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Miguel Donoso Pareja, el escritor ecuatoriano con cuyo nombre el FCE inauguró su librería en MZ14

Miguel Donoso Pareja era muy entregado a los demás. Una persona muy viva, porque no hace falta estar vivo nada más, sino navegar. Vivir no es preciso, navegar es preciso y creo que él era un buen navegante. La descripción del fallecido novelista, narrador, poeta, crítico literario, ensayista y periodista ecuatoriano la hace su hijo, Miguel Donoso Gutiérrez, quien agradece al Fondo de Cultura Económica (FCE) –con sede en México– tener junto a la Universidad de las Artes “la inteligencia, la valentía, el afecto y el reconocimiento” de poner el nombre de su padre a la librería que se inauguró este 10 de diciembre de 2019 en MZ14.

“Es una forma de reconocerle a un ser humano su trabajo, que fue muy dedicado y que, de alguna manera, hizo de México su segunda patria. Decía que era doblemente exiliado, pues en México dejó a varios amigos, a alumnos muy importantes, gente con la cual construyó un cambio literario”, mencionó Donoso Gutiérrez y anotó que su padre dio espacio a muchas personas, sobre todo a los jóvenes y que su trabajo en el área de la literatura fue muy importante “porque creo es uno de los escritores ecuatorianos más experimentales que ha habido y así está reconocido internacionalmente. La literatura de mi papá no es sencilla, más bien es compleja”.

Donoso Pareja transmitió sus enseñanzas y armó talleres literarios que vienen desde México y fueron muy importantes porque sacaron una nueva generación de escritores de los estados del interior de ese país, dijo. “Trabajó por mucho tiempo con el Instituto Nacional de Bellas Artes y fundaron muchos talleres, empezando con el de San Luis Potosí, Aguas Calientes”.

Lo importante de Miguel Donoso Pareja como escritor es que no fue un esnob, agregó su hijo. “El esnobismo es algo tremendo para los intelectuales. Para mí ser escritor es como ser carpintero, albañil o profesor. Es un oficio que requiere de seriedad, constancia y estar todo el tiempo en formación”.

Aseguró que Donoso Pareja no estaba con críticas de me gusta o no, “su crítica era más estructural, de cómo armar los textos y qué tanto sentido tenía con la historia que se está contando; básicamente lo que valía era el texto en sí”. En sus talleres pudo lograr que desaparezca esa crítica expresionista para pasar a una más profunda que tiene que ver con el texto más que con quien escribe.

Miguel Donoso Gutiérrez también habló de la importancia de potenciar el consumo cultural. “La Universidad de las Artes trabaja con el material que debe: los jóvenes. Cambiar formas de actuar y pensar de una mayoría metida en consumismo es complicado. Generar espacios como las librerías del FCE les da una formación que los lleva a buscar, a leer; cuando tienes en la cabeza un oficio creativo es menos complicada la vida porque te llena el espíritu”.

En una entrevista que el poeta y cronista guayaquileño Jorge Martillo le hizo en el 2009 a Miguel Donoso Pareja, quien fuera su maestro en talleres literarios, se destaca que la lectura sedujo al escritor a los 7 años y que devorando novelas de aventuras viajó por el mundo fantástico de Salgari, Verne, Stevenson, Conan Doyle, etc. También le confió que consideraba al escritor Alfredo Pareja Diezcanseco (su tío) fundamental en su formación.
“Para el triunfo de la revolución cubana era un intelectual marxista. Ya había publicado tres poemarios. No era militante, hasta que en 1962 se afilió al Partido Comunista. Después de estar preso, la Junta Militar del 63 lo expulsó a México. Llegó en 1964 y se quedó 18 años. A más de escribir literatura, trabajó en periódicos, revistas y editoriales, fue profesor universitario y coordinador de talleres literarios. Además, codirector junto a Julio Cortázar, Pedro Orgambide, José Revueltas, Juan Rulfo y Eraclio Zepeda, de la prestigiosa revista Cambio.

“¿Cómo fueron sus primeros años de exilio?, indago, expresó Jorge Martillo. Donoso deja a un costado su bastón, acaricia su barba y considera que difíciles por el desarraigo y la adaptación, pero excelentes porque México siempre acogió a exiliados y perseguidos políticos. Comenzó a coordinar talleres literarios: Tito Monterroso, exiliado guatemalteco, le cedió el de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). Luego fue contratado por el Instituto Nacional de Bellas Artes para armar una red de talleres en todo el país. A Ecuador volvió en 1981. En México publicó libros de poesía, cuentos, ensayos, artículos periodísticos y tres novelas:  Henry Black, Día tras día y Nunca más el mar.

“A su llegada implementó los talleres literarios con cierta opinión adversa. ¿Después de 28 años cuál es su evaluación de aquella apodada fábrica de escritores? Me recuerda que la evaluó en el libro El taller literario como aprendizaje compartido, publicado en 2006. Pero cree que excelente por los escritores que surgieron en México y acá.

“En el 2007 ganó el Premio Nacional Eugenio Espejo y en los últimos años ha publicado novelas y libros de memorias. Su producción literaria no se detiene.

“La conversación se da el día del deceso de Jorge Enrique Adoum. Lo creía inmortal, como él o Calígula. ‘Ahora sé que no soy inmortal. Había sido una idea tonta’. Le pregunto qué tanto lo jode el Parkinson y si ha preparado su posible epitafio. Piensa como saboreando la respuesta. ‘Me jode bastante… Creo que he envejecido con dignidad… ¿Un epitafio? Sí, Aquí yace un inmortal al que le quitaron todo, hasta la vida, pero no pudieron con la muerte’”.

Foto de Miguel Donoso Pareja: Cartón Piedra/El Telégrafo

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