En dos jornadas, cumplidas este 11 y 12 de julio en la Plaza Pública del MZ14, las y los estudiantes de la carrera de Danza de la Escuela de Artes Escénicas de la Universidad de las Artes presentaron a la comunidad universitaria y público en general sus propuestas creativas, desarrolladas en el marco del Proyecto Inicial de Desarrollo Profesional.
En la XI Muestra de Estudios Coreográficos intervinieron Naomi Vélez y Melany Sancan con “Atlaxia”, pieza cuya sinopsis señala “la importancia de abrazarnos, encontrándonos, transformándonos y aceptando nuestro propio ser, descubriendo que la esencia de la danza radica en nuestros propios procesos de transformación”.
Brigitte Sosa con “Yo²”, en la cual “dos mujeres comparten una misma pasión que las lleva a transitar por distintas sensaciones y movimientos. Dos mujeres que comparten un mismo cuerpo con/viviendo siendo opuestas”.
Alejandro Hurtado expuso “DimeTTere”, en la que “cada paso, cada movimiento, reveló un testimonio de lucha por la libertad y la búsqueda de identidad en medio de la opresión, llevando a cuestionarnos en que si en la actualidad somos libres o encadenados como esclavos”.
Rocío Elvay llegó al MZ14 con “Sol-Le-Dad”, en cuya reseña se lee: “En la vida cotidiana existen personas envueltas en soledad hasta llegar al colapso. ¿Se puede salir de ella? Sí, cuando conoces a quien pudo vencerla. Sol-Le-Dad es la historia de una persona que vivió los estragos de la soledad, pero encontró la forma de salir de esta”.
Génesis Fonseca y Rebeca Muñoz presentaron “Kodoma”, de la que poéticamente anotaron: “Te encuentro chocante, rompiéndote entre el espacio-tiempo. Espero tu naufragio en las costas de mi regazo, violentar intervención de tus raíces. Te miro y me pregunto, ¿para ti qué es el vínculo?”.
Cristhian Loor participó con “No te comas la cabeza”, trabajo que la que el intérprete creador cuestiona: “Entré por impulso y curiosidad, terminé quedándome con por compromiso. ¿Esto es para mí? ¿o solo busco divertirme?”.
“Fusión archivo” fue la pieza de Xiomara Coello, concebida como “un diálogo entre dos danzas que de a poco llegan a unirse en un solo cuerpo, convirtiéndose en una sola forma de movimiento”.
En “Auto-sabotaje”, Milena Solís y Ximena Pacheco afloraron sus inquietudes: “…Esa voz marchita que crepita y recta sobre mi cara; mi propia voz matando poco a poco mis anhelos. Mi propia voz dejándome completamente muda”.
Acerca de la muestra, la docente Carolina Pepper indicó que estas intervenciones, consideradas como las prácticas preprofesionales de creación, son instancias en las que un/una tutor/turora acompaña a los estudiantes durante su proceso creativo y coreográfico, “pero son ellos quienes toman las decisiones, el tema, las herramientas, las formas y las estéticas de lo que van a presentar”.
Es un trabajo minucioso que requiere mucha sensibilidad, agregó. Un acompañamiento no desde la jerarquía de maestro-estudiante, sino de ponerse a la par con un colega y caminar juntos, manteniendo ciertas distancias desde las estéticas o formas de producción artística que se tenga como docente artista. “Es un trabajo muy delicado de acompañar a alguien que está queriendo proponer y contar cosas, queriendo armar narrativas desde su particularidad como estudiante, con todas las interrogantes que eso implica, con todos los miedos que están a flor de piel”.
Un proceso muy grato porque el resultado se ve en escena, sabiendo de que no es el final, sino la propuesta inicial, desarrollada de manera básica y un escenario sin mayores tecnicismos, como la iluminación, el sonido, etc. Es un espacio, eso sí, lleno de gente que está acompañando y viendo la propuesta; es válido y es dar la cara. “No es un proyecto de clase, sino uno hecho para un público abierto, por eso genera esa tensión linda, una que los docentes acompañamos y abrazamos tras bambalinas”, refirió.