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Mascaragrafías, un taller que se inserta en la propuesta del Proyecto Umbrales

El contacto con Gustavo Martín Arébalo, de la Escuela de Artes Escénicas de la Universidad de las Artes, se dio por iniciativa de Mariuxi Ávila, especialista en seguimiento de proyectos de la Dirección de Vinculación con la Sociedad, justamente por el desarrollo que el estudiante hizo de un taller de máscaras, propiciado en tiempos de pandemia y marcado por la emergencia sanitaria registrada en el país.

Las participantes fueron una niña y su madre, ambas venezolanas, establecidas en Quito. La labor de vincularlas con el universo de las máscaras se dio a través de un método de investigación artístico aprendido en la materia Laboratorio Interdisciplinar. Durante el proceso se realizaron bocetos preliminares mediante collage, dibujo y mitos de referencia, a fin de proporcionar herramientas de composición para el trazo de las proyecciones imaginarias.

Acerca de las razones y fundamentación del taller, es el estudiante quien en una relatoría –que estará al final de este texto– da detalles de su propuesta, la cual se inserta en el Proyecto Umbrales, mismo que plantea diferentes acciones sensibles en tiempos de emergencia sanitaria mediante la creación y circulación de prácticas artísticas y saberes diversos, como los talleres artísticos en entornos virtuales.

Respondiendo a inquietudes de InfoUArtes, Gustavo Arébalo indica: “El taller de máscaras surge a partir de mi necesidad de completar las horas de PPP (servicio comunitario) y del hecho de que donde vivo –La Casa Catapulta– también vive una niña de 9 años, quien, por razones técnicas y tecnológicas, no está asistiendo a la escuela. Me pareció oportuno ofrecerle tanto a ella como a la mamá un espacio de formación, ya que las casas culturales y centros comunitarios de la ciudad de Quito también pueden comprenderse como espacios de producción de conocimientos y transmisión de saberes. En este caso, se trató de una transmisión y, desde luego, de una implementación de lo aprendido a lo largo de la carrera, soy estudiante de noveno nivel de Creación Teatral”.

Agrega que en artes “el impulso, el interés, operan como orientadores del tema. Y este, a su vez, permite el asentamiento del motivo. Es decir, ubica la investigación, la transmisión del saber, las actividades, etc. En este caso, el taller de máscaras consistió en ofrecer un espacio de encuentro como estrategia de resistencia al estado actual de pandemia y, a la vez, como tentativa técnica de apertura en la medida en que a través de una dimensión lúdica e imaginativa pudimos navegar y visitar ecologías complejas, como el océano y la literatura. Pues, las máscaras que resultaron del proceso representan a personajes imaginados de las profundidades oceánicas, y un zorro llamado Rapôso. Retomado por el poeta y escritor brasileño Paulo Mendes Campos”.

Gustavo Arébalo anota que se propuso promover la conformación de un espacio de interaprendizaje para fortalecer y complejizar vínculos socio-afectivos a través de prácticas y metodologías provenientes de las artes, y vincular a las participantes con el universo de las máscaras teniendo en cuenta sus posibilidades de uso y aplicación; propiciar herramientas de composición para el trazo preliminar de bocetos y proyecciones imaginarias; y, por último, crear las máscaras a través de la realización de moldes en yeso y carta-pesta.

“La composición del espacio semántico, es decir, de la materialidad requerida, las técnicas, el lenguaje, etc., fue la instancia en la que mayor proximidad con los motivos pudimos establecer. Y en ese sentido, quedé asombrado por los cuestionamientos que puede producir una niña de 9 años. Fue una experiencia emocionante”.

El estudiante expresa su agradecimiento a María José Icaza, directora del Departamento de Vinculación con la Comunidad, y a Mariuxi Ávila, quien es parte de la unidad y responsable del Proyecto Umbrales, por la oportunidad de realizar el taller y la experiencia obtenida. También se siente agradecido con Gabriela, por sus cualidades imaginativas, buen humor y empatía. 

“Máscaras, peixes y zorros”, relatoría de Gustavo Martín Arébalo

El advenimiento de la pandemia por el SARS-CoV-2 y la enfermedad Covid-19 que este provoca dio lugar a lo que las ciencias sociales clasifican de “echo social total”, es decir, un evento que sobrepasa los límites de una crisis sanitaria y afecta directamente el tejido social en su conjunto hasta alterar todos los modos cotidianos de comportamiento. Con este plano de fondo, la necesidad de reflexiones ulteriores ha devenido una causa urgente y, a su vez, un motor para ejercer el pensamiento y el parto creativo desde la incertidumbre. El arte y los procesos culturales que de él derivan tienen por ello ahora otra oportunidad para expresarse desde esa coyuntura y, en efecto, hacer sentir una vez más el síntoma de que estamos vivos, pero en peligro.

Es urgente hacer focalizaciones precisas que posibiliten apuntalar la vida en otra lógica; el arte, como medio expresivo de la creatividad humana constituye una base fértil para este propósito, y al mismo tiempo, propicia un espacio idóneo para el cultivo de responso-habilidades [1], es decir, el cultivo de unas capacidades de respuesta mutua: una reacción en colectivo que permita reconstruir complejos ecológicos y mantener una comunidad biológica menos agresiva con la vida. En este sentido, el Proyecto Umbrales: acciones en emergencia sanitaria, a través de los procesos vitales que conjuga, puede ser pensado como una propuesta en sintonía con las urgencias actuales.

Durante el mes de marzo de 2021, Umbrales… sirvió de cantero para el florecimiento de relaciones afectivas entre Gabriela, una niña de 9 años, la maravillosa profundidad de los azules del océano que nunca ha visto, pero imagina, y un personaje de literatura brasileña infanto-juvenil llamado Dom rapôso, a quien solo conoce por la tapa del libro que cayó en sus manos de casualidad. Mi papel, por otra parte, consistió en ayudar a establecer la conexión entre Gabriela y estos dos universos, a través de un método de investigación en artes que aprendí en la materia de Laboratorio interdisciplinario.

La implementación del método conocido como Objeto de Frontera no pudo llevarse a cabo del mismo modo que en las clases dadas por el profesor Pedro Cagigal, sin embargo, sí pudo adaptarse a las necesidades de la niña. El objeto elegido para el taller fue la máscara.

Todas las referencias perspectivas que acumulamos durante el proceso de abordaje del objeto nos ayudaron a construir juntes una red de sentidos y asociaciones que desembocaron en la elaboración de bocetos preliminares, y posteriormente, en la materialización de dos máscaras que representan de un modo figurativo especies de la fauna acuática y terrestre. La habilidad de conjugarse, de establecer relaciones de proximidad se jugó en un espacio de trabajo eco-poético concreto, cargado de intensión y simbolismo.

Personalmente, siento que la promoción y conformación de espacios de interaprendizaje en el que se emplea métodos y técnicas provenientes de las artes son fundamentales para fortalecer y complejizar los vínculos no solo a nivel socio-cultural, sino también socio-natural.

[1] Para la bióloga y filósofa estadounidense Donna Haraway, la idea de una responsabilidad individual no contempla el colectivo. Por lo tanto, la propuesta de su conjunción conceptual pasa por el orden de lo colectivo.

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