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Fabián Cabaluz: “La dignidad siempre es lucha”

Fabián Cabaluz, quien es catedrático de la Universidad de Humanismo Cristiano en la Facultad de Pedagogía, hizo valiosos análisis y reflexiones ante la mesa redonda que se desarrolló el lunes 26 de abril de 2021, convocada por el Vicerrectorado Académico de la Universidad de las Artes. El también director de un grupo enfocado en pedagogía de la FLACSO, recalcó lo vital de este tipo de diálogos que buscan replantear modelos educativos y pedagógicos. Habló de las pedagogías críticas latinoamericanas y de cómo, a partir de ellas, se puede colaborar de manera relevante con el desarrollo de las artes dentro de la educación superior.

Cabaluz comentó que existe un posicionamiento político y pedagógico al momento de entender la educación pública y que eso implica correrse y avanzar en conceptualizar lo que es la democratización dentro de los espacios educativos, lo cual va de la mano al asumir que toda esta democratización no puede restringirse a cuestiones consultivas, por ejemplo. Las instituciones educativas deberían tener el poder y la autonomía para decir sobre sus métodos pedagógicos. También destacó la importancia del reconocimiento del diálogo intersubjetivo simétrico (o la idea de que en el fondo no puede haber democracia y no puede haber educación pública o construcción colectiva si no hay un reconocimiento del otro como un igual).

Desde el establecimiento de las repúblicas en América Latina existe esta tensión en lo que respecta a la educación, alineada con lo planteado sobre el colonialismo interno; una educación racionalista y enciclopédica que pone énfasis en lo cognitivo y sobre las pedagogías críticas que va de la mano con la educación integral del ser humano, la educación omnilateral, y que en el fondo responden a las múltiples facultades de la persona. Debe existir una colaboración con estas pedagogías críticas, y dentro de esa línea, se inscriben en lo que es lo político, de construcción de proyectos descolonizadores de la educación. Desde la década de los 90 han habido estos movimientos de las organizaciones y las comunidades indígenas que sirven a este propósito.

Por otro lado, las pedagogías críticas tienen un rol fundamental y un posicionamiento político-pedagógico-ético centrado en generar procesos de concientización, lo que dialoga con lo mencionado por el maestro Luis Camnitzer: formar ciudadanos militantes, basado en el compromiso de la toma y el desarrollo de conciencia crítica. Esto implica que dicha toma de conciencia no puede reducirse a una mera cuestión racional cognitiva, sino que implica la complejidad de la experiencia humana y sus procesos históricos.

Concientizarnos incluye sensibilidad ética, política, estética y el compromiso concreto, histórico material con los procesos organizativos y de lucha que se desarrollan en nuestras sociedades. Esta concientización viene de la mano con dos grandes momentos que no pueden ser entendidos de manera lineal o diacrónica, sino que se van articulando de manera desordenada: la lógica de la afirmación y la lógica de la negación, lo cual significa que hacer conciencia implica un acto de denuncia, de rechazo y de oposición hacia las estructuras de poder que atentan contra la dignidad, la justicia y la igualdad del ser humano. A su vez, la parte afirmativa nos permite proponer, prefigurar, anunciar y anticipar. Construir en el aquí y en el ahora, en el seno de nuestros procesos organizativos, la sociedad del mañana.

Las pedagogías críticas y el arte tienen un rol importante al momento de definir la concientización, como lo visto en Chile desde 2019, donde dio inicio a un ciclo fuerte de protestas populares. El papel del arte fue fundamental para enjuiciar política y éticamente el orden neoliberal, así como su rol en la construcción de propuestas concretas para la definición de demandas y llegar a generar síntesis con respecto al proceso de la asamblea constituyente. Siguiendo esta línea, se puede hablar sobre el papel del arte al momento de entender la crisis por la que está pasando América Latina, tanto económica, como de salud, a comprender sus raíces más profundas, a enjuiciar el estado actual de la situación, así como también nos ayuda a perfilar posibles soluciones para solventar dicha crisis.

