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Tecnología y contratecnología, tema analizado en CASE con productor argentino Mario Breuer

El argentino Mario Breuer, ingeniero de sonido y productor, responsable de grandes producciones dentro del rock latinoamericano, detrás de íconos como Andrés Calamaro, Charly García, La Ley, Soda Stereo y muchos otros, participó como invitado en el segundo día de la programación de las Conferencias de Audio y Sonido del Ecuador (CASE) organizadas por la Escuela de Artes Sonoras de la Universidad de las Artes. Sucedió este martes 4 de mayo de 2021.

El docente UArtes Antonio Cepeda, moderador de la cita, explicó que la premisa de la charla sería las aplicaciones de la tecnología dentro de la producción musical. Breuer contó un poco sobre su experiencia, con más de 40 años haciendo discos. Bromeando dijo que se aburre muy fácil y que esa es la razón por la que prefiere la incertidumbre del día a día, a sufrir dentro de la rutina.

De forma amena explicó que de un momento a otro, siendo un erudito en el uso de las consolas análogas, con la aparición del internet y de lo digital su modo de trabajo se vio alterado, pero antes de verlo como un obstáculo lo tomó como la oportunidad perfecta para aprender cosas nuevas. Actualmente realiza su trabajo con el uso de plataformas digitales, muy involucrado con las metodologías actuales.

Breuer comentó también la dificultad que han presentado estos últimos años, pero que, visto desde lo tecnológico, han ocurrido más cosas buenas que malas. A la par, con un nuevo modelo de trabajo, procura mantener su filosofía personal que dicta no dejar a nadie atrás, por lo que siempre está trabajando con futuras nuevas promesas en las que ve potencial.

Sin embargo, compartió lo que significaba trabajar con la metodología anterior. Lo complicado que resultaba intentar cualquier tipo de edición sobre una pista una vez saliera de preproducción, ya que era más sencillo hacer cambios durante la maquetación. La adrenalina que lo invadía cuando el estudio se llenaba con los equipos, las cámaras, los intérpretes, la mejor consola posible. La emoción que sentía cuando empezaba la grabación, teniendo claro que cualquier error podría comprometer el producto final. Las tomas que debía realizar para lograr la composición perfecta. El mínimo fallo de cálculo podría costar invaluables horas de trabajo, lo cual comprometía la carrera de los artistas. Por ello, debía existir un trabajo previo con los músicos, ensayos constantes, ya que mucho estaba en juego.

Este tipo de compromiso, explicó Breuer, se ha perdido mucho en la actualidad. Cuando conversa con los artistas más jóvenes, les explica que, desde su perspectiva, todos los procesos que ellos utilizan para producir música, él los usaba para maquetar durante preproducción. Con esto no busca desalentarnos, sino hacerles entender que dentro de la producción de sonido el objetivo debe ser siempre la creación de música orgánica. Con “orgánico”, expresó, se refiere a la experiencia de un concierto “en vivo” dentro del estudio de grabación. La espontaneidad debe estar presente, junto a la esencia del trabajo en conjunto.

Con esta meta clara, Breuer realizó una comparación de las metodologías modernas con las de antaño, planteando que no se debe depender de los recursos digitales en su complejidad, sino de realizar cierta combinación entre ellas, con ciertos elementos de “la vieja escuela”. Antes existía una preocupación mucho más seria en cuanto a la producción, tratando de cubrir todas las posibles variables para asegurar un producto final de calidad. Actualmente, no se hace mucho de eso, y es aquí donde Breuer mencionó el papel que ha tenido “la escuela de YouTube”, donde se explican los usos y trucos de todos los sistemas digitales posibles, pero no se resalta la necesidad de generar una firma propia en cuanto a la música resultante. Por ello, Breuer señaló que muchos artistas actuales quieren sonar como algún otro. Les interesa copiar un estilo, cuando el verdadero interés debe ser crear uno propio lo suficientemente original como para querer ser copiado.

Siguiendo esta línea, Breuer aclaró que el trabajo del editor debe ser el de proponerles a estos artistas que generen su propio estilo. Y un gran trabajo de edición puede lograrse con el uso de sistemas análogos a la par con los digitales. No abusar de los plugins, y acostumbrarse al uso de templates que ayuden a acercarse a la experiencia más tradicional. El uso indiscriminado de la tecnología da como resultado una homogeneización de la música: múltiples productos musicales, hechos masivamente, que se parecen entre sí.

Como anécdota, comentó que el grupo Los Gardelitos le pidió trabajar un disco de 25 temas. La condición era que se trabajase de forma análoga, lo cual para Breuer fue como volver a “buenos tiempos”. Se sintió joven y fue maravillosa la experiencia, pero que dichas maneras ya no se utilizaban. No cree en el completo desligue con la tecnología, ya que esta última ha avanzado mucho y se pueden emular sistemas análogos a fidelidad con ella. Lo que debe rescatarse es el compromiso que existía y que se ha dejado de lado debido a las facilidades que ofrece la masificación. 

Como conclusión, Breuer mencionó las problemáticas que han surgido con estas nuevas plataformas de streaming, donde los artistas no son mucho más que esclavos a servicio de gente que se lleva la mayor parte de las ganancias. Que la existencia de Spotify, con su “normalizador de volumen”, se puede criticar desde la producción, porque cosas tan simples como el volumen influyen en la creación y recepción de una pista. En tiempos donde la gente escucha gran parte de su música con audífonos, la existencia de un sistema como este puede poner en debate la intención del productor. ¿La música se hace para estas plataformas, o se hace para el público?, una inquietud que hay que plantearse.

Cobertura: Abel Cano Carriel, estudiante de la Escuela de Literatura.

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