Folclorista chileno Ernesto Guerra trajo “El arpa de América” al VIII Piano ma non solo

La charla performática “El arpa de América”, dictada por el arpista y folclorista chileno Ernesto Guerra Muñoz, reafirmó la propuesta de “Piano ma non solo”, evento hito de la Escuela de Artes Sonoras de la Universidad de las Artes que este año llegó a su VIII edición. El piano no está solo, dijo en su intervención al inicio de la cita Javier Ocampo, director de la Escuela de Artes Sonoras, y en su ponencia Guerra anotó que piano y arpa se fusionan perfectamente, llevando a la audiencia a explorar su historia y simbología en lo musical, social y comunicativo, así como la relación entre ambos instrumentos.

Piano y arpa son versátiles, elegantes y sofisticados. Aunque tienen características y técnicas de interpretación propias comparten algunas similitudes, refirió Guerra mencionándolas: son de cuerda, son los más antiguos y modernos de los instrumentos musicales, son considerados verdaderos prodigios de ingeniería y mecánica, son utilizados en una amplia variedad de géneros musicales –barroca, clásica, bossa, jazz, rock y folclórica, por nombrar algunos–, son instrumentos inspiradores de grandes compositores y poseen una variedad de piezas que en su conjunto dan un bello sonido.

Agregó que su construcción requiere de una combinación de habilidad, paciencia, estética y precisión. La fabricación de sus estructuras se realiza con maderas nobles y metales de alta calidad. Junto con herramientas y habilidades técnicas, se requiere una comprensión profunda de la física del sonido y los principios de la música, a fin de lograr una afinación precisa. Piano y arpa exigen una técnica refinada para su dominio. Ambos han dejado una huella significativa en la historia de la música y continúan siendo apreciados, estudiados y utilizados.

En su exposición, Guerra también hizo referencia a las diferentes partes y funciones del piano y del arpa, así como la relación que existe desde su composición. Poseen clavijero, clavijas, cuerdas, cajas de resonancia y pedales; el primero un bastidor y el segundo un balaustre, explicó describiendo las partes antes anotadas.

“La historia de la música nos ha dejado tesoros escondidos en el tiempo. El concepto de tocar cuerdas percutidas, pinzadas, frotadas y pulsadas es muy antiguo”, precisó Guerra. El monocordio, primer referente, fue creado en el año 582 a.C. por iniciativa del matemático Pitágoras, quien estudiando la proporción del sonido descubrió los fundamentos de la afinación, desarrollando la octava musical.

“Por los años 3200 a.C., a lo largo de la costa del mar Mediterráneo, los griegos, egipcios y fenicios, dan paso al salterio. Y en el tercer milenio antes de Cristo, año 2700, en Mesopotamia, encontramos a uno de los instrumentos tan profundo y evocador, rodeado de magia y leyendas. Platón, Pitágoras y Aristóteles ya hablaban en profundidad de los beneficios y los efectos de su sonido”, dijo.

Ernesto Guerra con los estudiantes y docente de la Unidad Educativa Ezra Taft Benson presentes en la cita.

Reveló tratarse de la Lira, compuesta por siete cuerdas pulsadas, dispuestas en forma de abanico. Las más antiguas tenían tres cuerdas, luego se fueron desarrollando hasta tener cinco, siete e incluso 18. “Las primeras civilizaciones, Grecia, Siria, Anatolia, Egipto y Roma la usaban para sus rituales y danzas sagradas. En este contexto, podríamos decir que estos instrumentos han influenciado en los componentes del piano y del arpa”.

A finales del siglo XVII, Fernando de Médicis, músico y príncipe de Toscana, deseaba que su clavicordio expresara más el lenguaje del corazón “y ese deseo se cumplió cuando en 1711 Bartolomeo Cristofori creó y construyó la primera versión del piano: el forte-piano, sin duda, el primer piano clásico, cambiando por completo la historia de la música. El instrumento gustó mucho en todo Europa y aunque el piano es un descubrimiento italiano éste empezó a fabricarse en Alemania”.