Con respecto a la importancia del arte en la educación superior, Fabián Cabaluz estipuló dos ejes importantes desde los cuáles abordar el tema: todo lo que ha desarrollado la pedagogía crítica en cuanto a la producción colectiva de conocimiento y saberes y la sistematización de experiencias, las reflexiones generadas desde el saber pedagógico y su producción. En el fondo hay un conjunto de lógica de producir conocimiento que pone énfasis en: nuestras prácticas y experiencias cotidianas concretas; que dicho conocimiento tiene que ser a partir de procesos colectivos y por tanto de procesos de diálogo; y que esta producción de conocimiento tiene que colaborar con los procesos organizativos a nivel social y comunitario.

No puede existir una educación liberadora y descolonizadora si no se materializan las prácticas mencionadas por Camnitzer, como el desarrollo de lo creativo, lo lúdico, la imaginación. No puede hablarse de una educación integral que no hace diálogo directo con el otro.

También habló sobre la precariedad que existe dentro de lo laboral y las muchas dificultades que se han presentado a lo largo de la pandemia, que van de la mano con un proceso neoliberal que ya estaba diezmando todos esos frentes que ahora son de lucha constante. En esta nueva realidad, ha surgido un concepto clave para entender el arte y la educación en el siglo XXI y es el de la dignidad.

En Chile, dijo, caminar por Santiago es asomarse a múltiples expresiones artísticas que evocan la dignidad. Caminar entre las agrupaciones de gente es ver las banderas y los lienzos que exigen dignidad. En su dimensión, ese concepto contiene una reflexión sobre los desafíos vinculados a la educación y al arte, porque visto desde la filosofía política, la dignidad implica una lucha contra los privilegios y contra los privilegiados, ya que, desde los debates del siglo XVIII, se define a la dignidad como algo inherente en el ser humano. Sin embargo, actualmente para que la dignidad se concrete, hay que luchar por ella. 

“La dignidad siempre es lucha”, mencionó Cabaluz. “La lucha por superar la sociedad basada en los privilegios”. El tema siempre surge cuando se enfrenta a la injusticia social, a la imposición de privaciones y cuando se niegan los derechos sociales. Este concepto es fundamental, al punto que, al menos en Chile, hay un llamado “día de la dignidad”, explicado por Fabián como el día en que Salvador Allende nacionalizó el cobre, por lo que se asocia el término políticamente a la reapropiación de los bienes comunes. Esto permitió ponerle un freno a las apropiaciones externas, a las transnacionales y al neoliberalismo, por lo cual también se asocia al término con repensar los modelos económicos y de desarrollo. Pero si detrás de todo eso no existe un proceso educativo ni procesos de creación artística, no se puede avanzar.

Uno de los problemas que se han generado con esto de la pandemia es la obvia desarticulación que existe por parte del estado al profesorado, que en palabras de Fabián, es una de las herramientas clave para impedir la propagación del colonialismo. La nueva modalidad en línea ha dejado entrever varias problemáticas que existen dentro del sistema educativo actual, y son los profesores quienes se llevan la peor parte de dichos problemas, aún comprendiendo que el alumnado también sufre bajo políticas que buscan la desestabilización y la implementación de lo técnico dentro de los procesos educativos actualmente en vigencia. Como respuesta a este desafío, Fabián Cabaluz sostiene que se debe apelar a la organización de las comunidades. Caso contrario, es muy difícil que se llegue a una solución factible.

Para concluir, Fabián Cabaluz hizo mención a una educación que contribuya a la democratización y al proceso de avance de las luchas democráticas, y a la importancia de ir articulando formas de participación diversas que dialogan entre sí. Explica que se trata de la discusión que envuelve la soberanía, que los proyectos educativos la defiendan y de cómo está conformada por conceptos donde se incluye la lucha de los diferentes grupos sociales y sus respectivos intereses en contra de una sociedad que los rechaza. La educación y el arte se prestan para desarrollar los discursos de soberanía como componente fundamental contra el colonialismo. Estas ideas deben tomarse en cuenta si se quiere repensar la pedagogía en artes y los modelos educativos.

Cobertura: Abel Cano Carriel, estudiante de la Escuela de Literatura.

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