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En ceremonia virtual, UArtes graduó a tercera cohorte de pregrado y primera de posgrado

Ciento sesenta y cuatro estudiantes recibieron el título de tercer nivel y once el de cuarto. Por Validación de Trayectoria obtuvieron la licenciatura 63 artistas.

Como un año inolvidable señaló al 2020 la doctora María Paulina Soto, rectora de la Universidad de las Artes, al iniciar su intervención en la ceremonia virtual de graduación de sus estudiantes. La tercera cohorte de pregrado y primera de posgrado de la UArtes, así como de los nuevos y no tan nuevos profesionales de las artes, subrayó, en alusión a quienes obtuvieron su licenciatura como reconocimiento a su sostenida trayectoria.

Cálida y efusiva fue la bienvenida que la también presidenta de la Comisión Gestora de la UArtes dio, además de los alumnos, a sus familiares, trabajadores, administrativos docentes, autoridades y ciudadanía que el sábado 12 de diciembre se unieron a la transmisión del acto online, concebido así en virtud de la pandemia por COVID-19 que ha llevado al país de la emergencia sanitaria, al confinamiento obligatorio y al aislamiento social. 

“La humanidad nuevamente ha puesto en riesgo su subsistencia y es por ello que esta ceremonia de graduación es tan especial (…). Todos ustedes, continuarán alfabetizando a través de los lenguajes de lo sensible. A través del lenguaje de las emociones. En los tiempos que corren, este alfabeto será el más necesario de todos. Es el más eficaz para recuperar el perdido equilibrio planetario. Somos seres de la naturaleza y no  propietarios de ella”, dijo.    

En ese ritual de paso, de ser estudiantes a profesionales o de ser profesionales con título a especializados, mencionó como primera ofrenda de la ceremonia a Claudio di Girólamo Carilini. “Romano de 90 años e inmigrante de hambre en Chile, a fines de los años 40 del siglo pasado. Tiene decenas de obras como escenógrafo y director de teatro, fue director del canal de televisión de la Universidad Católica de Chile, creador de obras cinematográficas sensibles y comprometidas con su época y su entorno. Pintor incansable, escultor, autor y coautor de cientos de murales (…). Nieto, hijo, padre, abuelo y bisabuelo de artistas. Un renacentista que ha llegado al tercer milenio y que les regalará un par de relatos de su experiencia donde el arte realiza milagros”.  

A los graduados, Di Girólamo indicó: “Ustedes han elegido el arte como su propia manera y lenguaje para realizar ese compromiso, implícito en su propia elección, durante toda su vida. Para lograrlo cuentan con el inmejorable instrumento de su propia creatividad”. Es la que afianza con su presencia el camino escogido, agregó, “acudiendo a lo no pensado y lo divergente; nos da la certeza necesaria para reconocer con claridad y precisión los obstáculos que se interponen en nuestro caminar y, sobre todo, a descubrir o inventar las nuevas rutas que podemos construir para vencerlos”.

Entonces, como muestra de la veracidad de sus palabras, Di Girólamo compartió dos breves recuerdos de los tiempos más complejos que le tocó vivir durante la Segunda Guerra Mundial, los cuales marcaron su existencia y en los que la creatividad fue su mejor arma. El primero lo remontó al momento en que junto a dos hermanos tapaban las ventanas de su casa con frazadas, a fin de que la luz no filtrara al exterior y cumplir así con la ordenanza antiaérea. “Nos esperaba una noche de aquellas en las que los ruidos del estómago vacío sonaban a trío (…). Ya habíamos hurgado en todas las ollas de la cocina sin resultado y nos aprestábamos a dar el eufemístico saludo de buenas noches cuando mi madre nos detuvo con una simple y escueta orden: Ayúdenme”.

