El artista y docente Xavier Patiño recibió del Gobierno la condecoración Perla del Pacífico por su aporte a Guayaquil

Por su aporte a la ciudad, el artista Xavier Patiño recibió durante las fiestas julianas la condecoración Perla del Pacífico, otorgada por el Gobierno nacional en la sesión solemne por los 489 años de la fundación de Guayaquil. En sus redes sociales, la ministra de Cultura y Patrimonio, Romina Muñoz, comentó el reconocimiento citando al docente de la Escuela de Artes Visuales de la UArtes como un formador de formadores con amplia experiencia y conocimientos.

Es fundador del Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE), el primero dedicado a la educación en artes de tercer nivel en el Litoral. Además, es uno de los precursores del arte contemporáneo de Guayaquil con el colectivo La Artefactoría en los años ochenta. Su trabajo como docente ha transformado a generaciones y a la dinámica cultural de la ciudad, expresó Romina Muñoz en Instagram, anotando que ella fue su alumna “y una de las afortunadas de ser parte de ese mágico proceso”.

“Gracias por tu comprometido trabajo, por tu encanto, humor y convicción. Gracias por invitarnos a soñar. Sigues dando regalos únicos a Guayaquil y muchos hoy lo celebramos”, finalizó la ministra Muñoz.

La Escuela de Artes Visuales también se hizo eco de la condecoración a Xavier Patiño, recordando que fue su director y goza de una destacada trayectoria artística nacional e internacional. “Nos sentimos complacidos de que siga formando artistas desde las aulas de nuestra carrera”, precisa desde Facebook la escuela, hoy bajo la dirección de Ruslán Torres.

Trabajo como artista y académico

¿Qué significa para Xavier Patiño recibir la condecoración Perla del Pacífico?, le preguntamos al maestro, quien a lo largo de su trayectoria ha recibido muchos otros reconocimientos, pero “uno como este no, es el primero, y lo recibo con humildad, como todos los premios que me he ganado en la vida”. Que hayan visto su trabajo, experiencia y aporte a la sociedad son circunstancias, expresa, pues hay mucha gente valiosísima que a veces muere sin ser reconocida “y es una pena, por ello recibo el reconocimiento con esa reflexión”.

Se reconoce su trabajo como artista y académico. En la docencia comenzó a los 18 años y son ya 45 dando clases sin parar. Recuerda que entró en una escuela apenas se graduó de Bellas Artes; fue en enero y en abril ya estaba trabajando como profesor. Necesitaba cómo vivir, pues no quería depender mucho de sus padres, aunque ellos siempre lo apoyaron. “Vengo de una clase media, pero privilegiada porque tuve estudios, comida, casa, no me faltó nada”.

La clase que comenzó a dictar en una escuela fue de dibujo y a niños de primero a sexto grado. No sabía cómo dar las clases, así que tuvo que investigar y leer para saber cómo atender a tantos niños y tenerlos ocupados. Comenta que el día de la condecoración que le otorgó el Gobierno nacional, el 25 de julio pasado, se le acercó a felicitarlo un alumno de aquella escuela que había ido por otros motivos. “Ya es un profesional que tiene hijos y hasta nietos”, refiere.

No cree tener tantas obras realizadas como Jorge Velarde, que ha pasado pintando también 45 años, pero sí ha hecho muchas y no solo de pintura, sino también instalaciones y ensambles, las cuales siempre le han interesado.

Le da gusto que le hayan reconocido su trabajo artístico, que ha compartido con la docencia. Cuando trabajó en la unidad educativa indica que no lo hizo a tiempo completo, sino dos días a la semana y el resto iba a su taller a pintar. “Nunca dejé de pintar, nunca”, revela, asegurando que para él ser artista es una cuestión de vida. 

La condecoración tiene también un significado de gratitud: el de la ahora ministra de Cultura y Patrimonio, quien considera debe haber propuesto su nombre para el reconocimiento porque ni el gobernador ni el presidente de la República lo conocen ni saben de su trayectoria y tampoco es de los que llaman para que le concedan premio alguno, refiere Patiño, a quien le enorgullece el desenvolvimiento de Romina Muñoz. “Pese a que no tiene todos los recursos para atender las necesidades de la cultura está haciendo un buen trabajo”.

Lamenta que, en las políticas de los estados –no solo en Ecuador, sino en Latinoamérica– el arte y la cultura sean relegados. “La educación artística siempre es cuestionada porque es costosa, pero necesaria; como decía (José) Ortega y Gasset: el cuerpo no se alimenta solamente de líquido y sólido, también hay otras cosas que tenemos que alimentar, como el conocimiento, el arte y la cultura”. 

Sus mayores obras y la UArtes

¿Cuál es su mayor obra de Xavier Patiño? A nivel personal responde que su familia, que ha sido la base para que se pudiera desenvolver en lo que hace y a nivel artístico: el ITAE, al que considera una obra de arte. “Dio paso a muchas cosas, incluso a la Universidad de las Artes. Creo que cuando el entonces presidente Rafael Correa vio que el instituto era pequeño pensó en una institución más grande y sólida y surgió la UArtes, que me parece fue, junto con las otras tres instituciones de educación superior emblemáticas, un gran proyecto”.

Diez años para una universidad no es nada, opina Patiño, de allí que considere que la UArtes está todavía en construcción, “pero hemos dado buenos pasos y creo que así va a seguir siendo”. 

De cara a la formación artística, ¿cuánto hemos evolucionado? Patiño considera que la Universidad de las Artes puso a Guayaquil a la vanguardia del arte contemporáneo en el Ecuador. “Aquí se han dado movimientos artísticos importantes y artistas jóvenes que han aportado para que eso suceda”.

Contrario a lo que se piensa, él ha podido vivir del arte. Reconoce que antes había más galerías, no obstante, hoy el arte es más competitivo y profesional. Ha cambiado la percepción de la gente. El artista ya no es alguien que anda por ahí de vida bohemia, sino un profesional. “Pensar en entrar en la Universidad de las Artes ya genera un punto de partida importante, porque no es que se va a pintar a un taller o a libar, va a estudiar”.

Y no solo es un profesional del arte, como lo son quienes estudian Medicina o Arquitectura, es un investigador, alguien que piensa y aporta a la sociedad desde las artes con la transmisión de conocimientos y experiencias. Se han cerrado más espacios expositivos, sin embargo, los estudiantes y/o artistas siempre se las arreglan para encontrar nuevos y es fundamental porque se perdió la idea del cubo blanco y se buscan alternativas.

Patiño tiene dos hijos, Francisco e Irina, quien vive en Berlín. Al primero, quien lo hizo abuelo de Emilio, el arte no lo ha cautivado; a la menor le interesa mucho y también la gestión. “Creo que va a terminar haciendo algo de gestión en el mundo del arte, con galerías o movilizando artistas a otros países”.

En el bicentenario, Xavier Patiño recibió una medalla por su gestión y trayectoria artística por parte del Municipio de Guayaquil. “Fuera no he ganado premios, pues las competencias son complejas, pero he sido invitado a bienales internacionales”.

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