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La labor del bailarín que baila

La Escuela de Artes Escénicas de la Universidad de las Artes presentará las obras Friccionario, de la docente Talía Falconí, y Aquello que no creo, de los docentes Lorena Delgado y Oscar Santana, con los estudiantes de la primera generación de la carrera de Danza. Será de manera presencial, con aforo limitado y respetando medidas de bioseguridad, los días 26 y 27 de abril de 2021, a las 09:30, en MZ14. 

Los estudiantes de la carrera de Danza inmersos en la puesta en escena elaboraron un texto colectivo para InfoUArtes, en el que dan detalles de los proyectos y sus procesos. Aquí sus voces:

En octubre del 2020, a un semestre de egresar, los estudiantes de la recortada y atomizada primera generación llegamos a preguntarnos por nuestros intereses como intérpretes. Y, sondeando la capacidad creativa de los docentes participantes de la carrera de Danza, finalizamos una inclinación hacia tres personas que nos dirigirían en un montaje final: Talía Falconí, Lorena Delgado y Oscar Santana. Esta creación evidenciaría las cualidades técnicas y sensibles del grupo, además de poner en práctica, y en una suerte de prueba, nuestra capacidad de asumir “la labor del bailarín que baila” (haciendo valer toda la redundancia que merezca).

Siendo que nunca se planeó un montaje virtual, en medio de unas condiciones pandémicas y con una docente fuera del país, la resolución que nos comunicaron-propusieron los docentes fue generar dos montajes. Uno, que sería visual y totalmente coreografiado vía zoom por Falconí. Y otro, que lucharía contra las condiciones restrictivas de habitabilidad y convivencia en un espacio, para convertirse en un montaje semi-presencial dirigido por Delgado y Santana. 

Escuela de Artes Escénicas · Carrera de Danza

Luego de un semestre lleno de tareas que evidenciaron desde el video el “camello físico” de los estudiantes de la carrera de danza, nfrentarnos a un montaje audiovisual con una artista como Talía Falconí nos generaba mucha curiosidad. Una que, al entrar en el proceso, en la relación coreógrafo-intérprete se diseminó. Los procesos creativos requieren de una hoja en blanco, de intenciones, de preguntas y, sobre todo, de una necesidad irrevocable de decir algo. Y este montaje partió de acciones de movimiento que resaltaron –según el criterio estético de la coreógrafa– en medio de las exploraciones en diálogo con el entorno doméstico y utilizando tacones.

Una experiencia nueva. No desde el uso de la cámara, sino desde la consciencia de la cámara como un ojo que define qué y cómo queremos que vea el espectador. Nuestros cuerpos bailando con este entorno ajeno a la escena formal, con un público al que nos impusimos constantemente y con unos cuerpos que se modificaban-adecuaban a los cuadros, los colores y los ritmos compartidos.

En resumen “bailar para una cámara, mirarnos en la reproducción de un video, buscar los ángulos, las direcciones, las perspectivas para asemejar las casas, las puertas, las mesas”,  Tamia Sánchez.

Ahora bien, respecto al montaje semi-presencial, empezamos con conversaciones en las que decíamos lo que queríamos hacer, algunos querían solo bailar, otros pensaban más en aspectos compositivos como el contraste y la oposición, pero la mayoría coincidió en subrayar la cotidianidad, un aspecto bastante importante dentro de la cosmovisión de la danza contemporánea. Fue así como recordamos, identificamos, escribimos con palabras y describimos con imágenes, pedazos de nuestras vivencias cotidianas durante este confinamiento.

Una y otra vez virtualmente exploramos, paseamos y repasamos la incomodidad de aprender danza virtualmente, de estar sentados por horas frente a pantallas, de fingir bienestar para cuidar la intimidad y de contener emociones. Durante este tiempo, mostramos un rostro llano, aparentemente atento, pero realmente cansado de la distancia y frialdad del aprendizaje actual. Insistimos en el insoportable e incómodo estado de nuestros cuerpos.

Llegado el permiso de los reguladores de la movilización provincial, como a un oasis surrealista nos acercamos y encontramos en cuerpo y alma para bailar.  “Ya no había consignas entre-cortadas, tampoco el tan temido “loading…”, o las cámaras detenidas; el sonido se volvió cercano, claro y fresco”. Y aunque la felicidad del convivio nos llenaba, el miedo al otro como un posible peligro, se interponía.

Este segundo proceso nos trajo de vuelta a Guayaquil, intermitente y nostálgico contenía el ferviente deseo de finalizar un proceso académico inicial e importante. Y con ello, “sostiene la responsabilidad de cuerpos que cada ensayo se distancian y regresan a casa esperando no ser agentes de un mal”.

