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La estudiante UArtes María Paulet Arévalo es Nina en “La Piel Pulpo”, su primer largometraje en la actuación

En la película “La Piel Pulpo”, de la directora y guionista ecuatoriana Ana Cristina Barragán, la estudiante UArtes María Paulet Arévalo Gillade encarna a Nina, una chica de ciudad que escapa de su casa y vive con sus amigos en un lugar bastante peculiar. La alumna de Creación Teatral es quien revela el rol de su personaje, así como de la sinopsis del primer largometraje en el que toma parte, de cómo llegó a integrar el elenco y de la experiencia ganada. 

“La Piel Pulpo” se estrenó en 2022 en el Festival de San Sebastián, España. Es el segundo filme de Ana Cristina Barragán, fue seleccionada en la cita griega Thessaloniki y ahora continúa su ruta de certámenes cinematográficos. Ha ganado ya un premio a Mejor Película en el Festival de Cine de Autor de las Islas Canarias, España.

Se realizó con el apoyo del fondo francés Cinema du Monde, el World Cinema Fund, Hubert Bals+, entre otros. Formó parte del laboratorio Sundance Morelia y ganó cinco premios en Guadalajara Work in Progress.

La trama “La Piel Pulpo” gira entorno a Iris y Ariel, mellizos de 17 años que viven con su madre y su hermana mayor en una casa antigua en medio de una isla rocosa cubierta de moluscos y pájaros. Los adolescentes han crecido aislados del continente, en una relación de hermanos que supera los límites de la intimidad común. La abrupta ausencia de su madre hiere profundamente a los tres hermanos, e Iris, movida por una fuerte necesidad de estar sola, decide irse a la ciudad.

Junto con María Paulet, en el elenco están Isadora Chávez, como Iris; Juan Francisco Vinueza, como Ariel; Hazel Powell, como Lía; Cristina Marchán, como la madre; y Carlos Quinto, como el padre.

“Dentro de este universo, Iris (la protagonista) y yo nos conocemos, la invito a formar parte de de mi grupo de amistades y, así mismo, le enseño nuestras costumbres y formas de hacer. Mis amigos y yo prácticamente representamos la ciudad en el sentido de este lugar atractivo que te llama, donde buscas entretenimiento, consumismo, escapismo y máscaras; con tal de no sentir el abandono o el dolor”, explica María Paulet.

Agrega que su experiencia en el rodaje fue de gran aprendizaje. “Desde la creación del personaje, donde traté de implementar el conocimiento que venía adquiriendo en mis primeros semestres de la universidad e indagaciones individuales que iban desde lo físico hasta lo psíquico, hasta el momento de implementar todo en escena”.

La estudiante UArtes revela haber tenido las mejores directrices por parte de Ana Cristina, quien estuvo guiándola en su proceso desde un inicio. “Este constó en un reconocimiento de la luz y oscuridad, no solo de Nina, sino también de mí misma; encontrar puntos en común con ella, una identificación y una búsqueda corporal de cómo se movía Nina, desde la música”.

La directora de “La Piel Pulpo” les daba tareas individuales, como aprenderse un monólogo o un diálogo de una película en específico y, a partir de esa interpretación, sacar lo que pudiera servirle al personaje.

Comenta también que en el rodaje tenían el “ritual” de hacer el caracol “para sumergirnos en el personaje y una vez acabada la escena salir de la misma manera. Recuerdo que a pesar de haber un guion bastante bien estructurado, se dio cabida a la improvisación, a Ana Cristina le gustaba lo espontáneo; el jugar con diversas posibilidades y ver cuál se le hacía mejor, a partir de aquí es que salió de forma inesperada una de las escenas de la película”.

Para entender la mencionada improvisación, María Paulet anota: Cuando Iris conoce el dormitorio de Nina y luego de hablar un rato, Nina le pregunta a Iris qué música le gusta para ponerla, a lo que Iris responde “Janeth”. En esta escena, cuando Nina escucha la canción “El muchacho de los ojos tristes” ve que Iris se pone muy mal e intenta distraer bailando de forma chistosa haciéndola reír.

El baile y el diálogo fueron totalmente improvisados, añade. “Ocurrió porque previo a grabar esa toma estábamos jugando mientras sonaba la canción de fondo y Ana Cristina me dijo que bailará, yo me agaché y perreé; ella rio un montón y dijo que hiciera eso mismo en la escena. Esto me sorprendió muchísimo porque jamás me habían pedido algo así, salirse tanto de lo estructurado, pero gracias a ello tuve la mejor experiencia que he podido tener. Las risas, el baile y lo que decimos es realmente auténtico, desde el personaje y nosotras mismas. Hubo más improvisaciones, pero esta fue mi favorita”.

Fotos: María Paulet Arévalo.

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