Por algunos años varios fabricantes refinaron y mejoraron su diseño hasta que en 1855 Heinrich Steinway lo perfeccionó por completo. Bach, Mozart y Beethoven elogiaron las excelentes características del instrumento, creando las mejores piezas musicales. Durante el siglo XIX, el romanticismo alcanzó su apogeo y el piano se convirtió en el instrumento dominante de la música clásica, su mayor exponente fue Frédéric Chopin.

La evolución del piano ha sido significativa a lo largo del tiempo, sostuvo Guerra, nombrando la espineta, el virginal, el clavicémbalo y el clavicordio como antecesores del piano actual. “Desde sus orígenes hasta la actualidad han existido múltiples variedades de pianos: de cola, verticales, cuadrados, rectangulares, de 108 teclas, digitales, eléctricos, electroacústicos, teledirigidos y todos, con sus innovaciones, han permitido una mayor calidad de sonido y una mayor capacidad para expresar la música”.

Pero ¿qué es un piano?, preguntó Guerra, definiéndolo como un instrumento de cuerda percutida que contiene una arpa en su interior y se lo fabrica con maderas, metales y acrílicos de alta calidad; posee 56 teclas blancas y 32 teclas negras, 5 teclas negras por cada octava, lo que permite moverse en varios registros distintos, cada tecla produce una nota diferente.

Su nombre “piano”, se traduce en italiano como suave y despacio, sin embargo, en un principio, se lo conocía como “forte-piano”, porque su capacidad de producir sonidos fuertes y suaves a la vez. “Estos matices que ofrece el piano fue el gran logro de Bartolomeo Cristofori. Hoy en día sigue siendo uno de los instrumentos más populares y versátiles en la música”.

¿Y qué hay del arpa?, volvió a cuestionar Guerra, señalándolo como un instrumento con muchas historias que ha acompañado a la humanidad durante milenios. Ha sido clave en el desarrollo musical de Europa y Latinoamérica, como expresión de arte y manifestación de cultura. Tiene diferentes modelos, números de cuerdas, sonoridades y técnicas interpretativas. Hay medievales, dobles, triples, góticas, barrocas, clásicas, eléctricas, jarocha, llanera, andina y paraguaya.

Agregó dos divisiones del arpa: diatónica y cromática, siendo declarado en 2019 por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. «En Peguche, Otavalo, es indispensable en matrimonios, nacimientos y velorios. “En muchas culturas, su fenómeno sonoro de resonancia está ligado a la creación”, contó

La charla de Guerra fue concebida como performática, pues junto con la detallada información que brindó, resultado de sus estudios e investigaciones, repasó las composiciones y a sus autores a nivel de Latinoamérica, ofreciendo luego un concierto para el que contó con la participación de estudiantes UArtes que lo acompañaron con la flauta traversa, con el canto y con la danza: Diana Denisse Alvarado y Jacqueline Velarde, en ese orden.

De 1944, el expositor trajo a la memoria el tema “Cascada” de Digno García, Paraguay; de 1945, “Pájaro Chogüi” de Guillermo Beer, Argentina; de 1959, “Pájaro Campana” de Félix Pérez Cardoso, Paraguay; y de 2018, “Agua viva”, composición de su autoría.

Con la audiencia, Ernesto Guerra compartió el repertorio: “Agua Viva”, “Alondra”, “Vasija de barro”, “El cóndor pasa”, “Pájaro Chogüi”, “Gracias a la vida” y “Moliendo Café”.

En imágenes, el maestro Ernesto Guerra durante su intervención (la mañana de hoy, martes 29 de octubre) y en el concierto que brindó con el acompañamiento de estudiantes UArtes. Al finalizar su charla performática, la Escuela de Artes Sonoras le entregó un reconocimiento por su presencia en la VIII edición de «Piano ma non solo».

Texto: Carmen Cortez/Dircom InfoUArtes

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