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Conservatorio Nacional de Música Antonio Neumane, un semillero cuya sede debe urgentemente rehabilitarse

Cada miércoles, desde el 31 de mayo pasado, estudiantes, exalumnos y padres de familia de promociones anteriores y actuales del Conservatorio Nacional de Música Antonio Neumane realizan un plantón artístico en los exteriores donde la institución pública funcionó hasta noviembre de 2017 cuando un cortocircuito e incendio ocasionaron el desalojo del lugar (ubicado en las calles Hurtado y Mascote).

Desde entonces funciona en el Colegio Nacional Vicente Rocafuerte, “en aulas prestadas, improvisadas y antipedagógicas”, como han señalado quienes exigen se rehabilite su sede, inaugurada en octubre de 1928 tras su creación por decreto ejecutivo en septiembre de ese año.

Elisa Astudillo, quien en la UArtes cursa la carrera de Artes Musicales, se graduó este año en la promoción 2022-2023 del conservatorio. Allí estudió piano desde el 2019 y comentó que, en efecto, los espacios eran incómodos “porque en una misma área se encontraban varios pianos y al momento de recibir clases se sentía muy abrumador escuchar el conjunto de todos ellos”. Agregó que le resultaba muy difícil escucharse a sí misma y concentrarse en lo que estaba tocando. “Sin embargo, tanto los profesores como los estudiantes tratábamos de acomodarnos a las circunstancias de las instalaciones para tener una mejor preparación”.

También graduado en el Antonio Neumane, el docente UArtes Juan Isidro Mejía ha sido partícipe del plantón artístico al que han acudido otros artistas, actores, pintores y gestores culturales, etc. El reclamo es unánime y así lo hacen notar cada miércoles en que hacen en la desalojada sede interpretaciones musicales y otras actividades artísticas, su forma de protestar.

Mejía comentó que recientemente visitó el Colegio Nacional Vicente Rocafuerte y constató con pesar que los alumnos comparten una sala sin considerar la acústica. “Los estudiantes tienen que afinar el oído. Hay instrumentos que tienen un volumen más alto. Cuando se trabaja la guitarra, por ejemplo, se requiere escucharse a sí mismo y no al violín o al piano que está cerca”.

El espacio que en el plantel utiliza el conservatorio es visto como un coliseo con cubículos. Allí es caluroso y ese cambio de temperatura daña los instrumentos, refirió. Que los ha visto ensayar fuera de las aulas, añadió y se preguntó cómo pueden hacerlo así si tienen que luchar con el sonido de escuelas cercanas. La invasión acústica es tremenda y tampoco hay buena iluminación. Las aulas están regadas y hay pianos en mal estado porque no hay con controladores de humedad.

“El antiguo edificio del conservatorio es pequeño, pero tiene su salón de actos y en cada piso un baño; había actividad todo el día, lo que permitía cubrir a más estudiantes”, precisó. Hace unos días anotó haber dialogado con el director del Antonio Neumane, quien, ante la falta de espacio, le mencionó que analizaban realizar clases grupales.

“El Conservatorio Nacional de Música Antonio Neumane es el semillero que tiene la ciudad. Es de los públicos el único que queda porque la FOSJE (Fundación Orquesta Sinfónica Juvenil del Ecuador) funciona solo en Quito y la Universidad de Guayaquil ya tampoco tiene uno”, dijo Mejía.

Recordó que la ciudad tiene Orquestas Sinfónicas, como la del Municipio y de la Prefectura. ¿Quiénes van a llenar esas plazas si no salen con esa formación desde un conservatorio?, se preguntó y precisó que para ser instrumentista se requiere de un proceso más largo de preparación y tener bases para violín, piano clásico, etc.; la formación debe ser temprana y con mayor preparación de afinación.

Estimó que sin esa formación la educación superior también se perjudica, tanto por quienes se postulan para cursar una carrera musical, como por quienes buscan ejercer la docencia. Mejía se formó en el Antonio Neumane desde los 10 años; en guitarra tuvo profesores como Ryuhei Kobayashi y Gastón Gagliardo. “En la UArtes hay muchos profesores que se prepararon allí, como Meining Cheung, Gustavo Vargas y Yasmine Yaselga”, subrayó.

Justamente, en diálogo con InfoUArtes Meining Cheung reveló que en el Antonio Neumane recibió parte de su formación musical y formal. Opinó que, desde el punto de vista de infraestructura para todas las artes, especialmente las sonoras, es importante que el espacio sea el adecuado por diferentes situaciones, pues hay que cuidar el oído, tener y conservar los instrumentos.

La sede que tenía el conservatorio quizás no era tampoco la ideal, pero funcionaba. Contaba con varias aulas y tenía muchas actividades. “No es solo dar un cuarto, un garaje, un patio, es que la infraestructura facilite la labor de la docencia y si no se cuenta con ello cómo se asegura una correcta formación”, indicó Meining, quien estimó que sí se ha experimentado un ligero descenso en las habilidades (de los estudiantes) cuando vienen a las audiciones de la UArtes.

Coincidió con Mejía en que el conservatorio es un semillero. Para quienes consideran estudiar música no contar con una infraestructura adecuada no puede asegurar una preparación de calidad, lo cual va a influir en sus aspiraciones de acceder a una IES especializada como la UArtes.

Wilson Cajo, graduado UArtes, reveló que hace más de 20 años estudió en el conservatorio y le preocupa no solo por su estado físico, sino por la formación de nuevos talentos en la interpretación musical. “Me apena mucho lo que ha pasado en los últimos años desde el incendio. Ha sido abandonado por las autoridades y sus directivos, los padres de familia y estudiantes están bloqueados al no poder gestionar directamente como antes se hacía”.

Cajo hizo una cronología con lo que ha venido afrontando el conservatorio. “Antes del 2000 sus autoridades perdieron la oportunidad de validar el currículo para emitir títulos de profesores de música y concertista que se debía otorgar cursando el noveno año más una monográfica. Luego fue intervenido y quienes asumieron su dirección eran ajenos a las necesidades que exige la cultura musical. El incendio complicó más su situación”.  

Restablecer su imagen como institución generadora de nuevos talentos en su mayoría niños y adolescentes es también importante, dijo Cajo. “Es posible crear ensambles con estudiantes del conservatorio fusionados con Orquestas Sinfónicas y artistas reconocidos y difundirlo en redes y medios de comunicación; dar talleres con profesores y estudiantes en escuelas y colegios para inscribir nuevos alumnos; impulsar concursos con apoyo de la empresa privada a cambio del impuesto a la renta, son algunas iniciativas que se pueden trabajar para rehabilitarlo”, expresó.

En los últimos años, añadió, las nuevas tecnologías han fomentado el desarrollo autónomo de ciertos artistas, sin embargo, las habilidades y destrezas en un instrumento musical o vocal es como aprender a leer y escribir, caminar o correr, debe ser cultivado desde niño. Es de extrema importancia que existan centros de formación artística relevantes y accesibles para todo estrato social, como el Conservatorio Nacional de Música Antonio Neumane”, subrayó Cajo.

Foto principal: Rodrigo Salazar Hurtado, barítono graduado de canto lírico en el Conservatorio Nacional Antonio Neumane brindó un recital en la UArtes, acompañado por el maestro Freddy Torres (año 2018).

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