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Premio de Salón de la Mujer para Francesca Palma, estudiante de la Escuela de Artes Visuales de UArtes

Francesca Palma Terán, estudiante de la Universidad de las Artes, ganó el primer lugar del Salón de la Mujer 2019 Reivindicación & Feminismo, de la Casa de la Cultura núcleo del Guayas. La obra con la que participó es una pintura en técnica mixta sobre lienzo, de 1.00×1.50cm, a la que tituló “La habitación propia”.

La joven artista estudia el sexto semestre de la carrera de Artes Visuales. El concurso del que tomó parte fue concebido por el Día Internacional de la Mujer para que las artistas plásticas expresen, por medio de sus creaciones, su protesta en torno a sus derechos y libertades en la sociedad. El salón se inauguró hoy, 8 de marzo, y la muestra estará abierta hasta el viernes 29 de este mes.

Aunque es la primera vez que obtiene un primer lugar, Francesca Palma comenta haber intervenido en otras competencias. En el 2015, en las de dibujo y pintura organizadas por el Colegio de Bellas Artes, donde estudió tras regresar con su familia de Italia, país en el que pasó su niñez y parte de su adolescencia. En el 2016 se presentó en la Bienal del Museo Luis Noboa Naranjo y en el Salón de Machala, obteniendo menciones de honor. También en el 2016 y al año siguiente participó en el Festival de Artes al Aire Libre (FAAL). Y en el 2018, en la Bienal Internacional de Pintura Álvaro Noboa Pontón.

Francesca revela que acostumbra a trabajar sus obras en óleo porque siente que domina la técnica, sin embargo, tras su experiencia en el Salón de la Mujer de la Casa de la Cultura quiere probar con otras prácticas pictóricas. El cuadro “La habitación propia” lo empezó a pintar en la UArtes, pero lo concluyó en su casa, donde instaló su taller. Comenta que la niña que aparece retratada es su prima Melissa, de 10 años, y su propuesta “es la metáfora de un lugar compuesto, en primera instancia, por un espacio mental de interacción en el que todas las ideas y conocimientos se conmutan para la realización del ser”.

Francesca dedica sus logros a sus padres, quienes le transmitieron el interés por las artes. Ellos le dieron las herramientas principales para hacer lo que hace y saber quién es. “Me motivaron a estudiar arte. A los 7 años ya recibía clases privadas de piano. Toqué por años y me presenté en recitales, pero a los 12 años trajeron mi teclado a Ecuador y ese enorme vacío que me dejó me llevó a hacer retratos de mis primas”.

No hubo procesos, cuenta Francesca. El talento afloró de manera natural y ver la reacción de sorpresa de su mamá fue clave para dedicarle más tiempo al dibujo y la pintura. “El arte es algo muy inestable y frágil, y siento que con la pintura puedo sorprenderme de cómo plasmar una idea y qué personas puedan captar e interpretar algo donde empiezas a surgir”.

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