Logo-UArtes-white
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Juan Carlos Haro y la experiencia de dictar un taller de payasería virtual

El Gran Teatro de Monte Sinaí, proyecto de Vinculación con la Sociedad de la Escuela de Artes Escénicas, había iniciado en abril pasado los talleres vacacionales en ese sector del noroeste de Guayaquil, pero por la emergencia sanitaria por COVID-19 debieron suspenderse. Juan Carlos Haro, quien ya sustentó su tesis de titulación en la carrera de Creación Teatral de la Universidad de las Artes, es uno de los estudiantes-talleristas que no desistieron en el empeño y vieron en la adversidad una oportunidad. Él comenta cómo logró dictar de manera no presencial y en modalidad virtual el Taller de payasería desde casa.

“El proyecto inició como una propuesta de tres talleres vacacionales para la comunidad de Monte Sinaí y sus alrededores. Estábamos muy entusiasmados porque ya habíamos iniciado una semana de estos talleres. Personalmente tenía el espacio adecuado para dar mi taller –en ese entonces llamado ´Viaje Teatral´–, para niñxs y jóvenes de 8 a 17 años, donde juntos recorreríamos muchos ejercicios en relación al trabajo escénico, desde la metodología del teatro físico de Jaques Lecoq, que descubrí y practiqué durante dos semestres como estudiante de la Universidad de las Artes.

Al finalizar esa semana nos comunicaron que por motivos del significativo incremento de casos de contagios por COVID-19 en nuestro país, se había dado la orden de suspensión obligatoria de las actividades educativas presenciales en instituciones públicas y privadas, por lo que a partir de entonces no seguiríamos con los talleres.

Una semana después el profesor Marcelo Leyton (de la Escuela de Artes Escénicas) nos animó a no abandonar la iniciativa ni nuestros talleres. Entonces reconfiguramos el equipo y vimos la posibilidad de continuarlos a través de los medios telemáticos, como Zoom o videollamadas por Whatsapp. Todos apoyamos la propuesta, tan experimental como adecuada para responder de cierta medida a una realidad un tanto pantanosa, debido a tantos acontecimientos que se dieron durante esas semanas.

Si bien muchos de nosotros solo contábamos, para iniciar, con la complicidad de la tecnología, los pasos se fueron dando para llevar a cabo cada uno de nuestros talleres desde la difusión de la convocatoria en línea, por redes y Whatsapp; la inscripción, por Whatsapp; nuestras reuniones de organización, planificación y acompañamiento, vía Zoom; y, finalmente, las clases desde casa.

Personalmente tuve que replantear el contenido de mi taller y su nombre, pues antes contaba con un espacio físico que permitía el encuentro y el contacto presencial, indispensable para lo que previamente había propuesto. Así, tomando en cuenta que la tecnología facilita un montón de muchas necesidades y dificulta otras –porque hay limitaciones espaciales, sonoras y visuales–, vi como oportunidad dar el Taller de payasería desde casa, donde cada participante estaría presenciándose mediante una cámara y mantendrían su vínculo conmigo desde sus pantallas y parlantes. 

Buscaba aprovechar sus edades para construir una experiencia lúdica, canalizar su energía hacia lo cómico, la risa, entender el lenguaje de los payasos, sus trucos, explorar el mundo de las ocurrencias, reconocer el lado inocente e infantil del universo clown y, por sobre todo, el gran poder mágico que tiene la nariz roja, la cual, en respuesta a las dificultades logísticas que estábamos enfrentando, inventamos su creación con elástico y una tapa de plástico.

Ya con todo lo aprendido durante dos semanas –con clases de lunes a viernes, de 09:30 a 13:00 horas–, realizamos al finalizar el taller un espectáculo online con 10 números de payasería. Fue un momento grandioso porque pasó mientras todo lo que acontecía en el mundo era absurdo, incomprensible y desolador. Evidenciaba no solo aquel momento, sino todo el taller. Habíamos logrado un estudio inteligible no solo del tema de la payasería, sino del concepto mismo de taller. Mi intención, desde su inicio, era nutrir con el arte de la payasería al grupo de El Gran Teatro de Monte Sinaí, que gracias a estos talleres y a la gestión del profesor Marcelo Leyton, del equipo de Hogar de Cristo en Monte Sinaí y Vinculación con la Sociedad de la UArtes está creando más vías de acceso, preparación y participación para/con/por el arte en los sectores periféricos”.

Comparte esta nota