¡Dinos tu propósito textual!

Va comenzando diciembre y nos toca correr. Las decoraciones navideñas, las fiestas y los amigos reclaman nuestra atención. Nos detenemos un segundo y ya tenemos encima al 2026 preguntando qué hicimos durante todo el año, qué pasó y cómo vamos a superarnos.

Como muchas otras personas, es probable que, en aras de superar esa vara, te hayas autoimpuesto cumplir un propósito. Según la CNN, hacia el segundo mes del año alrededor del 64% de esos aspirantes a la superación personal abandonan sus objetivos. Y entonces nos preguntamos: ¿Por qué siquiera existe esta tradición de escribir un propósito?

Para encontrar la respuesta hay que mirar al pasado. En la antigua Babilonia, durante el festival de Akitu, que marcaba el inicio del calendario babilónico, se hacían promesas a los dioses para mantener la armonía: pagar deudas, devolver herramientas agrícolas o reparar compromisos pendientes.

Roma retoma el gesto a su manera. Los romanos no hablaban de «propósitos», pero sí buscaban iniciar el año con una disposición renovada; los funcionarios realizaban juramentos de lealtad y compromiso, intentando entrar al nuevo ciclo con claridad moral.

Y aunque han pasado milenios, la esencia permanece. Candida Moss, profesora en el Departamento de Teología y Religión de la Universidad de Birmingham, afirma que «el deseo de empezar de nuevo es un impulso humano universal». Y no podríamos estar más de acuerdo. A esto nos gustaría agregar que el ser humano también tiene un impulso igual de profundo: el de comunicarse y ser comprendido.

En el CEAT te invitamos a escribir tus propósitos, pero no esos propósitos grandilocuentes o difíciles de sostener, como los de Babilonia o Roma. Hablamos de algo más cercano, más útil y más tuyo: tus propósitos textuales.

Así como los antiguos utilizaban sus compromisos para ordenar su mundo, nosotros te proponemos utilizar la escritura para ordenar tu proceso académico, encontrarte contigo mismo en tus textos y permitirnos acompañarte en esa mejora.

Afuera del CEAT encontrarás que la Navidad llegó, y nos preparamos con todo el espíritu para celebrar lo bueno que este año nos ha entregado y proyectarnos hacia el siguiente con esa misma energía.

Junto al pendón del CEAT, al extremo de la mampara, te espera un buzón y, a su lado, una cajita con una hoja muy especial. En ella encontrarás un espacio para escribir tu nombre, tu correo institucional y, finalmente —y lo más importante— tu propósito textual.

Para que te hagas una idea, aquí te comparto dos ejemplos reales.

Yo, por ejemplo, escribiría:
Nombre: Irene Mena
Correo institucional: irene.mena@uartes.edu.ec
Propósito textual para el año 2026: Me propongo conjugar los tiempos verbales correctamente cuando escriba un texto.

Mi mejor amiga escribiría:
Nombre: Alina Martínez Flores
Correo institucional: alina.martinezflo@uartes.edu.ec
Propósito textual para el año 2026: Me propongo aprender a diferenciar las palabras homófonas.

Y se me ocurre que mi primo podría escribir algo así:
Nombre: Jorge Sánez
Correo institucional: jorge.sanez@uartes.edu.ec
Propósito textual para el año 2026: Voy a esforzarme para entender de una vez por todas cuándo debo poner tilde y cuándo no.

Lista de ideas

Como ves, todos los propósitos textuales son bienvenidos; ninguno está mal. Y por si no se te ocurre uno todavía, aquí te dejamos una lista de ideas que podrías incluir:

  1. Aprender a usar correctamente los conectores.
  2. Usar la coma con criterio, sin asesinar la unión entre sujeto y verbo.
  3. Aprender a tildar correctamente las palabras.
  4. Eliminar las muletillas como «básicamente, o sea, pues, en ese sentido, por así decirlo, de hecho…».
  5. Dejar que el texto que escribo repose antes de volver a corregirlo.
  6. Trabajar en mejorar la claridad y la precisión en mis ideas.
  7. Usar correctamente los signos de puntuación, especialmente los dos puntos, puntos y coma y el guion.
  8. Evitar el uso excesivo de citas textuales y priorizar la interpretación y análisis propio.
  9. Desarrollar una introducción clara y atractiva en cada texto.
  10. Escribir de manera más concisa, eliminando lo innecesario y evitando la redundancia.

Te invitamos nuevamente a acercarte al CEAT y dejar tus propósitos textuales en nuestras manos. Nosotros, por nuestro lado, nos proponemos usar el tercer trimestre del próximo año para hacerte un recordatorio amable y constatar juntos que lo has cumplido (sin presiones; literalmente, sin presiones).

Porque empezar de nuevo es un impulso universal. Y escribir mejor también puede serlo.

Texto: Ismenia Mendoza, estudiante de la Escuela de Literatura. Fotos: cortesía del CEAT.

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