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“El talento extraordinario de Tábara brilla con justicia en los siglos XX y XXI”

La Universidad de las Artes puso el nombre del connotado pintor ecuatoriano a uno de sus edificios. Ecuador, el arte y la cultura están de luto por el deceso de Enrique Tábara, a sus 90 años.

En reconocimiento a la valiosa trayectoria del maestro Enrique Tábara, el 18 de octubre de 2018 la Universidad de las Artes presentó el edificio al que le dio su nombre y en el que se encuentran talleres y aulas de las Escuelas de Artes Visuales y de Artes Sonoras, así como un espacio abierto para exposiciones. Al homenaje recibido en vida él lo señaló como uno de los mejores premios que había obtenido a lo largo de su carrera. El pintor guayaquileño falleció este lunes 25 de enero de 2021 enlutando con su partida, a los 90 años de edad, al arte y la cultura del país y del mundo.

Luis Enrique Tábara Zerna, quien nació en el Barrio del Astillero en el Guayaquil de 1930 y es considerado uno de los mayores referentes de la pintura nacional, tuvo más de siete décadas de trayectoria artística. Su legado no tiene parangón, se caracteriza por su constante exploración del color y de la condición humana. En 1946 ingresó a la Escuela de Bellas Artes de la urbe porteña y desde entonces no abandonó el oficio creador iniciado bajo el influjo de los maestros Hans Michelson y Martínez Serrano, según se detalla en su página web (https://www.enriquetabara.com/); de ellos aprendió de disciplina, pero también de la búsqueda constante de un lenguaje propio.

La corriente del expresionismo indígena lo influenció en sus inicios para decantar en su propia versión, transmitiendo en sus obras el dolor de los habitantes marginales de Guayaquil con un estilo personal capaz de reflejar el drama de obreros, carboneros o prostitutas de manera concreta y cuestionadora. Su primera exposición la realizó en 1952, en la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas, en Guayaquil, y la primera vez que sus trabajos se vieron en el exterior fue en 1955, en Barcelona (España). Sus obras recorrieron el mundo y fueron expuestas en casi toda Latinoamérica, así como en Estados Unidos, Alemania, Suiza, Italia, Portugal y Austria.

Sobre el deceso de Enrique Tábara, otro gran artista ecuatoriano, Hernán Zúñiga, docente de la UArtes y reconocido por su amplia trayectoria como pintor, grabador, muralista, poeta y restaurador, se expresa profundamente conmovido por el amigo con quien tuvo coincidencias existenciales en sus largas vidas. “Tengo 73 años y él 90, así que tuvimos algunas vivencias interesantes, como el hecho de que él que se había iniciado como figurativo expresionista tuvo la satisfacción de ver a mi generación, que conformamos Juan Villafuerte, José Carreño,  Miguel Yaulema y yo, irrumpir con un cambio del realismo social hacia el neoexpresionismo o nueva figuración con la que comulgaba en ese momento”.

Una profunda amistad unía a Zúñiga con Tábara, a quien el artista y catedrático UArtes señala como “el talento extraordinario que brilla con justicia en dos siglos: XX y XXI”. En el primero, explica, fue capaz de tener una trayectoria iconográfica desde el realismo social hacia el expresionismo, la nueva figuración, y después con su experiencia en Europa, con el informalismo catalán al que le dio un nuevo cuño: un informalismo híbrido”.

Después, añade Hernán Zúñiga, la experiencia conceptual con la pintura ancestralista, mal llamada precolombina, además de sus activos modernistas, con el constructivismo, el pop latinoamericano, el abstraccionismo y una gran cualidad, muy versátil para la mistura estilística”.

Conocedor del trayecto magistral de su gran amigo, Hernán Zúñiga confía en que sus palabras no signifiquen un cumplido mortuorio. “Son las palabras de alguien conmovido por perder un hermano de trayecto”, dijo y expresó: “Enrique ahora debe caminar orondo y magistral con sus famosas Patas Patas a ese sitio ancestral donde florece el Árbol de la Vida que él con precisión premonitoria solía pintarlo”.

Acerca de su obra de arte, en una ocasión el mismo Tábara expresó: “Por mucho tiempo estuve obsesionado por descubrir todas las posibilidades de expresión del color, sus contrastes, tonos, densidades y relaciones armónicas o desarmónicas; la luz al ubicarla en un determinado tipo de imagen, descubrir el choque visual que se produce al ponerlos en disputa, color y línea, sobreponiéndose el uno al otro. Con el manejo del color sucede algo distinto a otras disciplinas, no vale lo aprendido o vale muy poco… Las emociones están supeditadas al simple impacto del color que descubrimos en la realidad exterior. El artista creador sabe que crear significa no repetir sino inventar, receptar, ordenar algo nuevo, aun considerando que jamás podría existir un divorcio absoluto de la línea y el color, este es lo más importante en la pintura”.

En 2015 se creó la fundación con el nombre de Enrique Tábara para fomentar el arte. Su plan era construir el museo en Cuatro Mangas, un recinto ubicado a 10 kilómetros de Quevedo. En una entrevista con un diario local reveló –en el 2016– que preparaba el proyecto para un Museo de Arte Precolombino, el cual había soñado hace más de dos décadas. Para concretarlo contaba con 5.000 piezas arqueológicas de diferentes culturas ancestrales y 100 cuadros de diferentes pintores nacionales y extranjeros. Confiaba, dijo, que se hiciera aún si no estuviera. “Ese sería un regalo que yo haga al país”, anotó.

El anhelo manifestado por muchos artistas es crear hasta el último instante de su vida, el maestro Tábara así lo hizo. Trabajó hasta su deceso, registrado en su hacienda en Quevedo (Los Ríos), donde se refugió para conseguir la tranquilidad para reinventarse. El próximo 21 de febrero iba a cumplir 91 años.

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