Se dirigió al mueble del comedor y comenzó a sacar mantel, servilletas, cubiertos, vajillas y copas; mientras los organizaba en la preparación de la mesa, su padre volvía de su taller con varios lápices y un block de dibujo. Con gesto ceremonioso se los entregó a la madre, quien depositó en cada plato una hoja de papel y un lápiz y los convidó a sentarse. Con voz alegre encima del desconcierto les pidió que dibujaran lo que querían comer. “Y allí se produjo el milagro. Azuzados por mi padre, gran maestro pintor, comenzamos a dar rienda suelta a la imaginación más desbordante y al hambre apenas contenida (…)”. Al rato se fueron a acostar con los estómagos vacíos, pero felices. Fue el momento en que su pequeña familia logró inventar y poner en escena la metáfora más impresionante que haya visto en un escenario.

El segundo recuerdo fue el de su cumpleaños número 12. Su padre le indicó que no había dinero para comprar regalos y que la comida era la misma ración de guerra de todos los días, pero como se acostumbra conceder al festejado un deseo, en nombre de todos expresó: Te deseo que cuando te toque irte de este mundo, lo dejes un poco mejor de cómo lo encontraste. “No sé lo que sucederá en el futuro; qué nos está reservado a aquellos y aquellas que nos negamos a olvidar nuestros sueños y que queremos seguir soñándolos, llamando desde nuestras obras,a todas, todos y todes a soñarlos con nosotros. (…) Ellos son los únicos que nos pueden devolver las fuerzas que a veces flaquean, recomponer las esperanzas trizadas e impulsarnos a seguir luchando para instalarlos definitivamente en nuestras sociedades como los más firmes pilares sobre los cuales construir un mundo más humano para todos”. 

Una esmerada secuencia de videos de trabajos realizados por los alumnos, de actividades gestadas por la UArtes e incluso de producciones y personajes inspiradores, se fueron alternando con imágenes grupales de los graduados de las carreras de Creación Teatral, de la Escuela de Artes Escénicas; de Producción Musical y de Artes Musicales, de la Escuela de Artes Sonoras; de Literatura, de Cine, de Artes Visuales. Creativas sesiones de fotos en las que también participaron los posgradistas y los licenciados por Validación de Trayectoria.

Casi al término del acto, la doctora Soto retomó la palabra e indicó que dadas las circunstancias no se pudo otorgar reconocimientos a servidores y trabajadores, pero que en Tyron Maridueña, del Departamento de Comunicación, se agradecía a toda la comunidad universitaria por la labor desempeñada. Reconoció, asimismo, a los integrantes de la Red Solidaria surgida con la pandemia y mostrando un camino de otros éxitos posibles: el de dar. 

Para despedir a los nuevos graduados con las puertas abiertas, la rectora compartió una anécdota biográfica de la que se excusó, pero que, tras narrarla, puso en contexto lo excepcional del momento histórico que vivimos. “Tener convicciones es más importante que tener una ideología o una religión, tener convicciones es más importante que tener un título profesional. Tener convicciones es cultivar una fuerza volcánica que nos sorprenderá a nosotros mismos, cuando estemos sometidos a condiciones de exigencia extraordinaria (…)”. 

Hoy celebramos el triunfo de una convicción, acotó. “La Universidad de las Artes ha sido creada para expandir el alfabeto de lo sensible y no nos detendremos en ese cometido. Ustedes son la prueba de que se puede y de que se debe seguir creciendo en el amor, el compromiso, los sueños y en las convicciones que están detrás de la consigna por una educación pública y de calidad en artes”. 

“Desde el comienzo de esta crisis que vivimos, añadió, decidimos que ningún estudiante perdiera sus estudios ni un trabajador su empleo. Y lo logramos (…).Esas evocaciones les retornarán el sentido de pertenencia que les mostrará el camino de retorno para que vuelvan todas las veces que lo deseen, para que busquen su manada cuando extravíen la ruta o cuando necesiten apoyo para superar los momentos difíciles. No pierdan la osadía que han demostrado y cultiven sus talentos. Recuerden para volver”.  

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