La vicerrectora de Posgrado e Investigación en Artes, doctora Olga López, inició su intervención en la ceremonia de graduación de la séptima promoción de la Universidad de las Artes con una cita de la obra “Mi herida existía antes que yo” (p. 128) de Laura Llevadot: “… hoy en día el arte contemporáneo no es sino esto: un artefacto ideado para hacer sentir y pensar de otro modo. Fin de la belleza como ideal regulador del arte. Bienvenidos a la complejidad de lo real”.
A su intervención la tituló “Problemas de nuestra época, una nueva episteme: una nueva estética” y tras citar también al filósofo Kant y sus interrogantes en torno a la ilustración, Olga López indicó que era sobre la episteme de nuestro tiempo, es decir, la cartografía del pensamiento que nos inquieta en nuestros días lo que quería abordar, cuestionando ¿cuál es el conjunto de problemas sobre los que pivotan los saberes, lo individual y lo colectivo?
Anunció entonces una enumeración que dijo no sería exhaustiva, pues esperaba que a su lista las y los graduados agregaran otros problemas que los toquen de manera más próxima e intensa “y con los que podríamos configurar de modo más detallado una cartografía epistémica de nuestro tiempo”.

El primer componente de su lista, precisó, es la crítica al capitalismo petrosexorracial, término acuñado por Paul B. Preciado (Dysphoria mundi) en donde sintetiza la destrucción del ecosistema, la violencia sexual y racial, el consumo de energías fósiles y el carnivorismo industrial. Cada uno de estos aspectos ha llegado a su límite, es el marco tensor de la política y el debate en el que se juega la supervivencia en la tierra al punto de pronosticarnos doscientos años como límite de la vida. En contraposición, emerge una multiplicidad: las voces de las comunidades y de los saberes, de las mujeres, de las personas no binarias, de las existencias de los no humanos animales/ vegetales. Universo desde el que se perfila una nueva episteme y una estética que se aleja de aquella que ha regido los dos últimos siglos (aunque siempre minoritaria).
Expresó que, en relación con lo anterior, urge la necesidad de una nueva diplomacia que permita redefinir las relaciones con las demás especies, para reconocer el multiperspectivismo, los universos eco-sensibles y una eco-filosofía que ponga en el centro la vida. La diplomacia es generar pactos con los demás seres vivos, respetar sus territorios, reconocer sus fronteras y nuestros límites. Una nueva episteme se aleja del antropocentrismo que ve la política y el arte como exclusivas de los humanos para encontrarlas en las demás especies. Entender, por ejemplo, que las plantas tienen negociaciones entre ellas, cuidado y solidaridad o bien que la manera como se dispersan por el planeta, enredándose en otros cuerpos o bien usando el viento para hacer volar sus semillas son expresiones estéticas y vitales.

La vicerrectora López manifestó que en una nueva episteme el cuerpo se fragmenta, se reinventa, sale del binarismo y de la determinación de género, explora umbrales indeterminados, confusos, andróginos, transicionales, para poner en duda los lugares con los que se construyó el individuo, la privacidad, la familia, el hombre y la mujer. Esto sin negar que también estamos frente a un telecuerpo, que se virtualiza, desea, trabaja y consume en un universo virtual que evidencia las contradicciones de nuestra época que fluctúa entre la lucha y el sometimiento.
En esta nueva episteme vivimos la disolución de las oposiciones naturaleza/cultura, naturaleza/técnica para reconocer la fusión de lo orgánico y lo inorgánico, del viviente y su medio, o bien de la técnica del medio, (una organología). Esto nos implica entender las máquinas incluidas en la vida o incluso estar frente a máquinas que se consideran seres vivos, ecosistemas, como lo vemos claramente con la inteligencia artificial, donde la recursividad es condición de la máquina, es decir, ella vuelve sobre sus mismos procesos, los modifica, los mejora, los altera.
Desaparece de este modo la idea de una naturaleza y solo quedamos frente a un mundo técnico que tenemos incorporado o más bien con el que construimos exteriorizaciones, memorias, con el que nos anticipamos y vivimos el futuro o le hablamos a los que aún no han nacido. Desde una biofilosofía se invierte la relación, no es tratar de entender a la máquina comparándolo con el humano, sino entender desde la vida a la máquina. En ese sentido hay que ver la IA como una vida-técnica que se constituye a partir de la recursividad.

“Como decía al principio, es solo el inicio de una enumeración que se puede ampliar mucho más; sin embargo, considero que cada uno de estos problemas afecta, es reinventado y repensado por las artes. Si consideramos que las artes convierten lo contingente en necesario, si además, como pensaba Stiegler, la obra de arte es una dimensión indispensable de la individuación psíquica y colectiva, nos corresponde indicar hoy que estos problemas no solo son indispensables del hacer artístico de nuestros días, sino que las artes son las primeras en contribuir a rehacer nuestra cartografía del pensamiento, a ponerse en riesgo, a vivir en el vórtice, en el caos para trabajar en las aristas, en las grietas de una episteme moderna fracturada y en proceso de desmoronamiento, para ver esa nueva episteme de la que hablamos aquí en donde el cuerpo, la tecnología, los roles sociales adquieren nuevos sentidos”.
Indicó considerar también que alguien que se gradúa en artes y que quiere seguir con su práctica debe tener la suficiente sensibilidad para trabajar con su época, ser un sintomatólogo de aquello que nos aqueja. López concluyó su discurso felicitando a los graduados y graduadas, a sus familias, a sus redes de apoyo. “Espero que continúen, pues este título es solo el inicio de una exploración donde se deviene artista y serán, más bien los otros quienes reconozcan su intervención, participación y transformación en la individuación psíquica y colectiva”.







