Aunque como proyecto de tesis Cristel Orellana Luque, licenciada en Artes Visuales con mención en Creación e Investigación Audiovisual, presentó Cube, el cual le tomó un semestre completo desarrollar, ella considera que ese trabajo final, que es una suma de pruebas y errores que se fueron despejando al largo de su estadía como estudiante de la Universidad de las Artes, no está totalmente terminado ”y pienso que nunca acabara, porque creo que siempre irá evolucionando hacia diferentes intereses que se gesten en mí”.
Cristel Orellana, que pertenece a la tercera cohorte de la UArtes, la cual tuvo el 12 de diciembre de 2020 su ceremonia de graduación virtual, se manifiesta satisfecha con el proyecto realizado y expresa gratitud hacia su tutor de tesis, el docente Pedro Mujica, quien siempre velo porque las directrices de su propuesta cumplieran netamente sus intereses.
La temática de Cube fue memoria–recuerdos–ficción y la sustenta con un pensamiento de San Agustín de Hispona (Confesiones Libro X cap. VIII): “Y llego a los campos y extensos recintos de la memoria, donde están los tesoros de innumerables imágenes tomadas por los sentidos. Allí también me encuentro conmigo mismo y me acuerdo de mí y de qué hice, cuándo y dónde y de qué modo estaba afectado cuando lo hice […] Y de allí viene la capacidad de pensar, construir imágenes del pasado y prever el futuro”.
Luego agrega: “El objetivo que comprende mi investigación, tiene como finalidad explicar las influencias, metodologías y conclusiones que dieron paso al desarrollo de mi propuesta artística
–desde el medio pictórico, fotográfico y videográfico– que remiten el paralelismo de la memoria con el medio del consumo cultural, a partir de los entrelazamientos que se forman entre sí, y la evocación recurrente de los recuerdos”.
También menciona que la gestación de su trabajo incide desde experiencias de infancia, en donde los personajes de filmes de terror y leyendas urbanas se materializaban como seres vivientes, acuñando la idea de que podían dañarme. “Las sensaciones de estos recuerdos, creadas por el medio cultural, dan pie a trazar un diálogo con las fronteras que existen entre ficción y experiencias vividas, de manera que consigo generar una relación escéptica hacia mi propia biografía, formada por la duda misma sobre la fidelidad de dicho hecho de infancia, desplazando lo que alegaba como un acto autobiográfico, y deslizándome hacia una estancia más bien autoficcional”.
Por lo tanto, expresa, los valores que pueden replantearse a partir de mis recuerdos, permiten perfilar un proceso que constituye la visualidad de ese espacio invisible, intangible e inexistente; misturas prefabricadas de imágenes que se forman desde compendios culturales y sociales, las cuales le generaron o generan asimilaciones de lagunas mentales rellenas de posibles ficciones que se presentan como experiencias vividas, verdaderas.
“La reflexión vinculada en mi trabajo, parte de la técnica del collage y decollage (despegar). Utilizando fotogramas de filmes de terror, sonidos que aluden a sensaciones con leyendas urbanas, obras pictóricas que he realizado en el transcurso de mi práctica artística, y registros fotográficos de dichas obras. Las estéticas de las imágenes encuentran aproximaciones a la idea que se tiene sobre la mixtura temporal del recuerdo y su promiscuidad con la ficción, como ejercicio de un relato de lo vivido”.
Dentro de lo que cabe, concluye, no tiene intención de indagar desde los estudios sociales, políticos o económicos, sino más bien desde la visualidad, fundamentando y explicando las decisiones platicas y el montaje de las obras.