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Todos somos David Ledesma

¿Recuerdan ese momento cuando las luces se apagan, el silencio hace eco en cada rincón de la habitación y se siente la expectación del público minutos previos a la revelación de los artistas en el escenario? Este miércoles 8 de noviembre, en la Sala de Experimentación Sonora del MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes, se presenció una fascinante puesta en escena en la que se fusionó la poesía y el teatro, protagonizada por los estudiantes de la Escuela de Literatura en honor al poeta ecuatoriano David Ledesma.

“Yo soy David Ledesma”, fueron las palabras que dieron inicio a la lectura dramatizada de textos líricos extraídos del poemario “Cristal” publicado hace ya setenta años.

¿Quieren enloquecer como yo?, preguntó el estudiante Robinson Espinoza y mi inmediata respuesta fue sí, porque no encuentro mejor forma de enloquecer que a manos de un poeta.  ¿Quieren saber a quién amé?, siguió recitando y varias cabezas a mi alrededor asintieron levemente en respuesta. ¿Cómo morí?, leyó, y con ese prólogo lleno de interrogantes e intrigas consiguió cautivar a todos los presentes.

La poesía cobró vida a manos de los estudiantes de la Escuela de Literatura, porque con cada verso leído y con cada palabra, con cada grito, canto y sollozo con los que se interpretaron los poemas, se apreció lo similar que es el ser humano en cuanto a deseos, inseguridades y afecto.

“Perdiéndose en el aire, diluyéndose.
Y una magia de sal y yodo y mar
que nos cubre la piel del corazón.”         
Fragmento de “El Espejo”, del poemario “Cristal”.

La poesía es pasión, es esa llama que arde y da vida, es el sentimiento hecho palabra y es aún más poderoso su mensaje si se vive la emoción a través del cuerpo, combinando dos grandes géneros literarios, lírico y teatral, en un mismo escenario y obteniendo un maravilloso desenlace.

“Desde hace años que muero y resucito.
Nadie me ve morir.”      
Fragmento de “El Espejo”, del poemario “Cristal”.

Todos los intérpretes eran David Ledesma, encarnando distintas facetas del escritor mostraban diferentes piezas de un mismo personaje que juntas encajaban perfectamente en un mismo rompecabezas.

Luego de treinta minutos de estar sumergidos entre las páginas de un libro y de ser parte del escritor a través de sus poemas las luces se encendieron, pero en la habitación aún persistía la paz, la gracia de haber sido besado por la brisa salada que limpia y cura el alma, de ser comprendidos.

Los aplausos se escucharon por varios segundos como muestra de elogio al final de la presentación y, un momento después, la docente Cecilia Velasco, quien motivó a sus estudiantes a ser parte del proyecto, compartió algunas palabras con el público. “Hemos usado la fórmula de Da vida, porque David Ledesma se suicidó a los 27 años y la intención no era hacer una apología del suicidio, sino representar la poesía como esa forma de decir Da vida y da más vida” y no podría estar más de acuerdo.

Fue gracias a la interpretación que realizaron los estudiantes María Fernanda Fajardo, José Miguel Mejía, Luisa Castellano, Mell Hungría, Kenneth Arteaga, Geovanna Goyes y Robinson Espinoza que muchos entre el público, incluida yo, pudieron sentirse reflejados en los versos de David Ledesma, y así recordarlo como alguien vivo.

Dicen que de poeta y loco todos tenemos un poco, y creo que es cierto. Creo que en el fondo todos tenemos una mente compleja, un corazón que late al ritmo de la pasión, del amor, de la tristeza, de la locura; vivimos con el deseo de no olvidar y de no ser olvidados, en el fondo todos somos David Ledesma.

Texto y fotos: Romina Ramírez Ortiz, estudiante de la Escuela de Literatura.

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