Logo-UArtes-white
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Graduado Gustavo Arébalo obtuvo el magna cum laude y en discurso alertó con cifras sobre la crisis ambiental

El mérito de nuestra graduación es colectivo, dijo Gustavo Arébalo en el discurso que ofreció durante la ceremonia donde, el sábado 10 de diciembre, recibió junto a sus compañeros de cohorte el título de licenciado. En su caso, en la carrera de Creación Teatral. En el solemne acto, el primero, puesto que hubo dos, recibió también el reconocimiento magna cum laude por los altos puntajes obtenidos.

Le correspondió por ello dirigirse a la quinta promoción de graduados de la Universidad de las Artes. Inició su intervención manifestando su convencimiento de que ninguno hubiera podido llegar hasta por sí mismo. “El trayecto es personal, pero en él participan nuestros compañeros y compañeras, el personal administrativo, docentes y autoridades”.

Entre todas y todos hemos realizado un gran esfuerzo, agregó y expuso como razones un contexto “al que no resulta impropio asumir en términos de crisis planetaria. Nuestro tiempo, el de las generaciones más jóvenes, es uno de crisis y alarmas ambientales generalizadas”.

Arébalo enriqueció estas apreciaciones con cifras. “Un informe reciente publicado por RAISG (Red Amazónica de Información Ambiental Georreferenciada) confirma que el 20% del bioma amazónico tropical ha sido destruido. El Colectivo de Geografía Crítica de Ecuador, en otro estudio, denuncia que son alrededor de 109 pájaros los que mueren por cada hectárea deforestada”, anotó.

Agregó que, en términos de contaminación transfronteriza, la Red Gaia de América Latina y el Caribe ha publicado en “El colonialismo de la basura no se detiene en América Latina”, que 12.791 toneladas de plástico no reciclable llegaron a Ecuador desde Estados Unidos entre el 2020 y el 2021. “En el Atlas de Justicia Ambiental son apenas 63 los casos reportados para Ecuador, pero sabemos que probablemente existan muchos más”.

El hoy licenciado en Creación Teatral mencionó convocar en la ceremonia de graduación dichos elementos “porque son parte de un cuadro sintomatológico de desapariciones y muertes masivas que debemos abordar no solo intelectualmente, sino de manera afectiva, a fin de que la afectación movilice al involucramiento estético y afirmativo”.

También mencionó a la filósofa y teórica feminista Rosi Braidotti, quien señaló la importancia de ser dignos de nuestros tiempos para poder actuar mejor sobre ellos, de manera tanto crítica como creativa. “En este sentido, ser dignos, ser merecedores de nuestros tiempos, me lleva a preguntar: ¿cómo las artes nos pueden ayudar a pensar (y actuar) una renovación radical de nuestra relación con la Tierra?”, se preguntó Arébalo.

Refirió que leyendo “El Clima de la historia: cuatro tesis”, del historiador bengalí Dipesh Chakrabarty, “se aprehende que el ser humano ha devenido en un agente geológico de cambios y, por ello, las narrativas humanas no están ya más por fuera de las narrativas de la naturaleza. De esta manera, el autor nos demanda una imaginación de largo alcance”.

Justamente, agregó, “una imaginación de largo alcance es lo que he podido entrenar a través de mi paso por la Universidad de las Artes, y específicamente a través de mi paso por la licenciatura en Creación Teatral. Una imaginación de largo alcance que me gusta traducir como experiencia de imaginación”.

Una experiencia de imaginación que abre unos rastros otros de sentido, frente al sinsentido que nos plantean las crisis económicas, políticas, sociales y ambientales que atravesamos. Una experiencia de imaginación que a través de la confluencia de estéticas apunta a producir junturas entre mundos y formas de vida diversas, una experiencia de imaginación que quiere producir los escenarios del arte cosmopolítico, del arte que, como operación vinculante, anima el diálogo con todo aquello que está más allá de nosotros mismos. Una experiencia de imaginación que busca en la transdisciplina una nueva eto-poiésis de los modos de vida, dijo.

Gustavo Arébalo concluyó su mensaje agradeciendo a sus compañeros y compañeras, “a mis docentes y, especialmente, a la investigadora Sara Baranzoni por haber estimulado y acompañado esta experiencia de imaginación de la que hablo”.

Comparte esta nota