Identidad de Guayaquil, arquitectura y memoria; diálogo y presentación de obra

La historia y el desarrollo urbano de Guayaquil fue la temática que el jueves 7 de noviembre congregó en el Pasaje Illingworth del antiguo Palacio de la Gobernación, sede matriz de la Universidad de las Artes, a académicos, gestores culturales y ciudadanía en general para dialogarla junto a Florencio Compte, arquitecto, máster en Pensamiento Estratégico y Prospectiva para la Educación Superior y docente universitario.

La cita, denominada “Forma y Paz: ¿Cómo deconstruir la ciudad?”, se propició en la X edición de Libre Libro y dio marco a la presentación de la obra “Deconstruyendo a Guayaquil”, de la autoría del ponente, quien comentó que le tomó cerca de cinco años desarrollarla, un tiempo necesario para entender a fondo las dinámicas urbanas y plantear alternativas de planificación que respondan a los requerimientos de la urbe.

Junto con otros colaboradores, Florencio Compte señaló que el libro examina y cuestiona las “macronarrativas” que rodean la construcción de Guayaquil, la cual no es únicamente un conjunto de edificaciones y monumentos, sino una serie de historias y relaciones que se construyen a través de las experiencias de sus habitantes. Entre los temas abordados, destacó la conversión de antiguos cines de barrio en iglesias evangélicas, el descuido del Cementerio de los Extranjeros y la problemática de conservar la Isla Santay como pulmón natural.

Durante el conversatorio, se hizo también mención de la riqueza y multiplicidad de narrativas que conviven en Guayaquil, contrastando con el olvido y pérdida de documentos y memorias que han sido eliminados o deteriorados, muchas veces intencionadamente. Asimismo, Florencio Compte habló sobre el río Guayas y su potencial como vía de transporte urbano, proponiendo una alternativa de movilidad que podría beneficiar a la ciudad.

La participación del público fue un elemento clave. Los asistentes plantearon preguntas sobre el estado del río Guayas, el deterioro de edificaciones históricas y las posibilidades de una Guayaquil equitativa e inclusiva. El expositor expresó su escepticismo ante un cambio real sin una voluntad transformadora, haciendo eco de una frase de Platón que resonó entre los asistentes: “El fin de la injusticia será cuando los políticos sean filósofos y los filósofos sean políticos”.

La transformación de espacios antiguos, como los cines de barrio que en muchos casos se han convertido en iglesias evangélicas o simplemente han desaparecido, entró en el análisis. Compte explicó que la historia de una ciudad se cuenta a través de los lugares que permanecen en la memoria colectiva. Si estos son destruidos o convertidos sin reflexión, se pierde parte de la identidad. Esta reflexión llevó a un acalorado debate entre los asistentes, quienes señalaron la importancia de preservar la memoria de estos lugares como símbolos de una Guayaquil que resiste el paso del tiempo.

De entre el público, una de las invitadas hizo referencia a la diversidad social y cultural en Guayaquil, destacando la importancia de los obreros mestizos, indígenas y afroecuatorianos en su construcción y resaltó cómo estos grupos han sido fundamentales en el desarrollo urbano, pero a menudo marginados en los procesos de toma de decisiones y planificación.

“Los obreros mestizos, indígenas y afroecuatorianos son los pilares invisibles de la ciudad. Son ellos quienes, en su gran mayoría, construyen las infraestructuras que después disfrutamos todos, pero sus condiciones de vida y trabajo no han sido mejoradas de manera proporcional al crecimiento urbano».

El autor abonó señalando cómo a lo largo de la historia de Guayaquil la contribución de estos grupos ha sido crucial en la construcción de la ciudad, desde las grandes obras de infraestructura como la catedral hasta los detalles más pequeños de la vida cotidiana. Sin embargo, muchas veces estos trabajadores no han sido reconocidos adecuadamente ni en términos económicos ni sociales, incluso hay fotos donde estas etnias son borradas de los negativos de la vieja ciudad.

Con respecto a las islas Mocolí y Santay, Florencio Compte señaló que ambos lugares ilustran bien los retos y contradicciones de la expansión urbana en Guayaquil. Mocolí, una isla exclusiva desarrollada con complejos residenciales de alto costo, representa un modelo de crecimiento urbano que no incluye a toda la población. “Está diseñada para quienes pueden pagar, mientras que otros sectores de la ciudad permanecen en el abandono”, dijo. En contraste, la isla Santay se ha mantenido más protegida, aunque no exenta de presiones urbanísticas, y ofrece un ejemplo de cómo la conservación de áreas naturales podría integrarse en el crecimiento urbano sin desplazar la naturaleza.

Otro tema relevante fue la relación entre el río Guayas y el desarrollo urbano. Compte planteó una visión alternativa: “Podría ser nuestra avenida principal si lográramos verlo como una vía de transporte urbano en vez de un obstáculo”, sugirió y visiblemente emocionado cuestionó: “¿Qué pasaría si pensáramos el río como un espacio de encuentro y no solo como una frontera natural?”.

La charla también tocó el descuido del Cementerio de los Extranjeros, símbolo del pasado multicultural de Guayaquil. Compte expresó su frustración al respecto: “¿Por qué olvidamos a aquellos que ayudaron a construir esta ciudad? En cada rincón de Guayaquil hay una historia que merece ser contada”. Estas palabras resonaron entre los asistentes, muchos de los cuales comentaron sobre la pérdida constante de sitios históricos en la ciudad.

“Es fundamental realizar construcciones organizadas y con planificación a largo plazo para evitar estas invasiones”, destacó, agregando que una ciudad equilibrada en infraestructura y servicios puede reducir la necesidad de asentamientos informales. En su libro, expresó, plantea que una planificación organizada debe incluir no solo un enfoque en la expansión de la ciudad, sino también en la rehabilitación de zonas ya habitadas para garantizar que los habitantes tengan acceso a servicios básicos y espacios públicos.

Al cierre de la cita se anunció la venta del libro de Florencio Compte y así también que para quienes no disponían de los recursos para adquirirlo había un código QR para descargarlo de manera libre y gratuita, solo para fines educativos y de difusión de la obra.

Texto: Eleinn Rivera, estudiante de la Escuela de Literatura.

Comparte esta nota