“Cementerio de moscas”, obra de la escritora y docente María Paulina Briones, se presentó en la X edición de Libre Libro

En el Pasaje Illingworth del antiguo Palacio de la Gobernación, nuestra sede matriz, se realizó la presentación de “Cementerio de moscas”, la más reciente producción literaria de María Paulina Briones, docente de la Universidad de las Artes. La autora guayaquileña, conocida por su estilo reflexivo y evocador, compartió una conversación abierta sobre los temas centrales de su obra: la memoria, la infancia y la muerte.

En este diálogo que resonó con el público tuvo lugar el 7 de noviembre y Briones contó con el acompañamiento de Tina Zerega, en representación de la Universidad Casa Grande, editorial que respalda la publicación de la obra.

“Cementerio de moscas” explora la infancia y los recuerdos urbanos de Guayaquil desde una perspectiva nostálgica y melancólica. La autora narra su relación con las casas antiguas y los espacios de su niñez, situando al lector en un Guayaquil donde la luz y la sombra coexisten en los rincones de casas vacías y patios que han sido testigos de generaciones de vidas. Entre recuerdos de geranios, gatos adormilados y amaneceres cargados de misterio, María Paulina Briones proyecta a la ciudad como un personaje latente, una presencia constante que, al igual que la muerte, ronda en silencio y resignifica sus espacios.

La escritora mencionó cómo la pandemia influyó en su visión de la ciudad, resaltando el sentimiento de pérdida de un “Guayaquil impregnado de duelo” y de una ciudad que, en sus palabras, “se ha transformado en un recuerdo permanente de lo que alguna vez fue”. Tina Zerena subrayó la importancia de publicaciones como esta para Casa Grande, destacando cómo la editorial apoya proyectos literarios que cuestionan el pasado y el presente de las urbes ecuatorianas. “Cementerio de moscas” es tanto un homenaje a las generaciones que la precedieron como un ejercicio de catarsis personal, donde los espacios de la infancia y la ciudad misma se tornan escenarios de duelo y reconciliación. También resalta el valor de lo siniestro en la literatura y cómo las percepciones de la infancia pueden ser reinterpretadas desde una perspectiva adulta.

La mención de Freud y su concepto de lo “siniestro” es especialmente interesante en el contexto de personajes infantiles. Este término se refiere a la inquietud que surge cuando algo familiar se vuelve inesperadamente amenazante o extraño. El niño o la niña, por su ingenuidad, puede revelar aspectos sombríos o siniestros de la realidad adulta. Esto está presente en obras como “La casa en Mango Street” de Sandra Cisneros y “Mi planta de naranja lima” de José Mauro de Vasconcelos, donde la perspectiva infantil resalta una mezcla de ternura y crueldad en su entorno.

Uno se pregunta si es María Paulina Briones quien a través de su niña o a través de los ojos de una niña enfatiza escenarios de un viejo Guayaquil en los que explora versiones alternativas o perversas de la realidad, ampliando las posibilidades narrativas. Esta visión de la infancia como un espacio donde se mezclan lo inocente y lo perturbador resulta fascinante y convierte en un “juego de escritura” donde el autor explora y confronta sus propias memorias o percepciones de la niñez.

La infancia y sus juegos a menudo tocan temas profundos de manera aparentemente inocente, y los adultos no siempre entienden o participan en este “mundo secreto” de los niños. Además, los ejercicios literarios parecen ayudar a la autora a abordar temas y emociones que normalmente evitaría, permitiéndole un espacio para explorar ideas que de otro modo serían incómodas o difíciles.

Acerca de la muerte, el diálogo reveló que esta siempre ha acompañado a María Paulina Briones, tanto en sus pensamientos como en su obra, y que hay una fascinación con ese límite que representa. Por ejemplo, su editorial Cadáver Exquisito es un ejemplo que su inconsciente la perturba a jugar en lo bello de la muerte.

Para la autoría de “Cementerio de moscas”, la literatura infantil ofrece un espacio ideal para enfrentar estos tópicos, que describe como “abismales”, aunque asegura que su propia visión de la muerte es constante, aunque no necesariamente depresiva; ella siempre imagina escenarios de mil maneras de morir, pero ya lo ha asimilado mucho antes de que el hecho suceda.

“Para mí, la vida es justamente la certeza de que voy a morir”, expresa, señalando que sus personajes infantiles perciben el mundo adulto con una mezcla de curiosidad y temor, en situaciones que oscilan entre la ironía y el misterio, de tabúes que no necesitan ser explicados, pero están ahí en el ambiente, tratando de ser pescados por el lector.

María Paulina Briones toma inspiración de sus propias experiencias y de la cultura popular de los años 90, incluyendo el cine de terror y el humor negro. En sus cuentos, la muerte aparece en distintas formas: como una amenaza en los sueños de los personajes o en los cadáveres de pequeños animales que los niños guardan secretamente. La autora destaca la importancia de conservar estos secretos en la narrativa infantil.

“A mí particularmente sí me interesa en la literatura […] el mundo del secreto”, afirma, resaltando que los juegos y experiencias infantiles tienen un componente clandestino que resulta esencial en sus relatos. La combinación de temas oscuros con humor y perspectivas infantiles lleva al lector a un mundo que “oscila entre la inocencia y el horror”.

Texto: Eleinn Rivera, estudiante de la Escuela de Literatura.

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