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Bradley Hilgert: Vamos a “mandar obedeciendo” y revolucionar esta ciudad y este país en y con el arte

En su primera intervención como Vicerrector Académico de la UArtes destacó que como universidad autónoma “nos interesa transformar, revolucionar y redistribuir el poder”.

En el acto de posesión de las máximas autoridades de la Universidad de las Artes, celebrado de manera presencial y virtual el lunes 4 de enero de 2021, el doctor Bradley Hilgert inició su primera intervención como vicerrector Académico agradeciendo a William Herrera, nuevo rector de la UArtes y presidente de su primer Órgano Colegiado Superior; a la doctora Olga López, vicerrectora de Posgrado e Investigación en Artes, a sus colegas y compañeros de trabajo y de lucha,     quienes, subrayó, han formado parte de este gran paso de institucionalización de nuestra universidad y ahora integran su primer cogobierno,  

“Con mucho orgullo celebramos la presencia y participación de les estudiantes, quienes desde este momento ejercerán su derecho de participar en la universidad plenamente con voz y voto. En muchos sentidos, es gracias a ustedes que hemos llegado a este momento histórico dentro de la corta vida de nuestra institución. Lo hemos dicho varias veces: lo mejor de la universidad son ustedes y ahora la universidad será mejor también por ustedes”.

Desde la Plaza Pública del emblemático edificio donde se encuentra el Centro de Producción e Innovación MZ14, lugar del acto de posesión, el doctor Bradley Hilgert señaló:
Quiero enfatizar la naturaleza histórica de este momento, de esta sesión inaugural del cuerpo colegiado que desde ahora gobernará en la Universidad de las Artes. Estamos viviendo momentos complicados, tristes, inciertos; estamos llegando casi a un año de estar conviviendo con la COVID-19, un virus que sin duda ha cambiado el rumbo de nuestras sociedades, que ha causado una crisis mundial –económica, social e incluso cultural–. Estamos siendo testigos de la forma en que las instituciones públicas se ponen en peligro, se extinguen de un día a otro, están bajo amenaza. Nuestra institución no se ha liberado de eso, nos ha tocado duro luchar para mantener este proyecto, pero hoy, a pesar de las circunstancias, por fin podemos celebrar que la Universidad de las Artes tiene autoridades nuestras, elegidas de forma democrática y, lo más importante, ya tenemos cogobierno.

En un contexto nacional y global en que la tendencia es hacia la privatización de las instituciones públicas y la reducción del arte al entretenimiento, consolidar la institucionalización de nuestra universidad –como institución pública, como bien público que garantizará el derecho de la educación superior en artes gratuita y de calidad– no es poca cosa. Les felicito a todes por su papel en llegar a este momento. Sé cuánto hemos tenido que trabajar para llegar aquí.

Aunque no ha sido fácil llegar a este momento, el desafío comienza ahora. El desafío comienza ahora porque ahora nos toca aterrizar los principios de este proyecto, nos toca velar por la existencia y el cumplimiento de este bien público, nos toca, entre todes, gobernar.

Quisiera tomar un minuto, no más, para reflexionar sobre cómo hacer eso y para proyectar el estilo de gobierno que pueden esperar de nosotros. Y en este sentido, quisiera señalar unos aprendizajes que nos pueden guiar en este camino. Les que han tenido clases conmigo, que me han leído o han estado en ponencias mías seguramente recordarán que suelo citar a mi asesora, Ileana Rodríguez, cuando ella resume el pensamiento de Ranajit Guha como forma de definir una estrategia subalternista para los intelectuales: nos indica que tenemos que “inclinarnos para escuchar”.

Este acto de cambiar el lugar de uno, de escuchar coincide con la política y estética obediencial de Enrique Dussel, ya que él nos dice que debemos ponernos a la escucha porque “obediencia tiene una etimología latina, significa oír lo que se tiene adelante”.

Aquí en Ecuador, el gran intelectual Juan García Salazar también pone énfasis en eso de escuchar, ya que la palabra fecunda, germina. Para Juan, el intelectual o el gobernante debe partir de un acto de sumisión, de humildad y de sencillez a decir “enséñame” y de escuchar y recibir la palabra del otro. Para mí, todas estas ideas se condensan en la consigna del Ejército Zapatista de Liberación Nacional: eso de “mandar obedeciendo”. Estas ideas, estos aprendizajes que nos permitirán poner en la práctica los principios de nuestra universidad ahora en esta nueva fase, también nos llevarán a lo que los zapatistas llaman el liderazgo distribuido.

Esta noción del poder obediencial, verán, va a estructurar también nuestro modelo pedagógico y hasta el arte que producimos. Tiene que ser así porque, como dijo orgullosamente Laura Jácome frente a la Asamblea Nacional: “Aquí estudiamos los hijos e hijas de la clase trabajadora”. Al mandar obedeciendo superaremos este problema binario que señala Luis Camnitzer de la lucha entre el arte “para” el pueblo y el arte “del” pueblo; así alcanzaremos la meta de una distribución real y democratización del poder artístico.

Recordemos que ninguna transformación es posible en nuestras sociedades sin una transformación cultural y ahí el arte juega un papel importantísimo, ya que el arte es capaz de crear, de disoñar mundos otros, futuros mejores, como diría Arturo Escobar.

El gesto de escuchar, de aprender del otro es fundamental porque todes tenemos muchísimo que aprender, incluso y sobre todo nosotros tres que estamos sentados aquí en esta mesa, nosotros 26 que formamos parte de este cogobierno.

Cuando llegué a la Universidad de las Artes hace más de cinco años, se anunciaba orgullosamente que su objetivo era transformar la matriz productiva cultural, su fin era transformar el país. Hoy, ya como universidad autónoma, volvemos a decir que nos interesa transformar, revolucionar y así redistribuir el poder. Lo que queda por adelante es un camino que tenemos que caminar juntes, un trabajo colectivo que solo podemos liderar nosotros tres, nosotros 26 si escuchamos, si obedecemos. Eso es, compañeres, vamos a mandar obedeciendo y así, con esta estética, revolucionar esta ciudad y este país en y con el arte.

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