Concebimos la danza de distintas maneras en este grupo, bailamos distinto, algunos preferimos saltar, otros girar, otros proponer y uno que otro rebotar. Pero todos sostenemos con las últimas fuerzas esta creación dilatada bailando con cubrebocas y poniéndonos alcohol, en un proceso que nos invita a la “solidaridad y compromiso, permitiéndonos disfrutar de la compañía que estuvo ahí por los últimos 4 años”.

“Volver a Guayaquil, que arde como siempre, y más con cubrebocas. Y observar una ciudad, un parque forestal, un edificio de El Telégrafo, una caseta con agua y golosinas, unos compañeros bailarines que ya no me pertenecen, es mirar con distancia, sentir con distancia. Saber que ha pasado este tiempo de universidad y la despedida ha sido abrupta. Con esta emoción extraña bailo y cierro este proceso”, Tamia Sánchez.

Poniendo en evidencia la intención de la carrera, gente del ballet, del folklore y de la tierra, finalizamos en estos momentos bailando danza contemporánea. Hemos endurecido más la planta de nuestros pies, hemos vuelto a percibir el olor y el calor de los otros, hemos añorado abrazarnos por varios minutos, nos hemos lavado las manos, hemos limpiado el piso, hemos reído, hemos recordado momentos pasados, hemos hecho a un lado nuestras diferencias y nos hemos visto a los ojos bailando. Ahora, afuera, es nuestro trabajo darle contexto a nuestra labor, la labor del bailarín que baila.

Texto articulado por Génesis Morán.

Escuela de Artes Escénicas · Carrera de Danza

Información del programa
Obra 1:Friccionario es una pieza audiovisual coreográfica creada por Talía Falconi para l@s bailarines quecursan el octavo semestre de Danza, en la Escuela de Artes Escénicas de la UArtes.

Este 2021 estamos atravesando un período histórico de muchas dudas e incertidumbres que nos obligan a preguntarnos acerca de las estrategias pedagógicas y de los modos de producción artística. Realizar un montaje a distancia ha sido un gran desafío para tod@s, a modo de sobrevivencia el acto, o el impulso creativo, nos invita a repensar, a reflexionar y a reinventar nuestras aproximaciones con el movimiento, con la danza.

Friccionario es resultado del deseo de explorar otros espacios, a través de un formato audiovisual compuesto de manera modular, donde múltiples puertas se abren y se cierran constantemente, donde las paredes, el piso y el aire nos frota, nos golpea y nos refriega el cuerpo.

Coreografía, dirección y montaje audiovisual: Talía Falconí. Duración: 15 minutos aproximadamente. Realizado con: Agila Dora, Angie Galleguillos, Hugo Llinín, Karen Marcillo, Génesis Morán, Byrone Prieto, Daniel Quiñonez, Evelyn Romero, Tamia Sánchez, Atenea Soria y Darashea Toala. Sonido y música: Federico Valdez. Agradecimientos especiales a las familias de los bailarines que han tenido la paciencia de acogernos en sus hogares.

Obra 2: Aquello que no creo. Cada llamada estaba distinto, se deterioraba, no lo reconocía. Un cuerpo comprimido baila para mí. Cuerpo cansado, la poesía brota; brota cuando ya no tengo más tecnicismos, son las palabras que no sé cómo decir. En ocasiones las silencio, en otras, vivo con ellas. Los fantasmas se han callado, los extraño, no quiero olvidarme de nadie. En torno a lo nefasto, como si me desarmara, me muevo inconsciente. Vulnerable. Quiero buscar el Sol, el olor a canela, valorar cada esquina de mi vista. Espero algo de lo que no conozco y saco lo mejor de aquello que no creo. *Extractos de textos realizados por los/las intérpretes. Coreografía: Lorena Delgado y Oscar Santana, en colaboración con los/las intérpretes.
Intérpretes-creadores: Agila Dora, Angie Galleguillos, Hugo Llinín, Génesis Morán, Daniel Quiñonez, Evelyn Romero, Tamia Sánchez y Darashea Toala. Composición musical: Mauricio Bombón. Músicos: Lady Toro y Jhonnatan Urquizo. Duración: 25 minutos aproximadamente.

Créditos generales: Docentes Carrera de Danza, Cindy Cantos, Lorena Delgado, Talía Falconi, Yelena Marich, Elizabeth Medina, Carolina Pepper, Vanessa Pérez, Mashol Rosero y Oscar Santana. Subdirector Escuela de Artes Escénicas, Marcelo Leyton. Coordinadora de la carrera de Danza, Lorena Delgado. Asistente de gestión y producción de las obras: Angie Galleguillos.
Agradecemos a todo el equipo de la Universidad de las Artes por posibilitar desde todos los frentes el desarrollo y termino de estos procesos de creación para nuestros estudiantes en momentos tan complejos como ha sido el último año.

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