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Diego Coello basó su tesis en un guion minimalista de largometraje

Un guion minimalista de largometraje fue la tesis que Diego Coello, estudiante de la Escuela de Cine, presentó y sustentó previa a la obtención de la licenciatura.

El tribunal de tesis lo conformaron los docentes Daniela González (su tutora), Julie Tomé y Abel Arcos. Ante ellos, el estudiante, a quien del proceso académico le falta solo recibir la investidura, defendió la parte teórica de su trabajo e hizo hincapié en que su realización surgió de una personal intriga sobre el por qué “nos quedamos encerrados en los problemas, en el dolor, en lo que nos hace daño, al punto de aislarnos de la realidad”.

Daniela González, su tutora, expresó que el desarrollo del guion fue un trabajo duro. “Para largometraje normalmente toma años y él lo hizo en seis meses. Un proceso enorme que debimos acortar. Diego es un alumno excelente que ha sabido hacer cambios, fue independiente, lo cual no es común; ha sido muy fácil dirigirlo”.

Pero, ¿de qué trata el guion? De la vida de don Antonio, explica su creador. “Es un hombre de 77 años que tras el fallecimiento de su esposa, hace más de tres décadas, decide vivir como ciego y convertirse en vendedor de libros usados. Lo interesante de todo es que actúa como ciego, que no lo es, incluso cuando está solo. Un día llega Rosa, la nueva inquilina de un hotel cercano, a romper con esa monotonía”.

Y es que don Antonio, prosigue, es rutinario y no habla más que con Carlitos, un joven de 15 años que lo ayuda en el local de libros y a quien debe explicarle y enseñarle cosas que aún no entiende.

Diego confiesa que fue luego de dialogar con su madre que surgió el guion. Ella le contó que cuando su mamá murió vivió en silencio el sufrimiento de su pérdida. Fue un año y medio ocultándole a la familia cuánto le dolía. A su progenitora el autor de “Don Antonio” la considera osada porque sabe cómo enfrentar los problemas, menos a la muerte de quien consideró el pilar fundamental de su vida.

Don Antonio se quedó en la década del ochenta, que es cuando falleció su esposa. Desde su vestimenta hasta su casa son ochenteros, aunque la historia se desarrolla en el 2013.

“Cuando vi (la asignatura) Guion 2 con Julie Tomé, docente de la carrera de Cine, es que don Antonio empezó a cobrar vida”, comenta Diego y señala como locación un hotel, el más viejo de Guayaquil, el cual tiene también su historia y habla mucho de los recuerdos de un país que está oculto. “Creo que si uno no va a buscar en ese pasado no puede avanzar como ciudadano ni individuo”.

Por qué decidió estudiar cine es una pregunta para la cual Diego no tiene respuesta y prefiere no hallarla. “De la UArtes me llevo haber aprendido a reconocer mis debilidades. No era disciplinado, es más, la gente piensa que la creatividad se mantiene o aparece de la nada o hay que ingresar en el cuerpo ciertos químicos para que nazca y la realidad es que todo se debe a la disciplina”.

¿Qué viene después? “En agosto quiero viajar a Israel porque creo que la formación espiritual es también importante. Todo lo que he hecho en la UArtes lo pasé por ese filtro espiritual, pues el cine es mostrar cosas que no se ven con los sentidos. Es reflexionar lo reflexionado y pensar lo pensado para que surja algo nuevo”.

Italia y Polonia son también los destinos a los que apunta Daniel Coello una vez que reciba la investidura como licenciado en Cine.

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