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Viajó por las elecciones y por la UArtes

Salí temprano de casa a la terminal terrestre para venir a Guayaquil y ejercer mi voto. Vivo relativamente cerca de esta ciudad, pero hay quienes no, que están en otras provincias desde el inicio de la pandemia y que, por las conversaciones mantenidas con compañeros que en esa situación, no tenían muchas posibilidades de acudir a los comicios. Iban, sin proponérselo, a constar entre los ausentes. Otros, en cambio, se habían apuntado para votar en Quito; no necesariamente viven en la capital ecuatoriana, pero estaban a menor distancia.

Previo al proceso se nos había asignado un horario sugerido para el momento de las votaciones, fijadas por el Tribunal Electoral desde las 08:00 hasta las 17:00. La intención, evitar aglomeraciones y que así no se propague el COVID-19. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que no hemos visto a nuestros compañeros hace mucho y este fue una especie de reencuentro, de igual manera, fue responsabilidad de cada uno cuidarse entre todos.

En Guayaquil, las Juntas Receptoras del Voto fueron el Edificio El Telégrafo, el Edificio MZ14 y el Pasaje Illingworth, en el Edificio de la Gobernación; en Quito, el Edificio del Ministerio de Cultura y Patrimonio (Av. Colón y Juan León Mera). 

Cuando llegué, en mi horario sugerido, en el pabellón principal de la Universidad, frente al Nahim Isaías, me pidieron mis nombres antes de dejarme entrar. Tenían que asegurarse que estaba en el recinto electoral correcto, porque a cada escuela le correspondía uno. A nosotros, los de Literatura, en el Pasaje Illingworth, donde también votaban los de Artes Visuales, Cine y Pedagogía en Artes y Humanidades; y, a los de Artes Sonoras y Artes Escénicas, en el MZ14.

Me pusieron alcohol para la respectiva desinfección de manos, me tomaron la temperatura y pasé por tres bandejas de desinfección para los zapatos. Las mesas estaban numeradas, en el Excel que nos habían pasado con anticipación por correo estaba el número en el que me correspondía. Al llegar a la mesa, mostré mi carnet universitario, me dieron mis papeles e indicaron los biombos y el ánfora en la que debía depositarlos. Me preguntaron si llevé mi esfero, respondí afirmativamente. Entonces, con las papeletas en mano me dirigí a una mesa alejada de la vista de todos. Como último paso tuve que firmar tres hojas, cuando lo estaba haciendo alguien se acercó para votar, pero le pidieron que esperara un poco lejos porque yo todavía no terminaba.

La salida asignada fue por el lado de la calle Aguirre. Dentro quedaron los votantes y los que estaban en mesa, así como personal del Departamento de Comunicación haciendo cobertura, tomando fotos. Afuera estaban alumnos, en pequeños grupos de amigos. Unos ya habían votado, otros no. En las redes sociales inundaron fotos que tomaron a la universidad y las que se tomaron con amigos. Todas reflejaban la felicidad de los estudiantes de volverse a encontrar con la institución y con compañeros a los que no habían visto hace mucho tiempo, desde que se decretó la emergencia sanitaria, la cuarentena y el obligado confinamiento. Así vivimos nuestro primer proceso de elecciones y el primero en la historia de la Universidad de las Artes.

Cumplido con lo que el Reglamento de Elecciones de la UArtes señala como “votación universal, presencial y obligatoria…” regresé a casa. Me fui satisfecha y también expectante por conocer los resultados de los comicios; que se empezaría con el conteo cuando se cumpliera el tiempo establecido, dijeron, y también que se transmitiría por Facebook Live, una transmisión imperdible por saber a quienes les corresponderá, como rector y vicerrectores, llevar a la universidad hacia su institucionalización y autonomía.

Texto: Angie Cobos, estudiante de sexto semestre de la Escuela de Literatura.

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