“Estrategias de financiación para una película”. La productora mexicana Martha Orozco abordó el tema en “Elipsis”, el evento hito de la Escuela de Cine de la Universidad de las Artes que durante tres días –del 13 al 15 de noviembre– se propone analizar los desafíos de la educación en cine.
Orozco intervino tras el acto inaugural de la cita y, sustentada en su experiencia, habló de las estrategias de la producción cinematográfica desde la gestión en mercados internacionales hasta la importancia de valorar el trabajo creativo en proyectos de largo aliento.
En el diálogo la acompañó Pablo Mogrovejo, docente de la Universidad de las Américas (UDLA), pues como señaló en la inauguración María Alejandra Zambrano, directora (e) de la Escuela de Cine de la UArtes, en este año la temática de “Elipsis” es la educación en cine, lo cual se analizará con varias instituciones de educación superior. Además de la UDLA, la Universidad de Cuenca, el Instituto Tecnológico Superior de Artes Visuales de Quito (IAVQ), la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG) y la Universidad Casa Grande (UCG).

Orozco, quien se define como una “productora integral y autoral”, enfatizó el rol central del productor como eje organizador de una película, desde la búsqueda de financiamiento hasta la toma de decisiones cruciales durante la producción y distribución. En su intervención, desmenuzó casos de éxito, como el documental “Nuevo Venecia”, un proyecto que logró un equilibrio entre una versión autoral para festivales y una versión televisiva más comercial que, en palabras de la mexicana, “es la que nos da de comer”.
Los mercados: más que escaparates, espacios de oportunidades
Para Martha Orozco asistir a mercados internacionales no se trata solo de “ir a saludar o ver películas”, sino de tener un objetivo claro. Relató cómo conoció un proyecto en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara en 2019 y, en solo seis meses, logró consolidar una coproducción. Enfatizó la importancia de alianzas estratégicas con coproductores y fondos internacionales, como Bettina Brokemper, productora de renombre, y el fondo noruego, que fortalecieron el proyecto tanto creativa como financieramente.
“Los mercados son útiles si tienes un plan, si sabes qué vas a conseguir y luchas por concretarlo. Si no, todo queda en un limbo de laboratorios”, aseguró. El valor del trabajo es creativo. Uno de los puntos clave fue cómo cuantificar el trabajo de años que demanda una película. Orozco destacó que tanto guionistas como directores deben ser remunerados adecuadamente para dedicarse plenamente al desarrollo de sus proyectos. “Es fundamental buscar fondos de desarrollo para que puedan enfocarse al 100% en escribir y dirigir sin distracciones”, agregó. Subrayó también que la falta de recursos muchas veces obliga a los productores a invertir de su propio bolsillo, convirtiéndose así en parte de los activos del proyecto.

La productora explicó que, aunque trabaja principalmente en proyectos autorales, es fundamental establecer contratos claros donde se delimiten responsabilidades y decisiones. “El productor mayoritario es quien tiene la última palabra en términos patrimoniales, pero siempre respetando la visión creativa del director”, dijo.
De su experiencia en la creación de versiones paralelas de “Nuevo Venecia”: una edición evocativa y poética para festivales y otra más dinámica y comercial para televisión, manifestó que esta dualidad permite que las películas lleguen a públicos diversos y generen ingresos sostenibles.
A simple vista, “Nuevo Venecia” es un documental que se desliza sobre las aguas tranquilas de una aldea flotante en Colombia. Pero detrás de las imágenes poéticas, de los reflejos que parecen fundir cielo y agua, se encuentra una historia de lucha, contradicciones y resiliencia, tanto para la comunidad que protagoniza la cinta como para el equipo que la llevó a la pantalla.
Nuevo Venecia es una población erigida sobre palafitos en la Ciénaga Grande de Santa Marta, en la costa norte de Colombia. Su peculiaridad es evidente: no hay calles, solo canales que los habitantes recorren en canoas. Pero bajo esa apariencia bucólica se oculta un pasado marcado por la violencia del conflicto armado. En 2000, el pueblo fue escenario de una masacre que dejó cicatrices profundas.

El documental, dirigido por Emiliano Mazza de Luca y producido por Martha Orozco, no huye de ese pasado, pero tampoco lo explota. “Queríamos mostrar a la comunidad desde sus propios términos, con su esperanza y dignidad, no solo como víctimas”, explicó la productora en una charla sobre la película.
Desde el principio, el proyecto enfrentó desafíos. La comunidad, aunque dispuesta a compartir su historia, tenía desconfianza hacia quienes llegan con cámaras y promesas. La producción dedicó semanas a generar confianza, participando en la vida diaria de los habitantes. Fue una apuesta que, aunque desgastante, dio frutos.
Otro obstáculo fue la logística. Trabajar en un lugar donde todo se mueve en canoa —desde el equipo de filmación hasta los alimentos— exigió planificación meticulosa y paciencia. Las condiciones climáticas tampoco fueron amables: lluvias torrenciales retrasaron rodajes y dañaron equipos.
Sin embargo, los mayores conflictos surgieron en la sala de edición. Emiliano y Martha tenían visiones divergentes sobre la estructura del documental. Él, un director con sensibilidad artística, buscaba un ritmo contemplativo y simbólico. Ella, por su parte, comprendía las necesidades del mercado y abogaba por una narrativa más dinámica para captar audiencias televisivas.
Tras largas discusiones, llegaron a un acuerdo: crear dos versiones. Una, poética, para festivales, y otra, más accesible, para la televisión. Esta decisión, aunque compleja, resultó ser clave para el éxito del documental.


La versión para festivales debutó en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias y cautivó con su propuesta estética. “Era como entrar en un sueño; las imágenes parecían respirar al ritmo del agua”, comentó un crítico. Por otro lado, la edición televisiva logró distribución en cadenas internacionales, llevando la historia de “Nuevo Venecia” a millones de hogares y con ello traerles no solo agua sino progreso.
El mayor triunfo, sin embargo, fue el impacto en la propia comunidad. Tras el estreno, los habitantes de Nuevo Venecia se reunieron para ver la película. Fue una experiencia catártica: se vieron representados con dignidad y fortaleza.
El diálogo con Martha Orozco, que tuvo lugar en la Plaza Pública del MZ14, concluyó con un mensaje de optimismo y pragmatismo para quienes buscan abrirse camino en la producción cinematográfica. Alentó también a los asistentes a formarse como productores integrales, capaces de equilibrar las demandas creativas y financieras de los proyectos.
El público agradeció la franqueza y profundidad de la ponencia, que ofreció una visión realista y alentadora sobre los retos y satisfacciones de la producción cinematográfica. La jornada cerró con una muestra de cortometrajes estudiantiles en la Sala de Cine del MZ14, celebrando el talento emergente y su potencial en la industria.
Cabe anotar que, además de la charla magistral, la productora mexicana imparte desde ayer el taller “El viaje de héroes y heroínas en su primera película. Una odisea única e irrepetible. A ese taller, que concluirá este viernes 15, corresponden las dos imágenes que están sobre estas líneas.
Texto: Eleinn Rivera, estudiante de la Escuela de Cine.







