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Historias de la Quebrada de Guillén

El proyecto de Vinculación con la Sociedad es una recopilación de las narrativas orales de la Quebrada de Guillén, ubicada en la parroquia Calderón, provincia de Manabí.

“Quebrada de Guillén” es unproyecto de Vinculación con la Sociedad que consiste en la recopilación de narrativas orales en esa comunidad de la parroquia Calderón, ubicada a una hora de la capital manabita, Portoviejo. Empezó a consolidarse desde el primer semestre del 2019 y cuenta con la investigación permanente de Mery Guillén, estudiante de la Escuela de Literatura, con la tutoría de la docente Siomara España.

El proceso de preparación tardó, aproximadamente, ocho meses, incluyendo el tiempo de socialización y confirmación en la comunidad Quebrada de Guillén. Desde entonces, la Dirección de Vinculación con la Sociedad ha apoyado este proyecto y a su iniciadora.

La propuesta tiene dos fases que se ejecutarán en dos años, respectivamente. La primera fase tiene un año de investigación, la cual quedó interrumpida por la pandemia COVID-19, no obstante, una vez superada la emergencia sanitaria, las indagaciones continuarán. La segunda fase, con duración también de un año, corresponde a la creación, con talleres y su respectiva difusión.

Al terminar el proyecto, la visibilización de las narrativas orales de la comunidad se materializará en un proyecto editorial, ilustrativo y didáctico, como primer ámbito para su tangibilidad. Cabe mencionar que sobre la Quebrada de Guillén no se conocen fuentes bibliográficas, no existen mapeos satelitales, no hay información de su historia ni de sus costumbres ni de su tradición oral; es una comunidad –como otras 26– cuya tradición oral dentro de Calderón no tiene soporte escrito.

Alba Tobar Vite, cineasta del proyecto, y Mery Guillén convivieron con la comunidad desde el 21 de febrero hasta el 10 de marzo de 2020 y empezaron la primera fase del proyecto, recopilando algunas narraciones orales de 13 familias, material audiovisual, fotográfico y muchas aventuras.

“Al realizar una caminata a Las Lozas, sitio que tiene dos formas de ingreso y que está conformado por una montaña de rocas de la que emana un manantial natural de agua dulce, me pude dar cuenta de otras posibilidades que podrían darse en el transcurso de este proyecto. Por ejemplo, hacer incidencia sociocultural y desarrollar investigaciones arqueológicas y antropológicas en la comunidad, ya que, por anécdotas de los habitantes, siempre se han encontrado restos de huesos humanos, alambiques, vasijas, entre otros”, señala Mery Guillén.

La comunidad se encuentra en un bosque primario, se abastece de agua desde un pozo que se conecta con el estero durante invierno y verano. La calidad del agua es buena por su cierto sabor dulce, pero tiene algún mineral que se concentra y forma unas “costras” en las ollas o bandejas cuando se deja en reposo o en ebullición. En esta comunidad tienen animales y cultivos particulares de la zona, además, como producto principal de su economía, tienen la caña de azúcar con la que realizan panela y aguardiente.

Hay necesidades en la comunidad. Además de una educación de calidad, está el tema de la educación en artes. “En las entrevistas me topé con algunos talentos empíricos que poseen fuerzas, autoeducación y pasión y están muy deseosos de acceder a cursos gratuitos en su propio espacio y tiempo. Por lo que, en la segunda fase del proyecto se buscará realizar talleres para animar las actividades culturales con niños, niñas, adolescentes y mujeres; y, formar una conexión entre la Universidad de las Artes y esta comunidad”, explica Mery Guillén.

Agrega que junto a Wilmer Guillén Panchana (representante de la comunidad) está creando vínculos para tender redes de cooperación con organizaciones como Plan Internacional, las cuales trabajan en Manabí potenciando el desarrollo humano, haciendo énfasis en la niñez y apoyando las actividades que tengan ese enfoque.

“En noviembre de este año lanzaré una convocatoria para que mis compas puedan anexarse a este proyecto proponiendo talleres, pensados desde los conocimientos que posee la misma comunidad. Por ejemplo, hace 50 años sacaban barro de la tierra y hacían vasijas, hoy podemos volver a incentivar esa práctica. Existen cantantes y guitarristas empíricos que desearían teoría y profesionalización en la práctica de los instrumentos”, detalla Mery Guillén.

Añade que también estará abierto un taller sobre la creación de cuentos para los más pequeños. “Quizás realicemos una sesión de cuentacuentos por mes para reunir a las personas a contar y escuchar. Nos hemos planteado la posibilidad de crear un grupo de teatro, con la gente que desee tomar ese taller y que esté enfocado a la idea del teatro de calle y la noción del juglar. Todas estas posibilidades de talleres están concebidas desde la propia historia de la comunidad, es decir, las actividades que se realicen tienen que tener como línea de base las narraciones orales investigadas en la fase 1. Sin embargo, entendemos que todo estará sujeto a cambios, dado el actual contexto sociopolítico y humanitario”.

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