subraya, revelando que la poesía que ha escrito últimamente es rápida y sin pausa, incontenible. “Me gusta que sean así porque cuestiona y responde; me gusta que tenga un aura mística y mágica”.

Volviendo a los diez poemas que componen “Forajidas”, la obra ganadora del Eliana Espinel, Paola Salazar indica que su estructura es irregular porque usa palabras inventadas, poseen un título universal, son largos y fueron escritos de manera “convulvasionada”.

Escribir va más allá de un oficio

“Expresan mucha vulnerabilidad, sensualidad y conexión con el cuerpo. La poesía te desnuda, te hace sentir expuesta, tocada, viva. Hablarlo ahora me provoca esa misma sensación. Aquí estoy, viva, siendo humana porque pude haber sido cualquier otra cosa: un árbol, una estrella, un simple grano de polvo, pero nací humana y como tal me hago preguntas constantes sobre la existencia, de dónde venimos, a dónde vamos y qué significa todo esto. Además, como mujer, también estoy atravesada por las imposiciones de una sociedad machista que dicta cómo debemos comportarnos: sumisas, serenas, silenciadas”.

Escribir va más allá de un oficio, reflexiona. “No es solo sentarse a decidir qué palabras usar: es un acto visceral que compromete lo que uno conoce y desconoce. Mis poemas no pretenden dar respuestas definitivas; son más bien intentos por articular miles de pensamientos desbordados. Por ejemplo, hay un poema que me gusta mucho llamado ‘Astronómica’. Forma parte de uno de los poemarios que se me borró y habla de una voz poética que flota libremente por el universo hasta que irrumpe en el plano humano. Esa transición entre la inmensidad cósmica y el pequeño cuerpo humano me resulta fascinante”.

A otros de sus poemas lo tituló “Universal” y habla de la misma voz poética confrontando su realidad terrenal: “Yo una vez fui completamente libre, vagaba por el universo, pero ahora soy solo un mono desnudo…”. “Cuestiona su existencia desde esa pérdida. Pude haber sido una estrella, el Sol, un hábitat infinito…, pero no lo soy; soy simplemente esto. Pienso también en lo que significa la vida después de la muerte. Perdí a mi madre y eso abrió en mí una perspectiva diferente. Hoy siento que ella ya no es solo un cuerpo. Ahora es viento, hojas, flores; se ha convertido en parte del todo. Creer en esto me consuela porque pienso que tal vez siempre hay más vida tras la muerte, y eso también es poesía”.

Texto y fotos: Carmen Cortez/Dircom.

Comparte esta nota